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Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Jóvenes, desorientación y esperanza

8 de octubre de 2006


Publicado: BOA 2006, 378.


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En los primeros momentos de este curso pastoral casi necesito dirigirme a los jóvenes; sin duda a los jóvenes católicos de Valladolid, pero también a quienes no sientan que lo son. Los eclesiásticos tal vez os decimos palabras que no entendéis, pero de mi boca no saldrán halagos o promesas difusas, que invitan a paraísos que no existen.

Los jóvenes anteriores a vuestra generación han vivido sin coacciones, disfrutando de libertad; han vivido sin coacciones, pero vosotros, como consecuencia, padecéis esa ideología del “juvenilismo”, que dice a la juventud que no tiene más que derechos y que se le debe todo. Nada, pues, de cultura del esfuerzo ni de revalorizar el trabajo y el estudio. Ahí están, por ejemplo, estas leyes de Educación que habéis padecido desde que erais niños, y que no van a cambiar, por desgracia. Con falta de esfuerzo y un igualitarismo barato no se solucionarán vuestros problemas.

Por otro lado, vuestros padres tuvieron la enorme dificultad de no pasar tiempo con vosotros, cada vez más ocupados, con lo cual no habéis podido ser acompañados para una gradual toma de responsabilidades. Es más, casi todo el mundo piensa que en vosotros hay un deseo de evitar responsabilidades, de mantener abiertas todas las opciones de que disponéis, en vez de asumir compromisos permanentes; no es extraño que en tantos de vosotros exista ese rechazo de los límites morales en la esfera de la sexualidad, algo que os hace casi imposible asumir compromisos y sacrificios. Sois, así, mayores en libertad, procedentes de una educación sin valores.

Una libertad sin referencias, en una visión materialista del mundo, se convierte en una desorientación. Muchos de vosotros padecéis el síndrome de la adolescencia prolongada y el vacío existencial. ¿No hay, pues, esperanza? ¿Sois juventud en extinción? No lo afirmaría yo con rotundidad. Sí, hay entre vosotros quien cae en el desánimo o en la rebeldía, distinta de la que se llevaba en los años sesenta. Pero los jóvenes siempre son protagonistas también de la solución.

A mí me parece que las preguntas que como seres humanos jóvenes os hacéis pueden ser respondidas. No hay que desconfiar de la inteligencia. Para vosotros, como para los primeros amigos de Jesús, el encuentro con Él y su Evangelio «puede ser el inicio de una aventura extraordinaria: la de convertiros en apóstoles entre vuestros coetáneos, para llevarlos a vivir vuestra misma experiencia de amigos con el Dios hecho hombre, con un Dios que se ha hecho mi amigo» (Benedicto XVI). A cada uno de vosotros puedo deciros: mira a Jesucristo y déjate mirar por Él, y comprenderás lo que realmente vales a los ojos de Dios.

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid