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Braulio Rodríguez Plaza

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Carta mensual

La mutua interioridad

Octubre de 2003


Publicado: BOA 2003, 430.


\documentclass[a5paper, landscape, 12pt]{article} \usepackage{larva} \usepackage{charter} \usepackage{titlesec} \usepackage{amssymb} % Para \blacksquare \titleformat{\section}{\centering \Large \color{blue} \bf}{}{0mm}{} %\setlength{\parindent}{0mm} \setlength{\parskip}{2mm} %\hyperbaseurl{http://www.archivalladolid.org/} % agenda.php?DI= . date ('Y-m-d') . \&Evento=} % \includegraphics[width=0.15\textwidth]{../arzobispado.jpg} \begin{document}

Afirmaba el obispo que os escribe en la carta pastoral que titulé “La Santa Madre Iglesia” (8-6-2003) : «Entre la Iglesia particular y la universalidad de la Iglesia hay una mutua interioridad, como decía Y. M. Congar. En el corazón de cada Iglesia (particular) toda la Iglesia (universal) está, pues, presente. Por ello, cada una de las Iglesias particulares es una célula viva en la cual se encuentra presente todo el misterio vital del cuerpo único de la Iglesia, cada una está abierta hacia todos los lados por los lazos de comunión y no conserva su ser de Iglesia más que a través de esta apertura (...). El Pueblo de Dios es un solo Pueblo, no porque se componga de numerosas Iglesias particulares, sino porque cada comunidad particular no es de suyo más que una forma bajo la cual se presenta el único Pueblo de Dios».

Con esta experiencia del misterio de la Iglesia, los miembros de la Iglesia de Valladolid pueden vivir con la misma intensidad, por ejemplo, unos días dedicados a programar el curso pastoral e iniciarle o las fiestas que más nos afectan en nuestro ámbito local, que los acontecimientos que acaecen en la Iglesia de España o en la Iglesia universal: todos son nuestros y los hemos de vivir como lo que le sucede a nuestra familia.

El mes de octubre se presenta ante nosotros como un periodo de tiempo en el que van a sucederse en la Iglesia universal una serie de acontecimientos significativos a la vez que transcurre la vida normal y apasionante de nuestras comunidades cristianas. En dos mil años de historia cristiana, tan sólo san Pedro, Pío IX y León XIII llevaron durante más de 25 años el timón de la Iglesia católica.

Las “bodas de plata” de Juan Pablo II como papa el próximo día 16 de octubre harán entrar al Santo Padre en la lista de los tres sucesores de san Pedro que más años han sido Vicarios de Cristo. Ese día celebra el Santo Padre, en efecto, los 25 años de pontificado. Tres días después, el 19, tendrá lugar la beatificación de la Madre Teresa de Calcuta, ese don de Dios a la Iglesia actual, que vuelve a decirnos a los cristianos el valor que tiene el amor sin límites a Cristo en los más pobres de nuestro mundo.

¿Con qué sentimientos celebrar nosotros estos 25 años del pontificado de Juan Pablo II, celebración que se colorea con el final del Año del Rosario y la beatificación de la menuda monja albanesa? Como algo nuestro, de nuestra Iglesia. No caigamos en la trampa de una crítica intemperante, cuando la vida de la Iglesia la lleva el Espíritu, que nos muestra su fuerza. Por ejemplo, si el Papa no quiere esconder sus limitaciones físicas y quiere mostrarse tal y como está y demostrar que las dificultades pueden superarse, ¿por qué eso escandaliza a tantos que no aceptan la vejez y esconden el misterio de la muerte? El Papa sigue mostrando su sentido del humor, al exclamar: «Cuando quiero saber cómo está mi salud, leo los periódicos para enterarme». Habrá que agradecer, sin embargo, tanta atención por Juan Pablo II de los que normalmente le critican con tanta persistencia. Paradojas.

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid