Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Manos a la obra

27 de enero de 2008


Publicado: BOA 2008, 11.


Hoy se celebra la Jornada misionera mundial de la infancia. Hace ya muchos años que se celebra. La infancia de Jesús, cuando Él era niño, os ayuda a los niños cristianos para comprometeros a ayudar a la Iglesia en su tarea de evangelización con la oración, el sacrificio y los gestos de solidaridad. No es bueno que los niños sean tan blandos, centrados sólo en sí mismos, sin miras a cosas grandes. Miles de niños tienen que salir al encuentro de las necesidades de otros niños, impulsados por el amor que el Hijo de Dios, al hacerse niño, trajo a la tierra. Como hacía el Papa el día seis de enero, también yo os manifiesto, queridos niños católicos de Valladolid, mi gratitud, y pido a Dios que seáis siempre misioneros del Evangelio. También quiero expresar mi agradecimiento a los catequistas y a los que os acompañan en esa senda de la generosidad, de la fraternidad y de la fe gozosa.

El papa Benedicto XVI escribía a los niños austriacos de la Infancia Misionera una carta estupenda en septiembre pasado: «Quiero deciros que aprecio mucho vuestro compromiso en la Infancia Misionera. Veo que sois colaboradores en el servicio que el Papa presta a la Iglesia y al mundo: vosotros me sostenéis con vuestra oración y también con vuestro compromiso por difundir el Evangelio. Hay muchos niños que no conocen a Jesús. Y, por desgracia, hay otros muchos que carecen de lo necesario para vivir: alimento, asistencia sanitaria, instrucción; a muchos les falta paz y serenidad. La Iglesia les dispensa una atención particular, especialmente mediante los misioneros; y también vosotros os sentís llamados a dar vuestra contribución, tanto individualmente como en grupo.

La amistad con Jesús es un don tan hermoso que no se puede tener sólo para uno mismo. Quien recibe este don siente la necesidad de transmitirlo a los demás (...). Seguid así. Vosotros estáis creciendo y pronto llegaréis a ser adolescentes y jóvenes: no perdáis vuestro espíritu misionero (...) Queridos pequeños amigos, os encomiendo a la protección de la Virgen. Pido por vosotros y vuestros hermanos. Pido por vuestros misioneros y vuestros educadores, y a todos imparto de corazón la bendición apostólica». Hasta aquí la carta del Papa.

El mensaje de la Infancia Misionera de 2008 tiene que ver con “las manos”, para acabar lo que en años anteriores resaltábamos: el misionero, niño o mayor, tiene los ojos abiertos y atentos a la realidad de lo que pasa en nuestro mundo; siente en su corazón la urgencia y la llamada... Sus pies se ponen alegres en camino, y sus manos, con Jesús, se ponen «a la obra». Manos a la obra, porque Cristo es el arquitecto de toda esta construcción, pero las manos de un niño o una niña, aunque pequeñas, son muy importantes.

Hay que tender a todos las manos, sobre todo a los niños más pobres y necesitados del mundo, y dar la mano a todos, ser para todos «la mano amiga de Dios» —como decía Madre Teresa de Calcuta—, la mano generosa y bondadosa de Dios. Niños tacaños, encerrados en sí mismos, no son esperanza para nada. Jesús ahora no tiene manos, tiene sólo nuestras manos para construir un mundo mejor y para dar la Buena Noticia. Queda mucho por hacer.