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Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Reflexiones tras una visita

5 de febrero de 2006


Publicado: BOA 2006, 30.


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Esa visita ha sido a las parroquias del llamado arciprestazgo n. 8 de Valladolid (La Rubia-Parquesol-Parque Alameda-Covaresa); de él forman parte también las parroquias de Arroyo de la Encomienda y Simancas. La visita pastoral del obispo es la actividad normal del que preside esta porción del Pueblo de Dios que es la diócesis de Valladolid. E inmediatamente uno constata cuánto hay que hacer y cuánta riqueza en personas tienen nuestras parroquias, y cuánta dedicación de los sacerdotes y de tantos fieles cristianos y de los consagrados. Para mí la visita supone un gozo y una responsabilidad. Por eso doy gracias a tantas personas que he conocido: sacerdotes, catequistas, padres y madres, grupos, colegios, enfermos, niños y mayores. Una verdadera maravilla. Dios es grande y la gracia de Jesucristo está viva en su Iglesia en niños, jóvenes y adultos.

Todo lo cual no significa que no haya problemas: desinterés, falta de formación, poca implicación en la vivencia de la fe católica y de la caridad, desconocimiento de la situación de la Iglesia... Tal vez una cosa preocupante es la tendencia en el mundo vallisoletano a olvidarse de las grandes cuestiones y a dejar a Dios de lado; con problemas culturales que para nuestra fe constituyen retos formidables, pero apasionantes por el esfuerzo que hay que hacer a la hora de la transmisión de la fe a los niños, adolescentes, jóvenes y adultos alejados.

Pero reconozco también que siempre hay otra historia en el corazón de los hombres y mujeres, que va escribiendo Dios. Les hablaré, por ejemplo, de una realidad creada por el tesón y el amor de unos padres hacia sus hijos autistas. Entre tantas visitas en estos días, hice una al Hogar Residencia para personas con autismo Hamelin, en el barrio de Covaresa. Pude ver in situ, por un lado, a los chicos autistas de este centro y, por otro, a algunos de sus padres. Recuerdo que el autismo es un trastorno del desarrollo neurológico, de origen biológico, que aparece en la primera infancia y que se caracteriza por una alteración en la relación social recíproca, en la comunicación, en el lenguaje y la imaginación.

Lo más impresionante, sin embargo, es ver el coraje que muestran los padres de estos chicos, dando desde 1981 respuesta psicoeducativa a un grupo de niños que, por aquellos años, se encontraban en edad escolar —como ahora lo están otros—, y creando, ellos y un grupo de profesionales, un centro de Educación Especial y, después, un taller ocupacional, hoy Centro de día, y un Hogar-Vivienda-Residencia para sus hijos.

El amor derrochado ha vencido y vence las dificultades económicas y de otro tipo. Necesitan, pues, estos padres mayor atención de la Administración sin duda, pues en gran parte han asumido ellos el coste de la educación de sus hijos en edad escolar. Los momentos pasados con ellos fueron a la vez hondos y sencillos. Les saludo desde aquí y hago votos para que sus hijos tengan la atención que se merecen por parte de la sociedad y, dentro de ella, de las comunidades cristianas.

Éstas son algunas reflexiones; la visita ha dado de sí mucho más, que con dificultad se puede plasmar en unas líneas. Los rostros de las personas no se olvidan; tampoco su vida. Agradezco al Señor estos casi dos meses que ha durado esta visita. Y hay que seguir: el Señor nos urge a ello.

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid