{\sc Arzobispo} \\ Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

Imprimir A4  A4x2  A5  

Carta semanal

¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado!

11 de abril de 2004


Publicado: BOA 2004, 89.


\documentclass[a4paper, 12pt]{article} \usepackage{larva} \usepackage{charter} \usepackage{titlesec} \usepackage{amssymb} % Para \blacksquare \titleformat{\section}{\centering \Large \color{blue} \bf}{}{0mm}{} %\setlength{\parindent}{0mm} \setlength{\parskip}{2mm} %\hyperbaseurl{http://www.archivalladolid.org/} % agenda.php?DI= . date ('Y-m-d') . \&Evento=} % \includegraphics[width=0.15\textwidth]{../arzobispado.jpg} \begin{document}

«Jesús Nazareno, el que fue crucificado, ha resucitado. Id y decidle esto a Pedro y los demás discípulos» (Mc 16,7). El mismo Jesús, que la mañana de Pascua envió a aquellas mujeres a llevar la alegre noticia a Pedro y sus compañeros, me envía ahora a mí para repetir ese mismo eterno mensaje a todos vosotros, hijos de esta Iglesia de Valladolid: «¡Ha resucitado! ¡Jesús de Nazaret, el crucificado, ha resucitado!».

Desearía yo ser hoy un ardiente mensajero de esta resurrección maravillosa de Cristo. Se necesita, eso sí, una gracia especial para hablar de la resurrección de Jesús. Pero es verdad: hay que decir a toda la Iglesia: «No llores; he aquí que ha vencido el león de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido» (Ap 5,5). Nadie puede decir: «Jesús es el Señor», o lo que es lo mismo: «Jesús ha resucitado», si no lo dice «en el Espíritu Santo» (cf. 1Co 12,3).

Ante la resurrección, cualquier palabra se queda corta. Aquel que pasa del anuncio de la cruz al de la resurrección de Jesucristo se asemeja a quien, después de recorrer la tierra firme, llega de repente a la orilla del mar. Allí debe detenerse de golpe. Sus pies ya no pueden proseguir, ni caminar sobre las aguas. Las mujeres que llegaron ante Pedro y los demás apóstoles anunciando la resurrección estaban agitadas y llenas de gestos y exclamaciones: «¡Vacío, vacío, el sepulcro está vacío! ¡El Maestro está vivo!». La noticia era mucho mayor de lo que podían expresar con medios humanos. Era el vino nuevo que rompe los odres viejos derramándose por todas partes.

Todos los “prodigios” de Dios han encontrado su cumplimiento y superación en este prodigio que es la resurrección de Jesucristo. El Resucitado entró en el Cenáculo «con las puertas cerradas». Hoy sigue entrando con las puertas cerradas porque ha sido constituido Señor. Pasa a través de las puertas cerradas del corazón, a través de las puertas cerradas de cultura y épocas que niegan la resurrección. A través de sufrimientos causados por el odio de terroristas infames, o por el injusto reparto de los bienes; a través del dolor causado a los niños, a los inocentes, a los mayores, a las mujeres, a los pobres. Atraviesa esos muros que nosotros ponemos.

«Nadie se resiste a este vencedor. / Él pasa a través de las puertas cerradas, / desde el otro lado del muro. / Y así, a través del tiempo, / Él pasa sin romper su medida». Así cantaba P. Claudel.

Y es que nada ha podido impedir que llegara la Pascua este año, nada impedirá que vuelva a llegar también el próximo año, hasta su vuelta definitiva. La necesitamos para la esperanza del mundo, para sentir su Presencia, su amor y su ánimo de Cristo vencedor, que tiene el oficio de consolarnos. Nada puede tampoco impedir a la Iglesia repetir en cada Misa: «¡Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús!».

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid