Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Artículo

El hecho religioso

27 de septiembre de 2003


Publicado: BOA 2003, 445.


Si hacemos memoria de lo que dominaba en el panorama de 1970, sin duda habría que decir: los universos estelares eran la política y la economía. ¿Es así hoy también? Algunos observadores afirman que en 2003 la cultura y la religión reclaman ser oídas, ofreciendo una palabra propia de igual valor e idéntica dignidad. He leído hace bien poco que el que fuera consejero del presidente Mitterrand, J. Lang, enviaba en diciembre de 2001, siendo ministro de Educación Nacional, una carta a Régis Debray, el antiguo revolucionario con el “Ché” Guevara en las montañas de Bolivia. Le pedía un informe históricamente fundado y filosóficamente consistente, sobre “La enseñanza del hecho religioso en la escuela laica”.

Debray entregó su informe y sobre él explicaba en un artículo de apenas hace un año los fundamentos teóricos y las razones históricas de sus propuestas a J. Lang. ¿Puede tener la enseñanza del hecho religioso un lugar en la escuela? Lo cual supone responder previamente a ¿qué es el hecho religioso y cómo es diferenciable de otros hechos que surgen en su cercanía o se le asemejan? ¿Qué ha significado en la historia de la humanidad y que sigue significando hoy? Cuestiones que obviamente son muy actuales en España.

La religión ¿es verdad o es una ingenuidad arrastrada, una enfermedad de infancia no curada, una mera opinión que se ha perpetuado, a la que habría que desenmascarar mostrando su vacuidad perniciosa? Régis Debray subraya que si Feuerbach, Nietzsche y Freud no han acabado con la religión es que hay en ella elementos resistentes, sustraídos a la propia conciencia humana porque son su fundamento. Seguir luchando contra ella parece vano o insensato. ¿Cómo fundar los fundamentos?

El pensador francés eligió otro camino más realista y riguroso: intentar identificar esa realidad. ¿Cómo nombrarla: factor, sentimiento, experiencia, cultura, acontecimiento? Prefiere un término más aséptico: el hecho religioso. Es algo observable, a diferencia de las meras experiencias interiores, y está enclavado en la geografía y en la historia de los pueblos. Es histórico y no mítico, evolutivo y no petrificado. Es un hecho.

Una enseñanza religiosa pública no puede preocuparse de sentimientos o experiencias individuales sino de aquellos hechos que tienen volumen y larga duración. Por eso su estudio debe partir siempre de esa relación que instaura el hombre con el Absoluto, al que ha invocado como Dios, y cuyas huellas ha reconocido en la naturaleza. Pero, ¿cómo transmitir este conocimiento? Hay tres formas de conocer un territorio: mirar un mapa, hacer un viaje por él recorriendo sus rincones, y habitar permanentemente en él. Pero es un territorio. Por eso el hecho religioso reclama ser estudiado con rigor, por pensable y vivible, por significativo y actual. Podemos conocerlo objetivamente con un mapa, podemos visitarlo con seriedad y respeto, podemos implantarnos en ello como forma de vida. Que cada uno elija. ¿Seremos capaces de hacerlo los españoles?

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid