Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Singularidad de Jesús de Nazaret

4 de noviembre de 2007


Publicado: BOA 2007, 491.


Según parece, cada diez horas aparece un libro sobre Jesucristo. ¿Tantos y todos buenos? De todo hay, pues son muchos los factores que impiden que una gran obra llegue a puerto seguro. Pero tantos libros sobre la misma persona suponen una constante digna de tenerse en cuenta. «En mis tiempos de juventud (...) había toda una serie de obras fascinantes sobre Jesús. (...) En ellas se presentaba la figura de Jesús a partir de los Evangelios: cómo vivió en la tierra y cómo —aun siendo verdaderamente hombre— llevó al mismo tiempo a los hombres a Dios, con el cual era uno en cuanto Hijo». He aquí una razón para volver una y otra vez a escribir sobre Jesús: «Dios se hizo visible a través del hombre Jesús y, desde Dios, se pudo ver la imagen del auténtico hombre».

Pero hay otras razones para emprender la aventura de hablar sobre Cristo. Se piensa que esas razones parten de hombres inquietos que no quieren ir por caminos ya paseados; ellos ven una grieta entre el “Jesús histórico” y el “Cristo de la fe”; y no sólo aprecian grietas entre uno y otro, sino un alejarse de modo cada vez más profundo uno de otro. «Pero, ¿qué puede significar la fe en Jesús el Cristo, en Jesús Hijo del Dios vivo, si resulta que el hombre Jesús era tan diferente de como lo presentan los evangelistas y como, partiendo de los Evangelios, lo anuncia la Iglesia?».

Este es el horizonte en el que escribe Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, su obra “Jesús de Nazaret”. Es sin duda un libro singular por quien lo escribe y por la pretensión que persigue, como expresión de la búsqueda personal del teólogo que fue elegido para suceder a san Pedro. No es un escrito magisterial que el Papa propone a los católicos. Cualquiera es libre de contradecirle. Eso sí, con argumentos, no con panfletos o descalificaciones, y después de leer el libro. El Papa no tiene miedo a que lo que expone pueda ser discutido; es una obra con un prólogo y diez capítulos que coinciden con episodios de la vida de Jesús desde el Bautismo hasta la Transfiguración.

Benedicto XVI tiene una finalidad en su libro sobre Jesús: quiere presentar una figura más coherente y más unificada que las preparadas por otros autores que confían en una investigación más histórico-crítica. ¿Acaso Joseph Ratzinger ha escrito una obra piadosa, sin rigor científico, que no ha tenido en cuenta los métodos modernos de investigación? En absoluto. Lo que afirma es que los textos evangélicos no contienen “códigos” secretos, sino que expresan la fe confesante del creyente. El método histórico-crítico es imprescindible y necesario, pero tiene carencias, que llevan a situaciones dramáticas para el creyente y esperpénticas, pues para adentrarse en la Biblia es preciso dar primacía a la Palabra de Dios, ver la unidad de la Escritura y conocer la relación que existe entre Escritura y Tradición. Sin este horizonte, poco se entiende de Jesús, salvo nociones y disertaciones literarias, códigos nuevos que nada tienen que ver con lo que pasó hace veinte siglos.

Así que el libro de Benedicto XVI es un escrito sobre Jesús Hijo de Dios, que pertenece al pueblo de Israel y es el nuevo Moisés, y esta condición de Hijo de Dios nos ha dado al Padre y nos ha traído el Reinado de Dios, haciendo ver que la realidad y la verdad de Dios es de hoy. La cuestión de Dios no es una antigualla, pues si Jesús interesa es por su singularidad al ser contemporáneo mío, y no simplemente un personaje del ayer interesente y a quien yo hago decir cuanto a mí me interesa o me reporta ganancia.