Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Una carta a las contemplativas

18 de mayo de 2008


Publicado: BOA 2008, 221.


En la mayoría de las diócesis de España el domingo de la Santísima Trinidad tiene muy en cuenta la vida de los contemplativos, hombres y mujeres que dan a la oración un tiempo pausado y profundo. Ellas, las monjas contemplativas, que han querido por amor a Cristo resucitado una existencia escondida en el claustro, viven en Valladolid en 31 monasterios, alguno de los cuales necesita una restauración muy necesaria, pero todos son lugares de oración y de oblación por todo el Pueblo de Dios. Quisiera dirigirme a todas estas Hermanas con todo respeto y agradecimiento, como si les escribiera una carta personal:

Queridas Hermanas contemplativas: sabéis que esta Jornada Pro Orantibus quiere prestar una ayuda al Pueblo de Dios para que los católicos tomemos conciencia, valoremos y agradezcamos la presencia de vuestra vida contemplativa. Vosotros os entregáis al Señor enteramente por la oración, el trabajo y el silencio. Muchas veces no nos percatamos del valor de vuestras personas, de vuestra vocación tan especial y necesaria. En el fondo, no os queremos mucho; da la impresión de que sois para nosotros únicamente un lugar donde viven unas “monjitas” exóticas, que venden unos dulces estupendos, pero sin despertar interés por esta forma de vida cristiana tan evangélica: estar escondidas con Dios por Cristo a favor de toda la Iglesia y aun de toda la humanidad. Perdonadnos, pues en ocasiones somos muy inconscientes y no sabemos dónde está la verdadera alegría.

Seguimos pensando que la felicidad está en tener y aparentar, en decir que somos cristianos, pero no lo demostramos; en pedir los sacramentos de la Iglesia, en ocasiones con exigencias absurdas sin disponernos a su gracia; en solicitar la primera comunión de nuestros hijos sin tener ni idea de lo que es la Eucaristía dominical, eso sí, muy guapamente vestidos y derrochando lo que no tenemos ni tienen los pobres; en creer que casarse “por la Iglesia” es un mero acto social o un contrato social entre los cónyuges que se acaba cuando uno quiere o cuando decimos de modo insensato: «Ya no nos queremos»; en separar la vida de fe del resto de la existencia, que puede ir por donde nos parezca o nos indique la cultura dominante de unos medios asfixiantes.

Pero, vosotras, Hermanas, seguid viviendo vuestra vocación, según el carisma de vuestras fundadoras o fundadores. De veras que os necesitamos. Tenéis que ayudarnos este año y los siguientes —¡qué egoístas somos con vosotras!— en algo muy importante: Escuchar a Dios. El Hijo de Dios es el Verbo/Palabra del Padre y sólo en el silencio se le escucha. Vosotras sois maestras en esto. Y nosotros, los demás cristianos, dejamos mucho que desear en leer y escuchar la Palabra de Dios, su revelación, que nos llega por la Escritura Santa y la Tradición de la Iglesia: estamos en España los últimos en porcentaje en la lectura de la Biblia. ¡Qué pena! Tenéis que ayudarnos, ahora que la Iglesia de Valladolid quiere trabajar en el próximo plan pastoral, sobre todo en ser discípulos de Jesús que escuchan y conocen la Escritura.

Os agradecemos mucho vuestra vida y lo que hacéis por nosotros. En este día de la Trinidad, vivid en el misterio de la vida divina, en el Padre por el Hijo en el Espíritu Santo. En nombre de todos los católicos de Valladolid os digo que os necesitamos y pedimos al Señor que tengáis vocaciones de jóvenes que quieran vivir con vosotras esta hermosa aventura. Os bendice vuestro Obispo.