Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Pedro, la roca
en la que Cristo fundó su Iglesia

2 de julio de 2006


Publicado: BOA 2006, 314.


El papa Benedicto XVI, sucesor de san Pedro, es parte entrañable e imprescindible de nuestra Iglesia Católica, desde su elección como obispo de Roma. Él nos preside en la caridad y su preocupación por todas las Iglesias, también por la nuestra de Valladolid, se concreta en multitud de acciones para los más pobres. Sus intervenciones en mensajes, homilías, discursos, catequesis y cartas dan luz que ayuda a vivir la vida a los cristianos en este siglo XXI. Tenemos, además, la dicha de gozar de su presencia en España (Valencia, 8-9 de julio). En este domingo damos gracias al Señor porque no abandona a su Pueblo, proporcionándole pastores como Benedicto XVI.

Este domingo, además, hemos de ayudar al Papa en su caridad hacia toda la Iglesia. La colecta del día del Papa es eso: «una colecta para la caridad del Papa». Nuestro dinero llega a las comunidades más recónditas del planeta y es una sonrisa a nuestros hermanos, en tantas ocasiones abandonados y sin esperanzas humanas. Así ayudamos al sucesor de Pedro en su tarea de pastor universal.

Nunca hemos de olvidar que Jesús cambia el nombre de Simón, hermano de Andrés. No es algo que haya hecho Cristo con los demás Apóstoles. En cambio, sí lo hizo con Simón, llamándolo «Cefas», palabra aramea que se traduce al griego por Petrós y al latín por Petrus. Parece, además, que si fue traducido a estas dos últimas lenguas, se hizo porque no sólo es un simple nombre: era un “mandato” que Pedro recibía del Señor, la encomienda de una misión que este apóstol recibió dentro del Colegio Apostólico. De Mt 16,15-16 deducimos que Jesús quiso conferir a Pedro una posición de preeminencia, una misión que sólo él puede llevar a cabo.

Pedro, en efecto, es cimiento de roca sobre el que se apoyará el edificio de la Iglesia; tendrá las llaves del Reino de los cielos para el abrir y cerrar oportuno; podrá atar y desatar, es decir, podrá decidir o prohibir lo que considere necesario para vida de la Iglesia, que es y sigue siendo de Cristo. Siempre es la Iglesia de Cristo y no de Pedro. Esta posición de preeminencia que Jesús quiso confiar a Pedro aparece también después de la resurrección de Cristo en la incipiente Iglesia.

Pedro es, así, el custodio de la comunión con Cristo; debe guiar a la comunión con Cristo; debe cuidar de que la red no se rompa, a fin de que perdure la comunión universal. Sólo juntos podemos los cristianos estar con Cristo, que es el Señor de todos. La responsabilidad de Pedro consiste en garantizar la comunión con Cristo, con la caridad de Cristo, guiando a la realización de esta caridad en la vida diaria.

El mismo Papa nos dice que le ayudemos: que oremos por él, que tiene ahora el primado de Pedro, pues es consciente de su debilidad como persona humana. Oremos, sí, para que este primado sea siempre ejercido en el sentido originario que quiso el Señor, para que se reconozcan cada vez más en su verdadero significado los hermanos cristianos que todavía no están en comunión con el obispo de Roma.

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid