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Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

En los comienzos de septiembre

7 de septiembre de 2003


Publicado: BOA 2003, 431.


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Septiembre es un mes, me parece, amable; es verdad que se han acabado para casi todos las vacaciones, pero aún los días son luminosos, ha pasado el agobiante calor y estamos en inicios, en comienzos, que tienen siempre tonos de esperanza, de cierta ilusión. Todavía acontecen en septiembre muchas fiestas patronales, en nuestros pueblos y en nuestra ciudad.

Aunque nuestra sociedad es tantas veces puro espectáculo para alegrar a aburridos, todavía no hemos podido quitar de entre nosotros el cosquilleo que supone la palabra fiesta, opuesta a rutina, como tiempo diferente, que necesitamos. Es algo muy tenido en cuenta en la Liturgia de la Iglesia y que viene de la Sagrada Escritura como un don de la creación.

Hablemos de una fiesta de la Virgen en este mes de septiembre: me refiero a la que celebramos el día 8, fiesta del nacimiento de la Madre del Señor. Es fiesta de alegría sana y humana, que hace arrancar a la Iglesia estas palabras: «Tu nacimiento, ¡oh Virgen Madre de Dios!, ha sido para el mundo entero un mensaje de consuelo y de alegría, pues de ti ha nacido Jesucristo, Sol de justicia, nuestro Dios, que nos libertó de la maldición para darnos la bendición, pues Él mismo, al quedar triunfador de la muerte, nos ha procurado la vida eterna».

Sé ciertamente que no todos los que celebran las fiestas patronales el día 8 participan de estos sentimientos, pues fiesta para muchos es únicamente sinónimo de juerga, ruido, borracheras o puro espectáculo; pero sé que también sigue habiendo aquellos que esperan la redención de Israel y viven la fiesta del nacimiento de la Madre de Dios con esta proyección, y preparan la fiesta orando a María, confesando sus pecados para renovarse y comulgar en la Misa; tantos, que el día 8 en Valladolid no caben en la parroquia de san Lorenzo y por ello llevamos la imagen de la Patrona a la Iglesia madre, la Catedral, para celebrar allí la Eucaristía. En cualquier caso, yo les deseo una fiesta buena y sana, que deje paz y regusto en nuestros corazones.

En el inicio de septiembre esta Iglesia de Valladolid está ya en un nuevo curso pastoral. Nos ponemos de nuevo en marcha. El deseo de seguir anunciando el Evangelio del Reino de Dios, de vivir la caridad que nos trajo Cristo y de celebrar la Eucaristía y los demás actos litúrgicos que nos dan la vida de Dios por Jesucristo, nos une para programar y para ayudarnos los unos a los otros en esta tarea común.

Para salir con fuerza a la carrera del nuevo curso, la Diócesis convoca los día 10 y 11, en el Seminario Diocesano, las Jornadas de inicio de curso, en las que cuantos queramos, desde las comunidades parroquiales, los movimientos y grupos cristianos, las delegaciones pastorales, los jóvenes, los adultos y los más maduros, con el obispo, los sacerdotes y diáconos, podamos afrontar con ilusión, oración y ayuda mutua, los retos que como diócesis de Valladolid tenemos en nuestra sociedad plural y compleja. Es convocatoria interesante e importante.

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid