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Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Recordar para comenzar

12 de septiembre de 2004


Publicado: BOA 2004, 404.


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Os saludo a todos, tras la pausa de julio y agosto. Reanudo hoy esta comunicación con todos ustedes, que a mí me ayuda tanto para mi vida de obispo y que espero les sirva también a ustedes.

El mes de agosto ha sido un tiempo con muchas cosas y muy variadas para mí: desde los últimos días de julio he vivido con ilusión la peregrinación europea de jóvenes a Santiago de Compostela; unos días intensos, desenfadados y serios a la vez, caracterizados por la alegría de la fe de los jóvenes. ¡Sí, hay jóvenes y muchísimos tienen fe y siguen a nuestro Señor Jesucristo! Quiero agradecer de corazón a los que han preparado en nuestra Diócesis esta peregrinación y a los que han participado en ella. Saludo desde aquí a los jóvenes vallisoletanos y les agradezco mucho su empuje en la peregrinación y sus ganas de buscar otro mundo diferente, esa alternativa que supone la fe en Cristo. Aunque éramos muchos, pude conoceros más a fondo, pese a mi cansancio por seguir cada día el camino.

En las tres semanas de descanso, ¡he descansado! He leído y orado con tranquilidad y he pensado en la Iglesia que caminamos en Valladolid. Un obispo nunca olvida a sus cristianos. No sería un buen obispo; pero alejarse un poco de las preocupaciones de cada día es también recomendable, para recobrar nuevos ánimos. Al final de estos días, viví con tristeza y esperanza la muerte de un vallisoletano insigne, el cardenal Marcelo González , que tan honda huella dejó entre nosotros por su palabra y por sus hechos de un hombre de Iglesia, seguidor de Cristo.

Las vacaciones terminaron con agosto, pero inmediatamente participé en un Congreso internacional sobre la Acción Católica en Roma, que culminó en Loreto, lugar de la “Santa Casa de María”. Allí peregrinó la Acción Católica italiana y cuantos participamos en el Congreso y allí, el domingo 5 de septiembre, Juan Pablo II beatificó a tres miembros de la Acción Católica: un médico y sacerdote barcelonés, Pedro Tarrés, y dos laicos italianos, verdaderos testigos de Jesucristo.

Fueron unos días intensos, para prepararse para el trabajo del curso ya tan próximo. Las posibilidades apostólicas de la Acción Católica están todavía por descubrirse en España y en Valladolid, olvidando viejos esquemas y lanzándose hacia el futuro necesitado de la presencia de cristianos laicos, niños, jóvenes y adultos, bien formados, arraigados en su Iglesia local y en las parroquias, preparados para dar testimonio de la fe católica. La figura del Papa, alentando en su debilidad visible a los que allí estuvimos presente en la enorme llanura junto al mar Adriático, es impresionantemente atractiva y significativa. La imagen del Papa dando su vida vale más que mil argumentos.

Y ahora enfrentamos ya la realidad de la actividad normal y el curso pastoral. Por ambas cosas pedía a la Virgen en la Catedral el día 8 . A esta tarea os animo, queridos hermanos. No hay tiempo que perder, pues mucho es lo que debemos llevar a cabo.

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid