Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta mensual

Este gesto no te cuesta nada

Junio de 2003


Publicado: BOA 2003, 259.


Una de las tareas más engorrosas de mi vida de obispo es enfocar bien el tema del sostenimiento económico de las diócesis donde he estado, recabando con justeza los recursos económicos necesarios para la tarea pastoral y para que los sacerdotes puedan vivir con dignidad, sin lujos y sin dispendios. Y, ¿saben ustedes por qué? Porque es un tema tabú, pues o bien nos da miedo a las comunidades cristianas afrontarlo porque pensamos de modo simplista que está solucionado, o bien porque existe un clima enrarecido al respecto, en el que se utilizan tópicos como que «el clero es quien tiene más dinero» o que los sacerdotes poseen una “virtud” especial para pedir sin dar golpe.

Lo primero que hay que decir es que la Iglesia no son los sacerdotes únicamente y que éstos sólo perciben poco más del 25% del presupuesto de la administración diocesana de Valladolid. En cualquier caso, para mí sería más cómodo no hablaros de estos asuntos y por ello me ayudan en esta tarea expertos; pero pienso que es mi deber intentar, al menos, clarificar los asuntos de una Iglesia local como Valladolid.

Esta Iglesia tiene unas 300 parroquias, 50 de ellas en la capital, pero la mayor parte de ellas son pequeñas y sin muchos recursos. Son pocas las parroquias que se autofinancian incluso para sus gastos ordinarios, y casi ninguna, si aparecen gastos extraordinarios. Eso quiere decir que, aunque cada parroquia administra sus propios recursos económicos (lo que usted pone en la colecta del domingo o aporta en su cuota voluntaria), e incluso aporta una cantidad a un fondo común diocesano, son pocas las parroquias que no necesiten ayuda del Obispado o de su administración diocesana.

Ciertamente hay que pagar a la mayor parte de los sacerdotes cada mes, y hay que ayudar también a las parroquias en reparaciones de sus templos. Además, toda parroquia nueva que se construye, sobre todo en Valladolid y su alfoz, debe ser costeada por esa administración diocesana, pues la comunidad parroquial, si ya existe, es incapaz de hacer frente a los gastos de esas obras.

Así que, por ejemplo, para hacer frente a los gastos del presupuesto del año 2003 (unos 4,5 millones de euros, 750 millones de las antiguas pesetas) aproximadamente 1,8 millones provienen del 0.52% de los que, al hacer su declaración de la Renta, ponen su crucecita en la casilla de la Iglesia. El resto proviene de las aportaciones de los fieles que las parroquias sobre sus ingresos dan al fondo común diocesano (330.000 €), y la colecta del día de la Iglesia diocesana y otros donativos (110.000 €).

Algunos podrán decir que el Arzobispado es muy rico o el fondo diocesano es muy grande. No es verdad y cualquier economista lo sabe sólo con comparar cifras de otras entidades públicas o privadas, teniendo en cuenta que nosotros no tenemos impuestos ni podemos endeudarnos, como puede ocurrirle a las entidades públicas. Ni que decir tiene que el Arzobispado son las parroquias y sólo existe entre ambas realidades una diferencia terminológica y no de oposición o de incapacidad de estar íntimamente ligadas.

¿Qué pretendo con todas estas explicaciones? Que los fieles de Valladolid reflexionen y que no vivamos de tópicos; y que no podemos exigir a los poderes públicos dineros para sostener nuestra vida estrictamente eclesial, aunque sí podemos y debemos exigirlo para otros gastos como son las reparaciones de templos artísticamente valiosos o otros que, aunque no lo sean tanto, cumplen con una función social en nuestros pueblos y ciudades. Estamos, sí, en una sociedad plural y en un Estado aconfesional, pero que no debe ser discriminatorio porque los fieles católicos también pagan sus impuestos como ciudadanos y tienen sus derechos. O, ¿acaso no lleva a cabo la comunidad cristiana programas de ayuda social a los más desfavorecidos de esta sociedad, que ella misma debería sostener?

Una manera, pues, de sostener a su Iglesia en los católicos es, al hacer la declaración de la Renta, poner la cruz en la casilla de la Iglesia. No cuesta nada de lo que pagamos a Hacienda.

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid