Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Oración por las vocaciones

17 de abril de 2005


Publicado: BOA 2005, 110.


Tras la muerte y el entierro de Juan Pablo II en las criptas de la basílica de san Pedro en el Vaticano , y después de haber orado por el Papa difunto en la Catedral el 5-4-2005 , quiero dar gracias a todos aquellos vallisoletanos que han mostrado su cercanía y su condolencia al Arzobispo y a la Iglesia de Valladolid. Han sido tantos los gestos de cariño hacia el Papa y la Iglesia, que públicamente deseo expresar mi agradecimiento. A los católicos les pido, ahora, que oren por el nuevo Papa y le acojan como el que viene en nombre del Señor.

El 11-8-2004 escribió Juan Pablo II en Castelgandolfo un precioso mensaje precisamente para este domingo IV de Pascua, día en que la Iglesia pide de modo especial por las vocaciones de especial consagración. Gracias a Dios, en ese domingo tendré la alegría de ordenar sacerdote a un diácono de nuestra Iglesia. Me gustaría que hubieran sido cinco o seis, pero el Señor nos dice que no desfallezcamos y sigamos orando, porque días vendrán en que volverá a contemplarse la belleza de una vida consagrada a Cristo en el sacerdocio ministerial, en la vida religiosa y en otras formas de consagración.

Estamos llamados a remar «mar adentro», una invitación que nada tiene que ver con abandonar la vida carente de sentido, sino a reflexionar sobre la llamada a seguir a Jesús y, en particular, a seguirle en el camino del sacerdocio y de la vida consagrada. Duc in altum tiene que ver con rechazar una manera de pensar que propicia la falta de esfuerzo personal ante las dificultades, decía el Papa recientemente fallecido, porque los cristianos se fían de la Palabra de Dios que escuchan con más entusiasmo, ya que han descubierto la conversación con Cristo resucitado y vivo, que nos abre caminos y horizontes insospechados; sobre todo, porque descubre la presencia del Señor en el hoy de esta vida.

¡Cuántas veces ha exhortado el papa Juan Pablo II a abrir el corazón a Cristo, para comprender mejor nuestra propia existencia, el misterio de la llamada propia, para vivir el Evangelio sin aditamentos, que nos lleva a amar a Jesús apasionadamente! Vuelve a hacerlo en este mensaje, que suena con especial resonancia tras la muerte del que ha sido testigo de Jesucristo con la totalidad de su ser.

Juan Pablo II se dirige en este mensaje fundamentalmente a dos grupos de creyentes. En primer lugar a los adolescentes y jóvenes, y como siempre el tono es directo: «Os repito la invitación de Cristo a remar mar adentro. Os encontráis en un momento en que tenéis que tomar una decisión importante para vuestro futuro. Guardo en mi corazón el recuerdo de numerosos encuentros en años pasados con jóvenes, convertidos hoy en adultos, tal vez en padres de algunos de vosotros, en sacerdotes, religiosos, religiosas, vuestros educadores en la fe. Los vi alegres, como deben ser los jóvenes, pero también reflexivos, por el empeño en dar sentido pleno a su existencia (...). Los jóvenes necesitan de Cristo, pero saben también que Cristo quiere contar con ellos (...). Dejad que sea Él quien oriente vuestras búsquedas y aspiraciones, vuestros ideales y los anhelos de vuestro corazón».

Se dirige también el Papa recientemente desaparecido a los padres y educadores cristianos, a los sacerdotes, a los consagrados y a los catequistas, para guiar a la juventud con el ejemplo de generosa fidelidad a Cristo, y para animar a los jóvenes «mar adentro», proponiendo en un clima de amistad y libertad la vocación de especial consagración. ¿Lo haremos así? El Señor, sí, llama a unos a la vida familiar, pero también al ministerio sacerdotal: ¿se quedarán sin saberlo por desidia nuestra?

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid