Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

La comunión es el camino
para el sostenimiento de la Iglesia

13 de noviembre de 2005


Publicado: BOA 2005, 425.


La Iglesia de Valladolid necesita empeñarse más en evangelizar, que es el mejor bien para el ser humano, pues aceptar y vivir el Evangelio supone no sólo una promoción espiritual, sino una elevación de todo el hombre; quien conoce y vive el Evangelio, a su vez, debe llegar a preocuparse también de la situación social y económica de todos los hombres y mujeres de nuestra sociedad, con preferencia por los pobres. Para la evangelización, los católicos deben ser conscientes igualmente de que se necesita de recursos humanos y económicos mayores que los que hoy disponemos.

En noviembre de 2001, el Consejo Presbiteral dedicaba una sesión plenaria extraordinaria a reflexionar sobre los bienes económicos diocesanos. Desde aquel momento hasta ahora, las decisiones que allí se tomaron se han ido acometiendo, tal como reflejan los cambios de personas y de gestión que poco a poco se han ido llevando a cabo en la Administración diocesana. Aún quedan cambios por hacer, pero éstos han de hacerse con serenidad. La lentitud posible de la marcha se debe también a la dificultad de sensibilizar a los fieles católicos en este campo de la economía, donde hay muchas inercias y maneras de pensar no adecuadas para el momento que vivimos. Ese proceso en el sostenimiento de la Iglesia Católica exige, pues, renovar toda una mentalidad en todos los miembros del Pueblo de Dios, fieles y pastores. Todo lo cual requiere tiempo, pasos y paciencia.

De cara al futuro, sin embargo, será necesario algo más de lo hecho hasta ahora: ver en profundidad la relación que existe entre la economía y la actividad pastoral. ¿De qué nos sirve la economía, si no anunciamos el Evangelio y hay, por ello, más actividad pastoral? ¿Y cómo desplegaremos la actividad pastoral propia de la Iglesia sin un soporte económico? Ello supone un discernimiento compartido y una renovación progresiva en el modo de procurar, administrar, distribuir y evaluar los recursos humanos y materiales, según la identidad y misión pastoral de la Iglesia de Valladolid, a la luz del Evangelio y la enseñanza de la Iglesia.

¿Qué es lo que, a mi modo de ver, permite integrar economía y apostolado o actividad pastoral? Sin duda la comunión eclesial, la que parte de la Trinidad Santa y llega a nosotros por Jesucristo en el Espíritu Santo, que hace de nosotros la Iglesia. Siendo comunión, la Iglesia se edifica y se sostiene, creciendo en participación y común responsabilidad de todos sus miembros, que con su aportación generosa en tiempos, talentos y dinero, colaboran en la misión apostólica y el proyecto misionero del Señor.

Mientras no tengamos muy dentro todos los católicos que por el Bautismo y la Confirmación formamos un todo, aunque tengamos distintas vocaciones, ni viviremos el espíritu de pobreza que nos exige el Evangelio, ni nos sentiremos involucrados, fieles y pastores, en la corresponsabilidad eclesial que llega también a lo económico, para el servicio de la evangelización y demás actividades diocesanas. Sin sentir la comunión eclesial, ¿cómo voy yo a exigir el deber que tenemos todos a contribuir a que la Iglesia se sostenga a sí misma en sus quehaceres eclesiales? Otra cosa es el dinero que la Iglesia recibe para arreglar templos valiosos y sus actividades sociales y caritativas, que tantas veces suplen lo que debían hacer los poderes públicos.

¿Hasta cuándo va a durar el actual modelo de sostenimiento de la Iglesia? No vale únicamente decir que este modelo debe cambiar; hay que saber cómo es posible otro modelo. Cosa difícil con la actual mentalidad de fieles y pastores. No veo, pues, que haya mucho tempero para que la nueva semilla germine y crezca.

Es evidente, por todo lo dicho, que la Iglesia necesita bienes materiales: para el culto divino, para sustentar a los ministros, para pagar a los pocos empleados que tenemos, y para realizar las obras del apostolado, en especial de la caridad con los más necesitados y de la renovada evangelización que incluya la comunión, la justicia, la paz y la solidaridad. No podemos soñar con una Iglesia repleta de recursos humanos y materiales suficientes, si no es para incrementar la tarea evangelizadora; si la predicación, la catequesis, el testimonio y la celebración de los misterios no fructifican en una vida de mayor santidad, compromiso misionero y que incremente la presencia del Reino de Dios en el mundo, los medios con los que cuente la Iglesia serán prestados, transitorios, o poco genuinos.

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid