Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

El sacramento de la caridad

25 de marzo de 2007


Publicado: BOA 2007, 96.


He leído con detenimiento y con gusto la Exhortación que el Papa ha escrito después de celebrado el Sínodo de Obispos en 2005 . Es una síntesis de las labores de esa magna reunión sobre la Eucaristía. Les aseguro que, efectivamente, he visto en el texto la impronta de Benedicto XVI sobre las propuestas de los Padres sinodales, por lo que doy gracias a Dios por ellos y por el Papa; pero no he visto por ninguna parte que el Papa llame «a los príncipes de la Iglesia (sic) a la lucha ideológica y a recuperar el prestigio perdido», como escribe un diario independiente madrileño el 15 de marzo. Tampoco he comprobado en el texto «por dónde respira hoy la jefatura vaticana». ¡Qué lenguaje de mal gusto y de poca categoría! ¿De dónde habrán extraído que el Papa sostiene que la fuerza del catolicismo no radica en el diálogo ni en la tolerancia, sino en la convicción de que hay cosas innegociables? Ese diario independiente llega a afirmar que esta idea ha tenido influencia, antes de su plasmación en el documento, en la actitud de políticos conservadores durante los últimos años en España. ¿Se puede pensar en mayor desfachatez? Yo lo calificaría de infamia. Y encima creen que sirven a los pobres, y no lo hace la Iglesia católica.

Pero no se dejen llevar de esas insidias y lean, por favor, el texto, asequible hoy en la red. Es mejor conocer lo que en Sacramentum Caritatis está contenido. Presenta de modo accesible al hombre contemporáneo las grandes verdades sobre la fe eucarística, trata varios aspectos de la actualidad en su celebración y exhorta a un renovado compromiso en la construcción de un mundo más justo y pacífico en el que el pan partido para la vida de todos se a cada vez más causa ejemplar en la lucha contra el hambre y contra todo tipo de pobreza. La Exhortación se basa en el nexo inseparable de tres aspectos: el misterio eucarístico, la acción litúrgica y el nuevo culto espiritual. Está estructurada en tres partes, cada una de las cuales profundiza una de las tres dimensiones de la Eucaristía, es decir, “Eucaristía, misterio que se ha de creer”; “Eucaristía, misterio que se ha de celebrar” y “Eucaristía, misterio que se ha de vivir”.

Subrayaré algún aspecto de cada parte. En la primera el Papa refiere que nosotros en el rito eucarístico no repetimos el acto cronológicamente situado en la Última Cena de Jesús, sino que celebramos la Eucaristía como «novum» (algo siempre nuevo) radical del culto cristiano. Jesús nos llama al misterio de muerte y resurrección, principio innovador de transformación de toda la historia y del cosmos entero. Es preciosa la exposición que hace el Papa sobre la Eucaristía y los demás sacramentos, con importantes sugerencias pastorales que afectan a todo el Pueblo de Dios.

En la segunda parte se ilustra el desarrollo de la acción litúrgica en la celebración y cómo ésta no es una abstracción, sino que afecta a todos los ámbitos de la vida cristiana. Lo mismo sucede en la tercera parte, donde se muestra la capacidad del misterio creído y celebrado de constituir el horizonte último y definitivo de la existencia cristiana. En todo el documento, a mi modo de ver, se subraya con fuerza que el don de la Eucaristía es para el hombre, y responde a sus esperanzas. Y eso no nos lo quitan destemplanzas críticas de quienes no tienen ni idea de qué es la Eucaristía y todo lo ven desde la ideología que destruye la alegría de la fe.