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Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Tú puedes ser misionero

25 de enero de 2004


Publicado: BOA 2004, 9.


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Cuando Jesús comenzó su andadura de anunciar y traer el Reino de su Padre, no lo hizo como un predicador solitario. Rápidamente llamó a otros y los preparó y envió para este mismo anuncio. Sin Jesús nada se puede hacer, pero Él quiere hacer amigos, no esclavos, que participen de su misma misión.

¿Puede excluirse a los niños cristianos de participar en esta misión de Jesús, que nos revela al Padre, nos hace participar de su amor y nos invita a llevar este tesoro a los demás? Hacer esto sería un disparate más grande que la Catedral. Sin embargo, con harta frecuencia, eso es lo que estamos haciendo, encerrando a los niños en los raquíticos límites de almacenar cosas, jugar en solitario con playstations y pensar únicamente en sí mismos. Una gran irresponsabilidad de padres y educadores, a lo que contribuye fuertemente la telebasura.

Hay que decirles a los padres y a los catequistas de esos niños que repitan a éstos constantemente: «Tú puedes ser misionero», y salir de “tus cosas”, que traerán a la larga aburrimiento y tristeza. Desde hace 161 años esta es la tarea de la Infancia Misionera, que se celebra hoy, día 25 de enero. Hay que hablar a los niños de las aventuras de los misioneros, de nuevos pueblos y nuevas gentes, de que hay que estar dispuestos a todo, de lo bonito de lo inesperado y de lo sorpresivo de andanza con escasos controles y rutinas.

Se trata de la aventura de Dios, de ponernos en sus manos sin esperar nada a cambio, dejando que Él te lleve a donde quiera y como quiera. ¿Para cuándo dejamos de iniciar a los niños en algo vital: que la vida se entrega, se da, se regala, se gasta y desgasta por Cristo y por los demás? ¿Lo dejaremos para la juventud, cuando esos niños y niñas sean unos perfectos egoístas, sin miras altruistas, y sean carne de depresión y fuente de conflictos?

Hay que decir muy alto a los niños que mañana pueden ser misioneros y que ya pueden serlo hoy. ¿Qué puede frenarlos a amar a otros chavales de otros lugares del planeta que no conocen a Jesús ni la alegría de su amistad? ¿Para cuándo educarlos y animarlos a la fraternidad universal, al mejor entendimiento entre los pueblos, a la ayuda de desarrollo en justicia entre pueblos más ricos y más pobres? ¿Cuándo a hacerles vibrar con el anuncio de la fe?

Si tú, chaval o chavala, acaso me lees, vente el domingo 25 a la Catedral a celebrar la Misa de 12 de la mañana con otros muchos chicos y chicas de Valladolid. Te ayudaremos a vivir un bonito sueño. No te quedes jugando con tus videojuegos, sin pensar en los demás. Anímate, merece la pena.

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid