Conferencia Episcopal Española
Comisión Episcopal de Apostolado Seglar

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Comunicado final

Congreso Nacional
de Apostolado Seglar 2004 - Madrid

14 de noviembre de 2004


Temas: apostolado seglar, laico, misión y España-Iglesia.

Web oficial: http://www.congresodeapostoladoseglar.org/congreso/Comunicadofinal.htm

Publicado: BOA 2004, 662; Ecclesia LXIV/3.232, noviembre (2004), 1704.


Los participantes en este Congreso de Apostolado Seglar, procedentes de todas las diócesis de España y de las Asociaciones y Movimientos Eclesiales, queremos expresar en primer lugar nuestra comunión en la fe de la Iglesia Católica y nuestra adhesión y gratitud al papa Juan Pablo II por su ministerio infatigable al servicio de toda la Iglesia y su aliento a la fidelidad a la vocación y a la misión de los fieles cristianos laicos.

En comunión con nuestros obispos, al finalizar este Congreso en el que hemos compartido nuestra fe y nuestras preocupaciones, manifestamos nuestro deseo de ser testigos de la esperanza que ha sido introducida en la historia por Jesucristo, el Hijo de Dios.

Conmemoración del Año de la Eucaristía y días en los que hemos sido llamados a redescubrir las fuentes de las que brota la vida cristiana: el Bautismo que nos injerta en el cuerpo de la Iglesia, la palabra de Dios que ilumina nuestra conciencia, la Eucaristía que nos da alimento para el camino y el testimonio de la caridad fraterna, signo de la misericordia y el perdón de Dios.

Sólo la santidad, que es el nombre de la humanidad transformada por Jesucristo, puede ofrecer a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, una respuesta a la altura de sus verdaderas necesidades.

Nos sentimos enviados a la misión, que consiste en comunicar la vida nueva de Jesucristo, presente en la comunión de la Iglesia, allí donde se desarrolla la vida de nuestros hermanos los hombres. Somos conscientes de que a pesar de la marginación social y cultural que tantas veces sufre la fe en nuestra sociedad, la espera del anuncio cristiano sigue viva entre nuestros contemporáneos.

En este Congreso hemos tomado conciencia del momento histórico que vivimos, marcado por el alejamiento de Dios y el relativismo moral que provocan un verdadero daño.

Sin embargo, las dificultades del momento presente no nos asustan, sino que despiertan aún más nuestro deseo de salir al encuentro de todos los hombres con la propuesta de la vida cristiana.

Durante este Congreso hemos abordado los diferentes campos en los que se hace urgente una renovada presencia cristiana.

  • Los jóvenes, con sus aspiraciones, búsqueda y frustraciones, siempre abiertos al encuentro sencillo y luminoso con Jesucristo, el único que sabe hablarles al corazón.
  • La familia, basada en el matrimonio entre hombre y mujer, y abierta a la vida, que precisa junto a la adecuada tutela legal, el alimento del Evangelio para sostenerse en su misión.
  • Nuestra sociedad con sus diferentes areópagos, que necesita la sabia de la vida cristiana para no perderse en la confusión y el sinsentido.
  • El mundo económico y laboral, afectado por transformaciones profundas y por una mentalidad economicista, que demanda una nueva experiencia de la dignidad y el significado del trabajo humano.
  • Los medios de comunicación, forjadores de la mentalidad y la cultura, en los que es preciso hacer oír la voz plena de humanidad de la experiencia cristiana.
  • Para responder a estos desafíos, los fieles laicos necesitamos vivir en la comunión de la Iglesia, alimentados por la enseñanza de sus pastores y sostenidos por el testimonio de la santidad de sus mejores hijos.

    A María, Madre de Cristo y de la Iglesia, de la cual en este año celebramos el 150º aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, encomendamos los frutos de este Congreso para que se manifiesten en una renovada presencia de la fe cristiana en este momento esperanzador de nuestra historia.