Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

¿Cuestión de gustos?

22 de octubre de 2006


Publicado: BOA 2006, 381.


Así titula un eminente liturgista, Monseñor Pere Tena, obispo emérito, un artículo en una publicación pastoral. Me gustaría glosar esas palabras, pues me parecen muy aprovechables para nuestras comunidades cristianas, ahora que deben afrontar una de las acciones de la Programación pastoral diocesana: «Cuidar y cultivar el lugar central de la Eucaristía y el Día del Señor en la identidad cristiana, en la comunión y en la transmisión de la fe».

Dice Monseñor Tena: «Cuando un obispo va a celebrar a una iglesia —parroquia, capilla de un colegio, santuario...— normalmente encuentra que la celebración ha sido preparada cuidadosamente. Es una muestra de la valoración que se tiene de este hecho, del respeto que merece la presencia episcopal, y del esfuerzo de participación que aquella comunidad realiza». Pero tampoco es infrecuente que se hayan producido en la celebración algunas iniciativas que no responden al desarrollo correcto de la misma.

De eso tenemos todos los obispos experiencias concretas: cantos que no se corresponden con la fiesta; textos del Ordinario cambiados o cortados, o alargados innecesariamente, sobre todo en el momento de la paz; oraciones dirigidas a Dios al presentar los dones de pan y vino (y otras cosas); otras oraciones “de acción de gracias” que no se sabe uno a quién se dirigen; textos del Padrenuestro o de otras partes de la Misa que no responden al texto litúrgico. Y otras cosas pasan.

Ahora bien, supongamos que hacemos los obispos una observación sobre estos aspectos. ¿Qué puede suceder? A veces se aceptan sin más, pero en otras ocasiones surge un diálogo un tanto enojoso. Enojoso, porque los receptores de la crítica tienen la opinión de que todo esto al obispo “no le gusta”, y se hace un propósito: se evitará hacerlo “otra vez” en la que “el obispo venga”. Esto no quiere decir, sin embargo, que se dejen de hacer en absoluto. Monseñor Tena narra que si además el obispo es “liturgista”, como es su caso, pueden suceder cosas tan extrañas como que quiera ponerse ¡una casulla! Él confiesa que así se lo dijo en una ocasión una religiosa sacristana.

Lo importante de toda esta anécdota es que hemos de aprender de una vez por todas que una celebración litúrgica no es una cuestión de gustos, ni se trata de organizar la participación de una forma cuando hay tal celebrante y de otra cuando hay otro. Preparar una celebración comienza por conocer lo que los libros litúrgicos dicen sobre el desarrollo, y por conocer sobre todo el misterio que se celebra, y la manera como la asamblea podrá entrar en la participación viva, interna y externa, espiritual, en el misterio. Todo eso no pertenece a la subjetividad de los que “preparan” la celebración, sino a lo objetivo de la celebración de la Iglesia.

Hace falta en todos nosotros hacer nuestra la conclusión de este obispo sabio en Liturgia: un poco de humildad para aceptar sujetarse al Ritual, porque «es una forma muy clara de expresar que el ceremonial litúrgico —comenzando, evidentemente, por los signos sacramentales— pertenece a la Iglesia, y que cualquier sacerdote debe poder celebrar la liturgia en cualquier iglesia, y cualquier fiel encontrar, en cualquier iglesia, la misma celebración».

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid