Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Meditación

17 de junio de 2007


Publicado: BOA 2007, 249.


Estamos ya en la segunda quincena de junio; estamos acabando un curso, y nuestros estudiantes se examinan para mirar al futuro; ayer se constituyeron felizmente los nuevos ayuntamientos y pronto lo harán las asambleas o parlamentos regionales cuyos miembros han sido elegidos recientemente. Estas realidades positivas se entremezclan, sin embargo, con la deplorable constatación de que la banda terrorista ETA ha suspendido el alto el fuego que ella nunca cumplió y que unilateralmente decidió en el 2006; las guerras de cada día en Irak, Afganistán, Oriente Medio, Líbano continúan en su trágica lógica; las pateras siguen llegando a Canarias o a otras costas españolas con sus dramas diarios, que ya casi ni nos impresionan; tampoco nos llama casi la atención el hambre de parte de la humanidad ni los gastos desorbitados de los países ricos para cosas superfluas, mientras se dan con cuentagotas los recursos para cumplir los objetivos del milenio.

Todas estas situaciones, unas y otras, de un tipo y de otro, necesariamente influyen en las vidas de la Iglesia, de sus comunidades y de cada uno de sus miembros. Estamos en esta historia, en este transcurrir de la vida de nuestra sociedad. Nos preocupan las muertes absurdas de jóvenes en accidentes estúpidos, el dolor de los hogares rotos, la brutalidad de la violencia doméstica, casi siempre proveniente de los varones, incapaces de superar el despecho. También nos inquietan las vidas sin sentido de tantos chicos y chicas, que se han apartado de un mínimo humano y, pensando que son libres, se han alejado del hermoso camino que es Jesucristo, creyendo que la Iglesia es únicamente prohibiciones, como afirman tantos nuevos “maestros de la sospecha”, que prefieren las muchas granjas que diseñó Orwell.

Nos preocupan asimismo las incoherencias de tantos católicos, la falta de testimonio y de mostrar la vida nueva que surge de Jesucristo. ¿Cómo es posible que siga aumentando la cifra de abortos y de rupturas matrimoniales hasta colocarnos a la cabeza de Europa? Y nuestros dirigentes piensan que todo esto se soluciona con la Educación para la Ciudadanía que viene en la puesta en marcha de la LOE, que poca esperanza genera en docentes y padres. Lo que necesitan nuestros muchachos es educación profunda e integral, en un clima de libertad, y también de verdad, que hacen grande a un país.

¿Cómo no estar inquieto? ¿Cómo no andar en zozobras? Hacen falta esfuerzos para no entrar en tristeza, para no convertirse en persona amargada y enfadada, que se queja de todo. No obstante, yo no quiero aceptar esta deriva, porque pienso en la enorme bondad que atesora el ser humano, a pesar de tantos desastres que generamos. La naturaleza humana siempre tiene nuevas posibilidades y atesora valores que pueden hacer crecer cosas bellas, bondad, procesos de bien común, alegría y trabajo por un futuro distinto. Les pido a Dios y a Jesucristo, mi Señor, que den fuerza, claridad y verdad a quienes nos gobiernan, que tengan valentía para llevar adelante sus proyectos de bien común, de atención a los más pequeños y necesitados, que busquen la justicia, que se esfuercen en buscar lo que une a los españoles, las virtudes que atesoramos. Necesitamos maestros fiables para las nuevas generaciones, que enseñen la virtud. Seguro que la Providencia nos escuchará.