{\sc Arzobispo} \\ Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta mensual

La Iglesia se sostiene \\con la participación de todos los católicos

Mayo de 2004


Publicado: BOA 2004, 208.


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Uno de los mayores motivos de acción de gracias a Dios y de alegría es el servicio y atención a los pobres, de lo que nuestra Iglesia de Valladolid está dando pruebas. Son muchos y con vitalidad los fieles, grupos, instituciones eclesiales y servicios, tanto parroquiales como diocesanos, que se dedican a atender a las personas con problemas y a luchar contra las causas de la injusticia. Instituciones como Cáritas, Manos Unidas y otras gozan de prestigio social y son un instrumento eficaz para que los católicos y las personas de buena voluntad presten más ayuda a los necesitados aquí y en el Tercer Mundo.

Además, otros muchos católicos colaboran como voluntarios en diversas organizaciones de ayuda al desarrollo y promoción social. Progresando en este espíritu, tenemos que actuar de tal manera que los pobres, en cada comunidad parroquial, se sientan como en su casa. Corresponde a cada uno de nosotros descubrir en los necesitados de nuestros barrios y de nuestros pueblos el rostro de Cristo.

Desde nuestra comunidad eclesial hemos de seguir defendiendo clara y públicamente los derechos humanos y particularmente la dignidad y la vida de la persona, en los diversos ámbitos en los que está amenazada, sin complejos, aportando nuestra contribución a la solución de la cuestión social, que ha llegado a ser ya una cuestión planetaria por los efectos de la llamada “globalización”.

Ciertamente la misión fundamental, propia, específica y primera de la Iglesia es la evangelización, predicar a Cristo. Si no cuidamos esta dimensión, nuestra Iglesia corre el riesgo de defender un humanismo filantrópico y nuestras comunidades cristianas pueden reducirse a agencias de servicios sociales. Para que la evangelización sea posible y no se quede en la periferia, debe abarcar esa dimensión social de la fe como parte integrante de la acción evangelizadora, formando un todo con lo que llamamos anuncio del kerigma, la catequesis y la celebración de la fe.

Con el bautismo nos incorporamos y ya pertenecemos a Cristo y a su Iglesia, pero para permanecer activos tenemos la responsabilidad de participar en la vida de nuestras comunidades y en su sostenimiento económico, siendo generosos con nuestro tiempo, nuestras ofrendas y nuestras contribuciones. «Dad y se os dará; recibiréis una medida bien llena, apretada y rebosante; porque con la medida que midáis, seréis medidos» (Lc 6,38)

Participar en la vida de la Comunidad Cristiana significa compartir la Celebración Dominical de la Eucaristía e implicarse en el compromiso por la justicia como ejercicio de la caridad fraterna y del mismo anuncio del Evangelio a través de las actividades y servicios que ofrece dicha Comunidad. Este compromiso lo cumple el obispo con su Magisterio, que enuncia y actualiza los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, y todos los fieles, particularmente los laicos, con su palabra, acción y testimonio para la construcción y transformación de la sociedad según los proyectos de Dios.

Pero el cristiano no solamente es miembro de la Iglesia en el campo espiritual. También lo es en el campo económico, ya que la tarea de la evangelización precisa de importantes recursos económicos. Las fórmulas para su obtención han sido muy variadas a lo largo de la historia de la Iglesia (bienes en común de los primeros cristianos, grandes propiedades eclesiásticas, colaboración de los Estados, asignación tributaria, limosnas, colectas, aranceles...) y rara vez se ha utilizado en exclusiva alguna de ellas.

Ahora que se acercan las fechas de presentación de la Declaración de la Renta del año 2004 quisiera recordar a todos los católicos de Valladolid que tenemos la responsabilidad moral de colaborar en el sostenimiento de nuestra Iglesia, esto es, manifestar nuestro compromiso poniendo una X en la casilla de la Iglesia Católica. De esa manera, el 0,52 de nuestros impuestos están sirviendo para sostener sus acciones más importantes: el desarrollo del culto y de los programas de pastoral que aseguran la dimensión religiosa y humana de las personas y la promoción de los más necesitados; el mantenimiento de los templos, del patrimonio y la construcción de nuevos edificios necesarios para desarrollar su labor; y la retribución de los sacerdotes, religiosos y seglares que se dedican a la atención de todos los fieles.

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid