Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Acaba el curso

20 de junio de 2004


Publicado: BOA 2004, 220.


En el final de junio o en los primeros días de julio, una gran parte de la población vive momentos excitantes, que otros, por desgracia, no tienen ocasión de experimentar. Se trata del final del curso, bien sea escolar o de las tareas apostólicas (catequesis, cursos de formación, grupos donde se comparte y se afianza la fe...). Para algunos estudiantes son momentos igualmente delicados, pues con frecuencia se juega uno mucho en exámenes, pruebas de acceso, que determinan no sólo el verano, sino la propia vida a corto plazo.

En estas situaciones, por otro lado, tan normales en la vida de cada día, ¿servirá de algo la fe en Cristo para los que nos llamamos cristianos? A mi modo de ver, dejar en conserva la fe en circunstancias como éstas, en las que transcurre la vida de los cristianos dentro de nuestra sociedad, es un signo más de que nos puede la cultura dominante, que poco quiere con un Dios del que se prescinde para las cosas de cada día.

Es muy distinto vivir exámenes, por ejemplo, como una oportunidad donde triunfar o como un paso que uno pasa, después de haber trabajado todo un curso en el que se ha ido formando; lo primero se puede convertir en algo mareante, que nos trae de cabeza; lo segundo puede ser ocasión de preocupación, pero que se afronta con la conciencia de haber trabajado y haber cumplido con la tarea de trabajar que toda persona debe realizar.

En ocasiones acontece que, en ese día a día, desaprovechamos para una sólida formación y somos en muchas ocasiones los adultos quienes introducimos a los que se están formando en un clima de competitividad un tanto inhumana y desaconsejable, pues tiene consecuencias muy negativas.

Aquellos que estáis acabando el curso como catequistas, monitores, guías de grupos, o aquellos que formáis parte del catecumenado de adultos o de formación permanente en parroquias o movimientos, o que atendéis a áreas socioreligiosas o sociocaritativas, seguro que para vosotros el clima es diferente. También es posible que estéis cansados, pero es otro tipo de cansancio. Muchos habréis tenido grandes satisfacciones, pues habréis descubierto las maravillas del Señor o sentiréis el bien que hacéis a los demás y cuánto han avanzado en el amor del Señor.

Posiblemente compartiréis muchos sinsabores, pues es difícil transmitir la fe o acrecentarla en los niños, adolescentes y jovenes. Tambien les ocurre eso mismo a los padres cristianos o a cualquier padre en el proceso de educacion de sus hijos. Pero es necesario ver lo hermoso que es educar y las compensaciones que lleva consigo. Además, nosotros somos únicamente instrumentos, pues en la transmisión de la fe y en el crecimiento de ella actúa el Espíritu Santo, que llega a aquellos que se nos confían antes de que nosotros comencemos ni siquiera a hablar.

Al Espíritu damos gracias; yo quiero hacerlo también y hacer mención de todos cuantos habéis trabajado en este curso en la vida de la Iglesia santa en Valladolid. Vuestra tarea, en ocasiones difícil, es bellísima. Dios os lo premie.

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid