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Braulio Rodríguez Plaza

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Artículo

Los católicos y la vida pública

1 de noviembre de 2003


Publicado: BOA 2003, 512.


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Que una de las principales preocupaciones de muchos católicos españoles en el momento presente es la de impulsar la presencia y la intervención de los cristianos en la vida social y política, es algo evidente. Que las cualidades de la fe y de la vida cristiana pueden y deben ser tenidas en cuenta con especial atención para responder a las exigencias y los retos del mundo presente, resulta incuestionable. Que tales preocupaciones hayan calado hondo y encontrado el arraigo debido en la vida pública española, me temo, desgraciadamente, que es más dudoso.

De esta situación pueden darse varias explicaciones. Una de ellas es que desde algunos sectores, de modo a mi entender erróneo, se ha intentado confinar al cristianismo en una dimensión intimista, reduciendo la fe a una cuestión privada y negando al hecho cristiano la innegable proyección y relevancia pública que tiene. Existe sin duda también una falta de verdadera conciencia entre los católicos sobre la necesidad de crear cauces apropiados para una mayor participación en la “cosa pública” como tales católicos, pues temen que sea interpretado como “confesional” o intolerancia religiosa lo que es simplemente la promoción en conciencia del bien común de la sociedad política.

Y es que en un momento en que reina el conformismo del absurdo y del desorden moral, en un momento en que el ídolo del materialismo se ha convertido en centro de atracción, nada hay más audaz que predicar la defensa de los valores y doctrina de la tradición católica como principios que pueden informar la vida pública. Y esto en bien de los hombres y mujeres que pueblan nuestro mundo.

Parecen haber llegado los tiempos anunciados por Nietzsche en los que «la sociedad debe olvidarse de Dios» y ser «abogado de la norma se convierte en la forma suprema de grandeza». Frente a aquellos que, como Nietzsche, piensan que «todas las posibilidades de la vida cristiana han sido consideradas» y que «es tiempo de descubrir otras novedades» hay que reaccionar y decir: en nuestra sociedad plural sabemos que existen personas y grupos que piensan de este modo y tienen derecho a defender su punto de vista, pero con la misma fuerza tenemos que decir que son muchos los que viven todos los días alumbrados con la sorprendente actualidad de la doctrina cristiana que conforma y renueva su existencia. Y, más aún, con el reto de hacerla fecundar en la entraña de nuestro mundo.

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid