{\sc Arzobispo} \\ Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

Imprimir A4  A4x2  A5  

Artículo

¿Qué se fue de la Navidad?

27 de diciembre de 2003


Publicado: BOA 2003, 518.


\documentclass[a4paper, 12pt]{article} \usepackage{larva} \usepackage{charter} \usepackage{titlesec} \usepackage{amssymb} % Para \blacksquare \titleformat{\section}{\centering \Large \color{blue} \bf}{}{0mm}{} %\setlength{\parindent}{0mm} \setlength{\parskip}{2mm} %\hyperbaseurl{http://www.archivalladolid.org/} % agenda.php?DI= . date ('Y-m-d') . \&Evento=} % \includegraphics[width=0.15\textwidth]{../arzobispado.jpg} \begin{document}

Después de celebrar la Navidad —en muchas ocasiones sin saber bien en qué consiste ésta— antes de la Navidad; después de comida y cenas de Navidad, de reuniones con motivo de la Navidad, ha llegado la Navidad en la noche del 24 y el día 25, ¿y qué se fue de la Navidad? ¿Qué celebramos? ¿De qué va esta fiesta?

En la Navidad no celebramos el día natalicio de un hombre grande cualquiera. Hombres y mujeres grandes ha habido y habrá muchos. Tampoco celebramos simplemente el misterio de la infancia o de la condición de niño, de modo que confesamos lo bueno que es la ilusión de los niños en Navidad, y para los adultos que recordamos con nostalgia la infancia para siempre perdida.

Ciertamente que lo puro y lo abierto del niño nos hacer esperar y nos proporciona esperanza. Incluso nos da ánimos para contar con nuevas posibilidades del ser humano. Pero los cristianos, en la fiesta de Navidad, ni nos aferramos demasiado al nuevo comienzo de la vida que se da en el niño, en cualquier niño. Sencillamente porque al final sólo nos quedaría la tristeza, ya que lo nuevo de los niños pronto acaba por hacerse algo viejo y usado. También el niño entrará en el campo de la competitividad y la rivalidad de la vida, y acabará siendo, igual que todos, presa y botín de la muerte.

Entonces cabría preguntarse si el nacer no es algo triste, puesto que sólo lleva a la muerte. Por eso es tan importante observar que en Navidad lo que ha ocurrido es algo más, que es el objeto de nuestra alegría y el contenido propio de la fiesta: el Verbo/Hijo de Dios se hizo carne y habitó (y habita) entre nosotros (Jn 1,14). «Este niño es Hijo de Dios», nos dice uno de nuestros villancicos navideños más antiguos. Aquí sucedió lo tremendo, lo impensable y, sin embargo, también lo siempre esperado: Dios vino a habitar entre nosotros. ¿Se habrá subrayado en tantas fiestas este contenido preciso de la Navidad?

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid