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Braulio Rodríguez Plaza

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Decreto

Constitución de la Delegación de Migraciones

20 de enero de 2008


Publicado: BOA 2008, 4.


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Braulio Rodríguez Plaza, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Arzobispo de Valladolid.

Decreto:

El fenómeno de la inmigración en España y en Valladolid, no sólo ha ido en aumento en los últimos diez años, sino que es rápido y acelerado. Buena parte de los inmigrantes que llegan a nuestra Diócesis son católicos, aunque de distintas culturas y tradiciones religiosas; otros muchos son cristianos de otras confesiones no católicas. También han llegado fieles del Islam y de otras religiones no cristianas. Todas estas personas requieren, no sólo una atención primaria a sus necesidades humanas perentorias, sino también una pastoral de acogida, sobre todo para los católicos, sin olvidar a los demás cristianos, y, en el caso de los no cristianos, un esfuerzo de diálogo interreligioso.

La inmigración es un fenómeno humano complejo, con múltiples consecuencias. Unas son positivas (mejora de sus condiciones económicas, apertura de nuevos horizontes y relaciones humanas...); otras negativas (desarraigo, riesgo de ruptura familiar, aislamiento, soledad, marginación, explotación...). Aunque las causas por las que personas de otros países han llegado hasta nosotros son múltiples, lo que origina principalmente el aumento de inmigrantes es la precaria situación económica de sus países de procedencia. Las respuestas que la sociedad y los poderes públicos están ofreciendo son diversas. En cualquier caso, a nosotros, los católicos, el fenómeno de las migraciones, no sólo nos interpela, sino que su presencia es una oportunidad para mostrar el amor de Cristo y ser verdaderamente testigos de la catolicidad de la Iglesia.

Los inmigrantes nos proporcionan la oportunidad, en efecto, de acogerlos y, por la acción del Espíritu, recibir de ellos, junto a su trabajo y servicios, sus dones y riqueza humana. Este intercambio de dones en fraterna convivencia es una prefiguración de la humanidad «unida a Cristo». Además, del trabajo con los inmigrantes depende la convivencia de las futuras generaciones en España. La Iglesia tiene una palabra y una tarea propia en este campo: reunir en el Señor una sola familia. Por ello, la integración de los cristianos católicos, venidos de otros países, como miembros de pleno derecho en nuestras comunidades cristianas, supone sin duda un fortalecimiento y un enriquecimiento para nuestra Iglesia. Por otro lado, la presencia de inmigrantes procedentes de otras tradiciones cristianas y otras religiones constituye también para la Iglesia católica una oportunidad para el diálogo ecuménico, ejerciendo así la fraternidad entre cristianos, y para el diálogo interreligioso.

Para hacer frente a estos retos «el obispo en su diócesis es el primer y principal responsable de la pastoral con los migrantes que residen en su territorio o están de paso en él, así como el garante de la comunión» (CEE, La Iglesia en España y los inmigrantes, 6a, I) . De igual modo los presbíteros, diáconos y miembros de la vida consagrada han de procurar la atención pastoral de los migrantes. También a los fieles laicos les corresponde un papel importantísimo en esta pastoral.

Por todo ello, nos determinamos a constituir y, por el presente, constituimos en nuestra Archidiócesis de Valladolid, para responder a la nueva realidad descrita, mediante el desarrollo de una verdadera pastoral de la “movilidad”, la

Delegación Diocesana de Migraciones

que se encontrará integrada en la Curia Diocesana del Arzobispado de Valladolid y sustituirá al anterior Secretariado de Migraciones, rigiéndose por las normas contenidas en el C. I. C., y los objetivos y orientaciones diocesanas al respecto.

La Delegación y, por ello, su Delegado y colaboradores, recibe el encargo de realizar la misión de la Iglesia de anunciar el Evangelio entre los migrantes, una tarea que deberá desarrollar, sobre todo, a nivel parroquial y arciprestal, en colaboración con el Vicario General y los Vicarios Episcopales, sin sustituirlos ni suplantarlos, y contando con el apoyo de las Delegaciones de Cáritas, Apostolado Seglar, Catequesis y Liturgia. Además, como parte de la pastoral de la movilidad, asumirá la pastoral de la carretera, que recaía hasta ahora en el Apostolado de la Carretera, impulsando la vivencia del sentido de la responsabilidad en el uso de la vía pública y los vehículos, como principio que debe orientar toda actuación, fundamentado en el valor de la persona humana, «que está por encima de todas las cosas, y cuyos derechos y deberes son universales e inviolables» (Gaudium et spes, 26) .

De ahí que, para el desarrollo de su trabajo pastoral, la Delegación deberá programar al inicio de cada curso pastoral, en sintonía con el Plan y Programación Pastoral Diocesanos, llevar a cabo las acciones derivadas de la programación a lo largo del mismo y evaluar periódicamente el plan de trabajo, manteniendo contactos con los responsables de las parroquias y arciprestazgos, e informando asiduamente al Arzobispo y al Consejo Episcopal.

Para ello, será necesario que tenga en cuenta los criterios, objetivos y orientaciones del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes de la Curia romana y la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española. A este respecto, servirán de guía para este trabajo pastoral con migrantes, los últimos documentos emitidos respectivamente por ambos organismos eclesiales: Erga migrantes caritas Christi y La Iglesia en España y los inmigrantes.

La Delegación Diocesana de Migraciones iniciará su trabajo pastoral, que encomendamos al impulso del Espíritu Santo, transmisor de la gracia a los hombres que desean entrar en comunión con el Misterio de Cristo, desde la fecha de su constitución.

Dado en Valladolid, a veinte de enero de dos mil ocho, Jornada Mundial de las Migraciones.

† Braulio, arzobispo de Valladolid
Por mandato del Sr. Arzobispo:
Francisco Javier Mínguez Núñez, Canciller-Secretario