Conferencia Episcopal Española
Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida

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Mensaje

Jornada por la Familia y la Vida 2005

La transmisión de la fe en la familia. \\Hablemos a nuestros hijos de Jesucristo

30 de diciembre de 2005


Temas: familia (Cristo y sombras), vida, verdad, hijos, evangelización y Encuentro Mundial de las Familias 2006.

Web oficial: http://85.118.245.124/documentos/Conferencia/comisiones/ceas/familia/familia2005.htm

Publicado: BOA 2005, 497.


  • 1. El V Encuentro Mundial de las Familias
  • 2. La luz de Cristo brilla sobre la familia y la vida
  • 3. Sombras sobre la familia y la vida
  • 4. Cristo y la verdad del hombre
  • 5. El don de la verdad
  • 6. Hablemos a nuestros hijos de Jesucristo
  • 7. Conclusión
  • Notas

    1. El V Encuentro Mundial de las Familias

    |<  <  >  >|Notas

    La Iglesia en España se prepara durante este curso para recibir con gozo a familias de todo el mundo que vendrán para la celebración del V Encuentro Mundial de las Familias que será en Valencia, del 4 al 9-7-2006 . El lema “La transmisión de la fe en la familia” que Juan Pablo II propuso nos señala el camino para este tiempo de preparación, y por ello es también el lema de la “Jornada de Familia y Vida” de este año, que celebraremos el viernes 30 de diciembre.

    En este nuevo milenio la Iglesia está empeñada en la tarea de la nueva evangelización, en la transmisión de la fe a las nuevas generaciones. «La transmisión de la fe en la familia requiere la atención de la comunidad eclesial en modo relevante y urgente. En efecto, la Iglesia se confronta con sociedades cada vez más secularizadas y complejas, ya no estructuradas sobre los valores religiosos sino, más bien, marcadas, especialmente en algunas naciones, por un notable indiferentismo»1. Estas palabras de Juan Pablo II nos recuerdan la importancia y urgencia de esta tarea.

    2. La luz de Cristo brilla sobre la familia y la vida

    |<  <  >  >|Notas

    El nacimiento de Jesús en Belén es la gran noticia. También el nacimiento de un niño es siempre motivo de alegría. El esfuerzo de la medicina y de la ciencia debe estar siempre al servicio de la vida. Por eso es motivo de esperanza los avances médicos que permiten una atención cada vez más eficaz a toda vida humana. Por otra parte, es la misma ciencia la que nos confirma que desde el momento de la concepción tenemos un nuevo ser humano, así como que la aplicación de las células madre procedentes de adulto son eficaces y no suponen la destrucción de una vida embrionaria...

    La Luz de Cristo brilla en la Noche Santa de Navidad, y llena de luz y esperanza nuestros hogares y familias. Por ello, las familias cristianas hacen oír su voz en nuestra sociedad, ya con su testimonio personal, ya mediante asociaciones y plataformas a través de las cuales promueven los valores del matrimonio y de la familia.

    De este modo la familia muestra su vitalidad, y con la alegría propia de la vida familiar recuerda a la sociedad que la familia sí importa. Los obispos, como no podía ser de otro modo, apoyamos esta iniciativa de las familias cristianas y nos unimos a ellas en la defensa de su identidad.

    La renovación de la Pastoral Familiar, los frutos de la aplicación del Directorio de Pastoral Familiar , el esfuerzo por la formación de los agentes de pastoral familiar, la vitalidad creciente de los movimientos y asociaciones familiares son también un claro signo de esperanza en nuestra Iglesia.

    3. Sombras sobre la familia y la vida

    |<  <  >  >|Notas

    «En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron» (Jn 1,4-5). La luz de Cristo se encuentra con la oposición de las tinieblas. En efecto, vivimos un momento en que se extiende, una cultura que oscurece datos antropológicos fundamentales, disuelve la identidad de la familia y desprecia cada vez más la vida humana más débil, como la del enfermo irrecuperable o la de los embriones.

    El llanto de las madres de Belén por la matanza de sus hijos inocentes sigue sonando hoy de muchas maneras: guerras, aborto, violencia, pobreza... En efecto, se extienden prácticas contrarias a la vida, como la experimentación con embriones, la destrucción de estas vidas embrionarias para obtener células madre, e incluso la propuesta desde alguna Comunidad Autónoma de comenzar la práctica de la clonación humana.

    También constituyen una siniestra sombra la extensión de “la píldora del día después”, la Ley de Reproducción Asistida que prepara el Gobierno, la creciente presencia del tema de la eutanasia en los medios de comunicación o la perspectiva de una ampliación de la despenalización del aborto.

    Es una culpable omisión el no desarrollar políticas que ayuden eficazmente a la familia en necesidades como la vivienda, la conciliación entre trabajo y familia o la educación. Más aún, no sólo falta el justo apoyo a la familia, sino que se la ataca con medidas antifamiliares como la reforma del Código Civil, que elimina las referencias al padre y a la madre, al esposo y la esposa para equiparar las uniones de personas del mismo sexo con el matrimonio, o el llamado “divorcio express”, que introduce la figura del repudio en nuestra legislación. Por otro lado, se está preparando una Ley de Género con la que se quiere anular el significado antropológico de la diferencia sexual e imponer la “teoría del género”, contraria a la verdadera naturaleza del hombre.

    4. Cristo y la verdad del hombre

    |<  <  >  >|Notas

    Esta situación que hemos descrito con sus luces y sombras influye fuertemente en el proceso de la transmisión de la fe. Cuando la verdad del hombre se oscurece, la fe aparece como un enemigo. Cuando la verdad del hombre brilla —como ocurre en los santos— la fe se muestra como la luz definitiva sobre el hombre.

    En estos días de Navidad, contemplando a Jesús en Belén, recordamos que «el misterio del hombre sólo se esclarece a la luz del Verbo encarnado» (Gaudium et spes, 24) . Esa luz tiene que ayudarnos a descubrir el corazón del hombre, su deseo de amor y felicidad, que sólo en Dios tienen su cumplimiento definitivo. Por eso Jesucristo es la puerta por la que podemos llegar al corazón del hombre, a sus gozos y sus alegrías, a sus deseos y también al núcleo de su sufrimiento íntimo.

    La transmisión de la fe es el anuncio de Jesucristo, desde su nacimiento en Belén a su misterio pascual. Es un anuncio que no se agota en la propuesta de unas verdades y unas normas morales: es la invitación a una amistad personal con Jesucristo. Acoger a Cristo como nuestro Salvador, como la luz que ilumina la oscuridad de nuestros corazones.

    5. El don de la verdad

    |<  <  >  >|Notas

    Uno de los desafíos con los que nos enfrentamos a la hora de transmitir la fe es la extensión del relativismo. Así lo recordó el cardenal J. Ratzinger al comenzar el último Cónclave: «A quien tiene una fe clara, según el Credo de la Iglesia, a menudo se le aplica la etiqueta de fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, dejarse “llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina”, parece ser la única actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos»2.

    Junto a este relativismo se extiende también la tentación de elaborarse una “religión a la carta”. También lo recordó Benedicto XVI a los jóvenes en Colonia, precisamente hablando en nuestra lengua: «Se escoge aquello que agrada, y algunos saben también sacarle provecho. Pero la religión buscada a la “medida de cada uno” a la postre no nos ayuda. Es cómoda, pero en el momento de crisis nos abandona a nuestra suerte. Ayudad a los hombres a descubrir la verdadera estrella que nos indica el camino: Jesucristo»3.

    Reconocer a Cristo como Salvador supone acoger la verdad como un don, como una luz que ilumina nuestra vida, y no como algo de “libre configuración”, que podemos adaptar a nuestra medida. Desgraciadamente nos encontramos con personas que en nombre del Evangelio rechazan a la Iglesia, al papa, a los pastores, la moral de la Iglesia... a veces sembrando la confusión entre los fieles.

    Este año, en la víspera del día de san Pedro y san Pablo, Benedicto XVI entregó a la Iglesia el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica como instrumento para “confirmarnos en la verdad”. Animamos a todas las familias a tener este Compendio en sus hogares y acudir a él como norma segura de la fe y valiosa ayuda para su misión de transmitir la fe a los hijos y anunciar el evangelio a todas las gentes.

    6. Hablemos a nuestros hijos de Jesucristo

    |<  <  >  >|Notas

    Los padres son los primeros educadores y evangelizadores de los hijos. Por ello, en virtud del sacramento del matrimonio están llamados a ser los primeros responsables de la transmisión de la fe a sus hijos.

    «En virtud del ministerio de la educación los padres, mediante el testimonio de su vida, son los primeros mensajeros del Evangelio ante los hijos. Es más, rezando con los hijos, dedicándose con ellos a la lectura de la Palabra de Dios e introduciéndolos en la intimidad del Cuerpo —eucarístico y eclesial– de Cristo mediante la iniciación cristiana, llegan a ser plenamente padres, es decir, engendradores no sólo de vida corporal, sino también de aquella que, mediante la renovación del Espíritu brota de la Cruz y Resurrección de Cristo»4.

    El punto central de la vida de la Iglesia y de la familia cristiana es la Eucaristía. El año de la Eucaristía que acabamos de celebrar nos lo ha recordado. Por eso invitamos a todas las familias a celebrar con gozo el domingo, y en particular a que participen en la Eucaristía dominical, a ser posible en familia. Que estos días en que tantas familias se reúnen para celebrar juntos los Misterios de la Navidad sean días de intensa vivencia de la fe, de profundizar en el conocimiento de Jesucristo y de que la gran familia de la Iglesia se reúna en torno al altar para dar gracias a Dios.

    Hablad a vuestros hijos de Jesucristo. Ningún anuncio es más importante para su vida. Introducid a vuestros hijos en su misterio a través de la celebración litúrgica y la oración familiar.

    7. Conclusión

    |<  <Notas

    En estos días navideños os bendecimos con afecto a todos, en especial a los enfermos, los niños y los ancianos, y pedimos a Jesús, Dios hecho hombre, que conceda la paz al mundo, la unidad a las familias y el amor a los matrimonios.

    Encomendamos muy especialmente a la Sagrada Familia este tiempo de preparación para la celebración del V Encuentro Mundial de las Familias, donde esperamos recibir la visita del papa Benedicto XVI. Que este tiempo de preparación sea un tiempo fecundo de vida cristiana y santidad familiar.

    † Mons. Julián Barrio Barrio, presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar
    † Mons. Juan Antonio Reig Plá, presidente de la Subcomisión para la Familia y Defensa de la Vida
    † Mons. Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos
    † Mons. Javier Mar


    Notas:

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    [1]  Juan Pablo II, Mensaje “La misión de la familia” a los participantes en la XII Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la Familia, 29-9-1995: Enchiridion de la familia, 2369.
    [2]  Card. Joseph Ratzinger, Homilía en la apertura del Cónclave, 18-4-2005.
    [3]  Benedicto XVI, Homilía a los jóvenes en la XX Jornada Mundial de la Juventud, 21-8-2005 .
    [4]  Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Familiaris consortio, 39.