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Necrológica

Sergio Fernández González \\—Presbítero diocesano—

15 de febrero de 2004

Publicado: BOA 2004, 31.

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Nació el 7-10-1925 en Palazuelo de Vedija (Valladolid). Inició los estudios en el Seminario Menor de Valderas (León); los continuó en León y los finalizó en Valladolid, ordenándose sacerdote el 31-5-1952 en Barcelona, con motivo del Congreso Eucarístico Internacional. Posteriormente, amplió estudios eclesiásticos en la Universidad Pontificia de Salamanca y en la de Santo Tomás de Aquino, de Roma. En nuestro Seminario fue profesor auxiliar de Literatura (1965-68) y profesor titular (desde 1979 hasta su jubilación).

Tras ejercer su ministerio sacerdotal en nuestra diócesis como coadjutor de San Andrés de Valladolid (1952-53), ecónomo de Matapozuelos (1953-54) y capellán de Aprendices de la RENFE (1954-55), ingresó en el Cuerpo de Eclesiástico del Ejército. Pasó por diversos destinos en toda España, pero la mayor parte de su vida la dedicó a la capellanía de unidades militares de Valladolid: Agrupación de Sanidad, Regimiento de Artillería n. 26 y Academia de Caballería. En este período, necesitó pedir excedencia por enfermedad durante dos años, y, en 1978, la baja en el Cuerpo. Después fue adscrito de San Ramón Nonato de Valladolid (1979), consiliario de Acción Católica (1983) y consiliario de la Asociación de Viudas.

Desde joven «encontró a Dios en la poesía o a la poesía en Dios»; sus poemas, comunicados «con una sencilla y honda voz», según la prensa, fueron reconocidos con diversos premios, y colaboró en revistas literarias como Estría, Parola y Llanuras. Publicó numerosos libros, entre los más conocidos están: Profecías XX, Castilla y otros llantos, Esperando el origen, Aires Altos, Salmos del Caminante, Valladolid-Valladolid, y, al final de su vida, Mis Villancicos.

Vivió sus últimos años en la Residencia Sacerdotal, desde la que fue trasladado al Sanatorio Sagrado Corazón a causa de una hernia de estómago, falleciendo allí cuatro días después. Se oficiaron funerales en la parroquia Santa María la Antigua y en la de su pueblo natal, siendo llevadas sus cenizas a su panteón familiar en el cementerio de esa localidad.