Iglesia en Castilla - Secretaría de los Obispos y de Pastoral

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Comunicado final

24º Encuentro de Arciprestes 2005 - Villagarcía de Campos

Pistas para el camino

16 de febrero de 2005


Publicado: BOA 2005, 85.


Hemos concluido el XXIV Encuentro de “Iglesia en Castilla” en Villagarcía de Campos. En esta ocasión obispos, vicarios, arciprestes, delegados del Clero y formadores de seminarios hemos reflexionado unidos sobre la espiritualidad del presbítero diocesano. Al final del Encuentro nos parece conveniente comunicar al resto del Pueblo de Dios lo siguiente:

Para poder acoger el don recibido y hacerlo tarea permanente de por vida, el sacerdote está llamado a cuidar tres dimensiones básicas, inherentes a su existencia sacerdotal: el misterio, la comunión y la misión. Juntas representan una fuerte llamada a la santidad y suponen en él afrontar con gozo todo un proceso espiritual.

Siendo el ejercicio del propio ministerio la fuente, la exigencia y la configuración de su itinerario interior, se subrayan algunas propuestas para promover, fomentar y ahondar lo específico de su espiritualidad.

I. Dimensión del misterio

1. Ante la multiplicidad de tareas y de retos que plantea la nueva situación sociocultural, se pide a cada presbítero que favorezca y desarrolle los medios concretos espirituales, potenciadores de la unidad interior de su persona: la Eucaristía y los sacramentos, la oración personal y la comunitaria, el retiro y los ejercicios espirituales.

2. Para transparentar mejor el don recibido, constituye un encargo ineludible del presbítero, guiado por el Espíritu, la unión íntima con Cristo Sacerdote, Pastor y Esposo. Es de desear que este cometido se perciba en todos los campos de la actividad diocesana, en los que desarrolla su ministerio.

3. Es misión de la Delegación Diocesana del Clero ayudar al obispo en la atención integral de los sacerdotes. Para ello se considera oportuno que el responsable de ella, siempre que sea factible, sea liberado de otras tareas principales.

II. Dimensión de la comunión

1. Para el sacerdote el presbiterio, presidido por el obispo, constituye un lugar privilegiado de comunión, fraternidad y misión. Todos estamos convocados a prestar nuestra colaboración para su revitalización.

2. Representa una tarea prioritaria del presbítero el promover lo comunitario: grupos, fraternidades y equipos apostólicos, favoreciendo los encuentros para compartir la vida, la misión apostólica y los tiempos lúdicos.

3. El sacerdote, como hombre de comunión, está vocacionado para fomentarla, en todas sus formas, en las comunidades y en los movimientos eclesiales, respetando siempre un sano y legítimo pluralismo.

III. Dimensión de la misión

1. El núcleo de la misión apostólica y de la actividad evangelizadora se encuentra en “ir del misterio al ministerio”, de la mesa eucarística al camino y del camino a la mesa eucarística.

2. De lo profundo de la espiritualidad presbiteral fluye la pasión por anunciar el Evangelio, por desarrollar procesos de iniciación cristiana y por buscar nuevos itinerarios para la transmisión de la fe. Para la evangelización de esta tierra y de este pueblo se estima necesario renovar las parroquias, potenciar las unidades pastorales y revitalizar los arciprestazgos.

3. Ante los desafíos actuales, y en orden a discernir caminos renovados de evangelización, resulta necesario fomentar el gozo espiritual, la fortaleza y el aliento apostólicos, para situarnos en el mundo con esperanza y coraje, con creatividad y fidelidad.

Finalizamos este comunicado con un agradecido reconocimiento a todos y a cada uno de los presbíteros de nuestras Diócesis de la Iglesia en Castilla, que día a día, conducidos por el Espíritu, gastan generosamente su vida por el Reino, haciendo visible ante los hombres el amor del Padre y de los hermanos, manifestado por el Hijo Encarnado. En este año pedimos a la Inmaculada, Madre de los sacerdotes, que nos acompañe y fortalezca con su ejemplo en las duras fatigas de la evangelización.

Villagarcía de Campos (Valladolid), 16 de febrero de 2005