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Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

El bien de la fe

21 de octubre de 2007


Publicado: BOA 2007, 423.


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Hace cincuenta años el papa Pío XII escribió una encíclica que tituló Fidei donum, ‘el bien de la fe’. Fue un aldabonazo en las diócesis de vieja tradición cristiana en Europa, que promovió y sobre todo estimuló la cooperación entre las Iglesias para las misiones. Era un momento eclesial muy distinto del actual, pero el llamamiento del Papa surtió efecto y permitió que muchas diócesis no se cerraran en sí mismas. Benedicto XVI nos lo recuerda justamente a los obispos de toda la Iglesia católica, en el mensaje que él ha escrito para el Domund 2007 .

Estas son las palabras que quiero destacar en el mensaje del Papa: «Me dirijo a los pastores de todas las Iglesias, puestos por el Señor como guías de su único rebaño, para que compartan el celo por el anuncio y la difusión del Evangelio». Precisamente, ante las perspectivas de la evangelización, Pío XII pidió a las comunidades de antigua evangelización que enviaran sacerdotes para ayudar a las Iglesias de reciente fundación. Y esos sacerdotes enviados entonces se denominaron justamente «sacerdotes Fidei donum».

Cuando apareció la encíclica del papa Pacelli yo no había ingresado aún en el Seminario. Hoy soy obispo de la Iglesia católica en Valladolid, nombrado para servir esta Diócesis, pero obispo igualmente de la Iglesia universal. ¿Qué siento, hermanos, en estos momentos? Siento una preocupación porque entre nosotros haya una tensión en la vivencia de la fe católica hacia la misión, la evangelización, porque nos importe que Cristo sea conocido y la riqueza del Evangelio llegue a todas partes, ya que la fe es un bien para la humanidad.

Pero tal vez nuestras preocupaciones van por otro lado; nuestro corazón está puesto en otras cosas, en nuestros problemas diarios, en que han quitado una misa en mi parroquia, me han cambiado al párroco o no me pueden decir una misa sólo para mis intenciones, que ya no hay celebración a diario o que el cura de mi parroquia no está a todas horas en la iglesia, como antes... Tantas cosas, que sin duda son importantes, pero que nos están encerrando en nosotros mismos, sin abrirnos a la Providencia de Dios, que nunca abandona a su Pueblo. Me preocupa que no aceptemos la invitación del Buen Pastor a dedicarnos también a la misión ad gentes, a los que están más allá de nuestras tapias, con intercambios de dones.

Benedicto XVI nos dice con toda nitidez que el compromiso misionero sigue siendo el primer servicio que la Iglesia debe prestar a la humanidad de hoy, para orientar y evangelizar los cambios culturales, sociales y éticos, para ofrecer la salvación de Cristo a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, en muchas partes del mundo humillados y oprimidos a causa de pobrezas endémicas, de violencia, de negación sistemática de derechos humanos.

Todo lo cual es algo más que un emotivismo ante situaciones desesperadas, que duran poco tiempo; y algo más que una mera promoción social de quienes piensan que la fe es simplemente una actividad de antropología cultural. No pensaban así los primeros cristianos, que llevaron el Evangelio de Cristo hasta donde pudieron, siendo testigos del Señor.