Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Ejemplo de los mártires, camino seguro

7 de octubre de 2007


Publicado: BOA 2007, 420.


Los mártires que serán beatificados el 28 de octubre murieron por ser testigos de Jesucristo; no entraron ellos en la lucha política; ofrecieron simplemente su vida, perdonando incluso a quienes se la quitaban. Nos interesa, pues, el testimonio de sus vidas en el seguimiento de su Señor hasta la cruz. En muchos de ellos aparece tal vez con más claridad y en otros con menos, pero el denominador común en ellos es la fidelidad a Jesucristo tal y como lo predica y vive, siempre en la limitación humana, la Iglesia. En la Iglesia han aprendido a amar, a vivir según el Evangelio de Cristo, esto es, a vivir como Él vivió.

Pero, ¿cómo predica la Iglesia? ¿De qué modo nos indica cómo ser un buen cristiano? ¿Cómo enseñó a los mártires a dar su vida? De un modo muy sencillo, en realidad. No hay trampa ni cartón, pues lo que ella nos ha dicho en sus veinte siglos de historia no ha variado y es fácil de entender. Describamos, aún a riesgo de simplificar, cómo es esta enseñanza.

Ante todo, la Iglesia nos dice: cumple el primer mandamiento. Ama a Dios como Creador, Padre providente y misericordioso, origen y horizonte de nuestra vida. Cree igualmente en Jesucristo con toda el alma. Estudia la historia de Jesús en el Nuevo Testamento y no en otros códices inventados. Acéptalo como el Amigo interior con el que podemos compartir todo. Ponlo en el centro de tu vida y de tus amores.

Bien apoyados en lo anterior, pon tu corazón en amar a los demás con el amor de Cristo; aprende de Él a no ser egoísta, a ser compasivo y misericordioso. Dedica cuanto esfuerzo y tiempo puedas al bien de los demás.

Ama a la Iglesia de Jesucristo, la de los Apóstoles, de los santos, de los mártires. Es el seno donde has nacido a la vida de Dios, es tu madre, la que te enseña quién es Jesucristo, el Padre, el Espíritu Santo; es tu hogar, y en él puedes recibir, convivir y colaborar. Ora cada día con la Iglesia entera. Ora con Jesús y con María, y aprende de Ella a ser discípulo de Jesús. ¿Por qué debes orar? Para acercarte cada día un poco más a la verdad de Dios, para sentir su amor, para irradiar el gozo de su presencia.

Participa de corazón en la Eucaristía del domingo, día primero, día del Señor, día de la creación y de la resurrección, día de la Iglesia. Considera la Misa como entrar en un gozo único, un entrar en la vida de Cristo Resucitado, en su amor resucitado, en la renovación de tu iniciación cristiana, en la vida de Dios.

Haz algo para que este mundo, esta sociedad nuestra, se parezca algo más al mundo que Dios ha pensado, que Él quiere para sus hijos, fundado en la verdad, en la justicia y en el compartir, en definitiva, en el amor verdadero. Aprende a valorar las cosas de este mundo sin darles el corazón, sino miradas desde la resurrección de Cristo, que les ha dado un nuevo sentido y color. Así podrás ser libre y generoso. Y la paz de este modo llenará tu corazón y desde aquí crecerá la paz del Señor en el mundo y para todos.