Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Peregrinar con los enfermos

24 de julio de 2005


Publicado: BOA 2005, 308.


Casi al final del curso pastoral, y antes del descanso de agosto, nuestra Diócesis peregrina cada año al santuario de Lourdes. Valladolid estuvo entre las primeras diócesis españolas en ir con enfermos «a ver a la Virgen», como dicen los enfermos. Tras un periodo largo de ausencia, comenzaron de nuevo las peregrinaciones con enfermos, a las que se suma un gran número de personas, como simples peregrinos, cuya presencia es bien recibida por la Hospitalidad de Lourdes. Sin duda, sin el trabajo de esta Hospitalidad y sus voluntarios, nada sería posible y la peregrinación diocesana sería sencillamente un sueño.

Queremos que siempre el centro de nuestro grupo sean, sin embargo, los enfermos. Tal vez muchos digan que mejor que peregrinar a Lourdes sería reivindicar mejores hospitales y pedir mejor atención a los enfermos en la sanidad pública. ¿Qué tendrá que ver la gimnasia con la magnesia? Se puede exigir esa buena atención médica e ir tranquilamente a Lourdes. ¿O es que todavía se piensa que jugamos a conseguir “milagritos”? Quienes así piensan desconocen el ambiente que se logra en la peregrinación y cómo lo primordial es dar esperanza a los enfermos y que ellos se sientan protagonistas, hermanos y hermanas que tienen un papel importante en una sociedad como la nuestra, en la que parece que el que más tiene es el más feliz. Todo lo cual no significa que no pueda hacer nuestro Señor por medio de su Madre grandes milagros, si Él lo cree conveniente.

No es lo espectacular lo que se busca. Los enfermos son parte de nuestras comunidades y son los preferidos por Cristo y los suyos. Por unos días, todos los que vamos a Lourdes formamos un grupo, una comunidad humana y cristiana muy especial. Y cuando llegamos allí, no estamos como un grupo solitario; nos acogen otras Hospitalidades, otros hermanos y hermanas; nos acoge la Virgen María, la Madre de Jesús y nos lleva a Él, que ha dicho: «Venid a mí todos los que sufrís» (Mt 11,28).

Ése es el lema de este año para todas las peregrinaciones, que intentan aprender lo que nos dijo Cristo y san Pablo: llevar las cargas los unos de los otros. Queremos, además, recordar aquella frase de la carta de Santiago: «¿Sufre alguno de vosotros, está enfermo alguno?» (cf. St 5,13) Llame la comunidad a los presbíteros y éstos oren sobre los enfermos y cuiden de que no les falte la ayuda y la gracia de Cristo: visitándoles o buscando quien les visite, preocupándose de ellos, poniéndoles en el centro de nuestra comunidad.

Todavía hay muchos cristianos que, ante una enfermedad grave, no saben que hay una ayuda especial para los hermanos enfermos: el sacramento de la Unción, que lo hemos convertido en la Extremaunción. Con lo cual espantamos al enfermo y le alejamos de Cristo, de su amor y acogida. En cualquier caso, es estupendo ver el ambiente de estos días, la oración en común, la preocupación por los pequeños detalles, el afán de superarse en personas que son voluntarios. ¿Tal vez quieras tú hacer el próximo año esta experiencia? Hay posibilidades.

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid