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Braulio Rodríguez Plaza

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Carta mensual

Un mes muy intenso

Mayo de 2003


Publicado: BOA 2003, 257.


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Mayo suele ser casi siempre un mes muy intenso, porque es mes pascual, de grandes fiestas del Señor, de sacramentos de iniciación. Este año es particularmente intenso, por motivos añadidos. Comienza el mes con esa fiesta de 1 de mayo, fiesta reivindicativa y donde se recuerda a toda la ciudadanía que la dignidad del trabajo es la dignidad del trabajador que necesita trabajar, no sólo para ganarse su pan, sino para sentirse digno, persona que aporta a este mundo y a su transformación desde un puesto de trabajo digno y una libertad, que se limita si hay precariedad laboral —y la hay— o si el trabajo está ligado a un contrato poco estable. Nosotros pedimos a san José que la persona esté por encima del mismo trabajo, como repetidamente afirma la Doctrina Social de la Iglesia.

Justo inmediatamente del 1 de mayo Juan Pablo II realiza su quinta visita pastoral a España, corta pero sin duda muy importante, y con dos grandes celebraciones: una oración con los jóvenes en la tarde del sábado 3 (aeródromo de Cuatro Vientos en Madrid, 18:30 de la tarde) y la Eucaristía donde el Santo Padre canonizará a cinco beatos españoles el domingo 4 a las 10 de la mañana . Dos momentos fuertes por sí mismos. ¿Cuándo podíamos hace poco más de 20 años recibir al sucesor de Pedro para fortalecer nuestra fe? No hay que buscar más motivos, la venida del Papa es suficiente para llenar esas poco más de 24 horas del Pontífice entre nosotros. Con el Papa sentiremos la alegría de ser cristianos católicos, Iglesia del Señor, que aporta a esta sociedad algo que ella no tiene, aunque haya muchos que no quieran verlo: Cristo resucitado, en medio de nosotros, que engendra vidas nuevas y crea situaciones de convivencia y fraternidad y sentido de la vida.

La vida pascual de la Cincuentena Pascual se desarrolla este año mayoritariamente en mayo; esos domingos de Pascua, en los que habitualmente se celebra la Primera Comunión y tal vez la Confirmación, son domingos preciosos para vivir el Día del Señor en todo su esplendor. Yo, por mi parte, tendré la alegría de encontrarme en mayo con muchos cristianos en parroquias que visitaré por primera vez de los arciprestazgos de Laguna-Tudela y de Olmedo-Pinares. Conocerse es vital.

Mayo de 2003 tiene además cita electoral: también en Valladolid y en Castilla y León elegiremos a nuestros gobernantes locales, provinciales y autonómicos. Unas elecciones siempre son importantes, aunque quisiéramos que nuestros gobernantes nos tuvieran más en cuenta a lo largo de los cuatro años de legislatura. Es importante votar, y votar según la elección que cada ciudadano haga. No es buena la abstención. Para un católico, que debe ser un ciudadano responsable, votar debe ir precedido de un discernimiento que tenga en cuenta los programas de los partidos políticos que se presentan a las elecciones y las personas que van en las listas.

En materias tan vitales como son la enseñanza, la familia y la política familiar, el fomento del empleo, las cuestiones que afectan a la ética y la moral, la atención a los más desfavorecidos, a los inmigrantes, la política de vivienda y el bien común, debemos mirar con lupa y hacernos un juicio prudente a la hora de elegir y decidir nuestro voto. Personalmente me gustaría que la campaña fuera seria, centrada en la verdad, y dejando a un lado descalificaciones y discusiones inútiles, que poco interesan a los ciudadanos. Quiera Dios que vivamos con intensidad semejantes acontecimientos del mes de mayo.

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid