Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE)

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Mensaje

Congreso Europeo con ocasión del 50º Aniversario de los Tratados de Roma organizado por la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE)

Valores y perspectivas
para la Europa del mañana.
Los 50 años de los Tratados de Roma

25 de marzo de 2007


Temas: Europa (integración, cohesión, valores y Cristianismo).

Web oficial: http://85.118.245.124/documentos/otros/comece/CongresoEuropeo2007.htm

Publicado: BOA 2007, 234.


Con ocasión del 50º Aniversario de la firma de los Tratados de Roma, más de 400 delegados de las Conferencias Episcopales, de comunidades religiosas, de organizaciones y movimientos católicos, así como de otras Iglesias cristianas, se han reunido en Roma del 23 al 25-3-2007, por invitación de la Comisión de Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE) en un Congreso Europeo sobre el tema “Valores y perspectivas para la Europa del mañana. Los 50 años de los Tratados de Roma”. Estos delegados han querido enviar el mensaje siguiente a los Jefes de Estado y de Gobierno de los Estados miembros de la Unión Europea, al presidente del Parlamento Europeo y al presidente de la Comisión Europea, reunidos el 25-3-2007 en Berlín por el mismo motivo, en el marco de una reunión solemne del Consejo Europeo.

1. A la luz de la historia de la Comunidad Europea, contemplamos los Tratados de Roma como una etapa importante en el camino de la integración de los Estados y de los pueblos europeos. Agradecemos los esfuerzos de muchos representantes de nuestros pueblos en términos de compromiso a favor de la paz y de la reunificación europea, hasta ahora aún no completamente realizados. Aquellos líderes europeos supieron sacar enseñanzas adecuadas de las aberraciones de nacionalismos exacerbados e ideologías totalitarias que han llevado a guerras, destrucción y negación de las libertades. Los logros de estos cincuenta años se describen en el informe “Una Europa de los valores”, del que el Congreso ha tomado nota. Consideramos nuestro deber realizar la construcción europea en el tiempo, con la conciencia de que se trata de una construcción secular. A nuestros antepasados les hicieron falta más de cien años para construir una catedral para unos pocos; en cincuenta años, hemos construido una nueva “catedral” para todos los europeos.

2. Recordamos que todos los Estados miembros se han comprometido libremente en el proceso de la integración europea con la firma y la ratificación de los Tratados de Roma y de los sucesivos acuerdos europeos. Hoy, en marzo de 2007, la Unión Europea tiene nuevamente ante sí desafíos importantes que superar para garantizar su propio futuro. Es necesario desarrollar la cooperación internacional para combatir la pobreza, especialmente en África, la explotación de las mujeres y de los niños, así como las violaciones de los derechos humanos. Es necesario luchar contra las causas y las consecuencias del cambio climático. En este contexto es necesario armonizar las experiencias de un mayor número de Estados miembros de la UE, responder a las crecientes expectativas de los ciudadanos respecto a la UE en una situación de globalización y mantener una adecuada protección social. El reacercamiento de los ciudadanos a unas instituciones políticas alejadas y difíciles de entender es cada vez más necesario. Todo ello requiere urgentemente que se confirme con vigor el camino ya recorrido hallando nuevos motivos para justificar la existencia de la Unión Europea. Ello le permitirá reencontrar su dinamismo original, a fin de que cada vez más jóvenes europeos se conviertan realmente en la mayor riqueza de Europa.

3. Seguimos con atención el diálogo entre los Jefes de Estado y de Gobierno, el presidente del Parlamento Europeo y el presidente de la Comisión Europea para identificar una solución compartida que permita superar la actual pausa de reflexión en Europa. Pedimos que la solución institucional que se alcance tutele la dignidad humana y los valores que se derivan de ella, como la libertad religiosa en todas sus dimensiones y los derechos institucionales de las Iglesias y de las comunidades religiosas, y reconozca explícitamente el patrimonio cristiano de nuestro continente. En el diálogo sobre y por el bien común de los ciudadanos, contribuiremos a una fuerte cohesión social, hoy tan importante y necesaria para Europa.

4. Pedimos que la UE esté guiada por los valores y los principios que han inspirado la unificación europea desde el inicio, como: la dignidad humana, la igualdad entre el hombre y la mujer, la paz y la libertad, la reconciliación y el respeto recíproco, la solidaridad y la subsidiariedad, el Estado de derecho, la justicia y la búsqueda del bien común. Estos valores son indispensables, en particular frente al rebrote, en nuestros países, de tendencias nacionalistas, racistas, xenófobas, y de egoísmos nacionales. Las instituciones europeas deberán actuar en el ámbito de sus competencias y no en el que corresponda a los Estados nacionales. Por este motivo, apelamos a los Estados miembros pidiéndoles que respeten, en el ámbito de la propia legislación democrática, la vida desde la concepción hasta su fin natural, y que promuevan la familia como unión natural entre hombre y mujer en el matrimonio. El respeto de los derechos civiles y jurídicos de los individuos no debe perjudicar al matrimonio y la familia como base de la sociedad.

5. Nosotros, cristianos, nuestras comunidades, nuestras asociaciones y movimientos, contribuiremos con nuestro compromiso a sostener las iniciativas que respeten auténticamente la naturaleza humana creada a imagen y semejanza de Dios, como está revelada en la persona de Jesucristo, y que, en esta óptica, trabajen auténticamente a favor de la reconciliación, de la paz, de la libertad, de la solidaridad, de la subsidiariedad, de la justicia. En el proceso de integración del continente, como recordó el papa Juan Pablo II, «es de importancia capital tener en cuenta que la unión no tendrá solidez si queda reducida sólo a la dimensión geográfica y económica, pues ha de consistir ante todo en una concordia sobre los valores, que se exprese en el derecho y en la vida» (Ecclesia in Europa, 110) .

Que el Señor bendiga a Europa y que la Virgen María la proteja.