Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

¿Somos astrólogos?

6 de enero de 2008


Publicado: BOA 2008, 7.


Estimo que para quienes tengan un sentido totalmente aburrido de la Navidad, reducido únicamente a fiestas, regalos y gastos innecesarios, con alguna pinta de nostalgia y deseos de bondad, para cumplir con la tradición, hoy será un día ininteligible: se acaba la Navidad con unos hombres que vienen de Oriente, probablemente de Persia, que la tradición popular llama afectuosamente «los tres Reyes Magos», entran en la cueva de Belén y adoran a un niño al que traen regalos; los denomina san Mateo «magos». ¿Qué es esto? ¿Acaso lo que nos va a suceder en este nuevo año está escrito en las estrellas? Sin duda que los horóscopos están de moda. ¿Está, pues, permitida la astrología?

Para estos sabios Magos, la estrella que han visto elevarse era el presagio celeste de un acontecimiento capital para el mundo: el nacimiento del Rey de los judíos es lo que ellos leen en las estrellas. Piensan que se encuentran en uno de esos giros de la historia del mundo. Pero no basta mirar a las estrellas para encontrar a Dios o a Jesucristo. Lo que importa es ponerse en camino. Los sabios de Oriente se lanzan a un viaje de gran distancia. Buscan y buscan hasta encontrar al Rey recién nacido para prosternarse delante de él y adorarle. Pero hay algo más: la fiesta de hoy se llama también Epifanía o Teofanía de nuestro Señor, es decir, Dios se da a conocer.

Evidentemente ellos, los Magos, han llegado hasta Jerusalén, preguntan... pero es la Palabra de Dios la que continúa viniendo en su ayuda. Permiten que esta Palabra les muestre el camino, y no temen que les envíe a ese pueblecito de Belén. Así que el futuro no está en las estrellas, sino en la mano de su Creador. Él se dirige a nosotros de diferentes maneras: por la vocecita interior de nuestra conciencia, por su Palabra en la Biblia, a través de sucesos felices y dolorosos, e igualmente en la naturaleza y sus leyes. A través de todo esto Dios nos habla.

Pero entonces, ¿cómo es posible que muchos sigan sin reconocerlo? Es que es a nosotros a quienes nos toca ponernos en marcha, en búsqueda, y esforzarnos en llegar al final del camino. Pero no estamos solos en este esfuerzo. En Belén nace alguien que, durante toda su vida, hablará de su Padre, Dios mismo, y nos dirá que estamos llamados a ser también hijos suyos.