Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

Imprimir A4  A4x2  A5  

Carta mensual

Viene el día, tu día,
en que todo vuelve a florecer

Abril de 2003


Publicado: BOA 2003, 132.


El mes de abril de 2003 está todo él dominado este año por la celebración de la fiesta primordial de los cristianos: el Misterio Pascual. Necesariamente he de hablar de este misterio central de nuestra fe y animar a los católicos a vivirlo como una fuente de renovación y de puesta a punto de nuestra personalidad cristiana, que vuelve a florecer con la vida resucitada de Jesús, que se nos dio en los sacramentos de nuestra iniciación cristiana, en la Pascua renovada.

«La Iglesia celebra cada año los grandes misterios de la redención de los hombres desde la Misa vespertina del Jueves “en la Cena del Señor” hasta las Vísperas del Domingo de resurrección. Este período de tiempo se denomina justamente “el triduo del crucificado, sepultado y resucitado” (san Agustín). Se llama también Triduo Pascual porque con su celebración se hace presente y se realiza el misterio de la Pascua, es decir, el tránsito del Señor de este mundo al Padre. En esta celebración del misterio, por medio de los signos litúrgicos y sacramentales, la Iglesia se une en íntima comunión con Cristo su Esposo» (Carta circular sobre la preparación y celebración de las fiestas pascuales, 38, Roma 1988).

No se puede describir mejor lo que celebramos los católicos en la Semana Santa, con su preparación en la Cuaresma, como lo hace este párrafo de esa Carta de la Congregación para el Culto Divino. Eso es lo central, en torno a lo cual ha de girar todo lo demás. Nuestros bellos desfiles procesionales celebran justamente esa realidad salvífica, aunque no sean momentos litúrgicos. Y nuestras Cofradías lo saben y deben esforzarse por hacerlo cada año más patente. También están encaminadas al Misterio Pascual todas las devociones populares de estos días, para ayudarse justamente a la vivencia de este misterio central.

Mi anhelo es que entre todos consigamos estar a la altura de la gracia de Dios que en estos días se derrama sobre el pueblo cristiano. Comunidades parroquiales, otras comunidades cristianas, grupos, movimientos y Cofradías vivan estos días celebrando con más hondura, más expresividad, mejor preparación de las distintas celebraciones, como si fuera la primera vez. Os invito a todos a esa renovación eclesial a que Jesucristo nos invita y que Él proporciona. Es nuestra fiesta, la más importante. Ayudaos a vivirla así.

Yo la celebraré en la Catedral, pero quiero hacerlo con un sentido profundamente diocesano, teniendo en mi corazón a todas las comunidades de la Iglesia de Valladolid, a sus presbíteros, diáconos y a sus fieles, a los religiosos y otros consagrados. Me gustaría vivir toda la riqueza que despleguéis en vuestra celebración, tanto en los pueblos más pequeños como en el silencio de los monasterios de monjas, o en celebraciones más para jóvenes. No olvidéis la Misa Crismal, que celebraremos el jueves Santo por la mañana en la Catedral; mimad la Vigilia Pascual, en la que experimentamos qué es la vida nueva de Cristo, que algunos recibirán por primera vez.

Esto nos lleva a felicitarnos y desearnos una Feliz Pascua, pues también en abril viviremos toda la Octava y la primera parte de esos cincuenta días pascuales, que culminarán en Pentecostés. Hablad a vuestros hijos de la Pascua, que no desconozcan lo más grande de nuestra fe o lo vivan como una fiesta más o un espectáculo incomprensible. Que Dios os acompañe en estos días grandes.

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid