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Braulio Rodríguez Plaza

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Artículo

La espera y la fiesta

6 de diciembre de 2003


Publicado: BOA 2003, 516.


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Consideremos algo muy actual en las vísperas de la Navidad: la tensión en el hombre “postmoderno” entre la espera y no-espera. ¡Qué extraño resulta, o al menos llamativo, que los que en cierto modo son ya incapaces de espera, pues viven de lo inmediato y se conforman con ello o son conscientes de sus numerosos logros gracias a su espíritu emprendedor, necesiten imperiosamente esperar!

La espera constituye la misma trama de la vida. Es su fuerza y su debilidad. Impaciente y serena, la espera es compañera de la vida en sus búsquedas y encuentros. Contiene sus secretos. La espera es de algún modo nosotros mismos, con nuestras cualidades y defectos, con nuestras certezas y nuestros interrogantes, con nuestras necesidades y nuestros deseos.

¿Cómo esperan este hombre y mujer “postmodernos”, que parecen no esperar ya nada ni a nadie? Curiosamente poco hemos avanzado respecto al hombre primitivo: nos detenemos a preguntar a los astros, confiamos a hechiceros nuestros males, recurrimos a diversos magos en busca de un suplemento de energía, nos refugiamos en mundos artificiales que nos procuran las drogas y las múltiples ofertas de las agencias turísticas. Todo lo cual demuestra que llevamos en nuestro corazón una esperanza que no está a nuestro alcance ni en nuestras posibilidades ni en nuestras fuerzas. Y no se sacia con fiestas y espectáculos, aunque ahora se preparen ya los de Navidad.

Distinto es el misterio de la espera que aparece en la Biblia, pues esa espera está unida a la venida de Dios en su Hijo Jesucristo. La Palabra de Dios proclamada en Adviento nos asegura que no esperamos a un Godot que nunca llegará, sino a Alguien que va a llegar. A nuestra pregunta: «Centinela, ¿cuánto queda de la noche?», responde la Escritura: «Viene la mañana...» (Is 21,11-12). «Nosotros esperamos al Señor, Él es nuestro socorro y nuestro escudo; Él es la alegría de nuestro corazón» (Sal 32,21).

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid