Iglesia en Castilla - Secretaría de los Obispos y de Pastoral

Imprimir A4  A4x2  A5  

Comunicado final

26º Encuentro de Arciprestes 2007 - Villagarcía de Campos

Pistas para el camino

28 de febrero de 2007


Publicado: BOA 2007, 86.


Las diócesis de “Iglesia en Castilla”, en un clima de oración y diálogo fraterno, han celebrado, durante los días 26 al 28-2-2007, en Villagarcía de Campos, el XXVI Encuentro de Arciprestes: “La transmisión de la fe: El primer anuncio (provocar el encuentro con Dios)”. Éste es el primer paso al que podrán seguir otros: de la fe propuesta a la iniciación cristiana (familia); de la iniciación al catecumenado (parroquias, movimientos apostólicos); del catecumenado a los procesos catequéticos (región, catequistas y destinatarios). En ellos no tratamos de elaborar grandes proyectos pastorales, sino de vivir una experiencia que nos convierta en testigos de lo que hemos reflexionado y compartido.

Acogemos la conciencia que la Iglesia tiene de sí misma de que su identidad más profunda es evangelizar, siguiendo el mandato de su Señor. «Lo que existía desde el principio de todas las cosas, lo que oímos, lo que vimos con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos, eso es la Palabra de vida. Porque la vida se ha manifestado y nosotros la hemos visto y damos testimonio de ella. Por eso os proclamamos ahora la vida eterna, que estaba con el Padre y se nos manifestó. Lo que hemos visto y oído os anunciamos, para que fraternalmente unidos con nosotros podáis también participar de la verdadera comunión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Todo esto os escribimos para que vuestra alegría sea completa» (1Jn 1,1-4).

Se pretende en todo momento cuidar la doble fidelidad: a Dios en su mensaje y al hombre en su contexto. A la hora de hacer este primer anuncio subrayamos la importancia de mirar al propio Jesús, en su forma de anunciar el evangelio del reino: búsqueda, acogida, llamada, presencia, cercanía.

Queremos ser fieles a ese anuncio en el hoy del hombre y de la Iglesia. «La Iglesia sabe muy bien que su mensaje conecta con los deseos más profundos del corazón humano cuando reivindica la dignidad de la vocación humana, devolviendo la esperanza a quienes desesperan ya de su destino más alto. Su mensaje, lejos de empequeñecer al hombre, infunde luz, vida y libertad para su progreso; y fuera de él nada puede satisfacer el corazón del hombre (...). Realmente el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado» (Gaudium et spes, 21 y 22) .

Queremos volver a las fuentes de la iniciación cristiana: Palabra y Tradición viva de la Iglesia. La Palabra ofrecida: «para que oyendo crea, creyendo espere, y esperando ame» (Dei Verbum, 1) . Después de más de cuarenta años estamos ante una recepción más honda del Concilio.

En la situación actual nos damos cuenta de las dificultades a la hora de hacer el primer anuncio. El proceso de secularización lo dificulta, y al mismo tiempo lo exige. Hay que evangelizar a un hombre que no siempre siente necesidad de Dios ni de la Iglesia. Sin embargo, la aventura del hombre del hoy es apasionante, cada tiempo es tiempo de gracia y no hay otro.

Ha habido y hay una siembra generosa en nuestras diócesis, surgida de la comunión para la misión, como así lo atestiguan los veintiséis encuentros celebrados en Villagarcía. Del trabajo hecho, con sus luces y sombras, hemos aprendido. Esta nueva situación nos tiene sorprendidos e inquietos, preocupados pero esperanzados, en expectación. Estamos en un tiempo parecido al de un alumbramiento, con dolor y gozo ante la vida que nace.

Esto reclama una conversión personal, un testimonio de comunidades cristianas vivas, y una renovación de las estructuras. «A vino nuevo, odres nuevos» (Mc 2,22). Signos de esperanza son los proyectos de inspiración catecumenal, los movimientos, expresiones de que el Señor conduce constantemente a su Iglesia, y ésta permanece fiel a la misión de anunciar el Evangelio en esta hora del mundo y de la historia.

Villagarcía de Campos (Valladolid), 28 de febrero de 2007.