Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Reflexiones sobre la Pascua

18 de abril de 2004


Publicado: BOA 2004, 90.


¿A qué llamamos Pascua los cristianos? Para muchos, la palabra apenas tiene algún significado; muchos también se olvidan de una parte del misterio pascual y sólo llegan hasta el Viernes Santo. Lo demás no interesa tanto, sólo la Pasión. Otros apenas se estremecen por la Pasión y el amor de Cristo en su dolor, y su vida entregada por nosotros, y argumentan: «Jesús es paz y amor, y energía positiva. No hay que traumatizar a la gente con dolor y sangre». ¿Qué decir? Pascua es sencillamente Cristo que padece, muere y resucita, y la Resurrección constituye la novedad absoluta, lo no prefigurado, lo inesperado; lo inesperado para los apóstoles y para nosotros.

Pasión y Resurrección, ésa es la verdadera Pascua. Pascua es el día en que celebramos conjuntamente la Pasión y la Resurrección del Señor. La fe de los cristianos consiste en creer en la Resurrección de Cristo. Muerte y Resurrección unidas constituyen, pues, el misterio Pascual. Pero no como dos momentos que simplemente se suceden, sino más bien como un movimiento, como un paso del uno al otro; es decir, algo dinámico, ya que consiste en hacernos pasar de la muerte a la vida, del dolor a la alegría, algo que no se puede detener. Se trata de la Pasión y la Resurreción que nos salvó en el Bautismo y la Confirmación, y nos sigue nutriendo con la Eucaristía, que nos salva cada día. Por ello, una Pascua de Pasión sin la Resurrección sería una pregunta sin respuesta, una noche que no termina en el alba del nuevo día; sería fin en vez de comienzo de todo.

La Muerte y la Resurrección de Cristo sucedieron una sola vez, y lo que nosotros celebramos, la liturgia pascual, es la conmemoración de aquel acontecimiento que sucedió aproximadamente entre los años 30 y 33 de nuestra era. Pero hoy se nos pregunta a los cristianos por parte de los que no tienen nuestra fe: «¿Eso que decís sucedió con Jesús es cierto, o es un mito de primavera? ¿Ha resucitado Jesús únicamente en la liturgia de la Iglesia, en sus ritos, o ha resucitado también en la realidad y en la historia? ¿Ha resucitado porque la Iglesia así lo cree, o ha resucitado y por eso la Iglesia lo proclama? ¿Ha resucitado Jesús, su persona, o ha resucitado sólo su causa, en el sentido puramente metafórico, donde resucitar significa aquí la supervivencia o la reaparición victoriosa de una idea despues de la muerte de quien la ha propuesto?»

Así se piensa hoy día en nuestra sociedad, y muchos cristianos también; y no tenemos las cosas claras, pues eso afecta a lo esencial de la fe. Y hay que estar seguros, y saber que no creemos a tontas y a locas. ¿Qué ha sucedido?

¿Qué es lo que ha determinado un cambio tal por el que los mismos hombres que antes habían renegado de Jesús o habían huido, los discípulos, ahora dicen en público estas cosas? Fundan iglesias en nombre de Jesús y tranquilamente se dejan apresar, flagelar y matar por Él. Ellos nos dan una respuesta a coro: «Ha resucitado». Un sucesor de Poncio Pilato en Judea, el gobernador romano Festo, tiene preso a san Pablo, que ha apelado al César. Pero no entiende de qué le acusan sus compatriotas; los puntos discutidos, señala el romano, son cosas referentes a su religión y sobre «un tal Jesús», ya muerto, que Pablo asegura que vive.

Y es que Cristo está resucitando continuamente, es aquél que siempre resucita; Él quiere resucitar también en esta Pascua y espera que nosotros lo hagamos resucitar en nuestras personas y sobre todo en nuestra conducta; y predicando su Resurrección. Jesús ha resucitado; quizá ahora mismo y aquí, en medio de nosotros. Dichosos aquellos que pueden decir alguna vez, como dijo san Pablo: «Se me apareció también a mí».

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid