Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Una escuela más plural

6 de julio de 2008


Publicado: BOA 2008, 331.


Ya ha llegado julio. La Escuela ha cerrado sus aulas hasta septiembre, aunque algunos colegios abran para que los padres que trabajan puedan ejercer su profesión, si no hay abuelos que convivan con los nietos muchas horas al día. Es momento de sosiego y de dedicar tiempo, sobre todo los docentes, a descansar y... ¡a preparar el curso próximo! Tal vez todos los padres hayan ya decidido que sus hijos cursen o no Educación Religiosa Escolar (Religión, decimos no muy propiamente). La asignatura es libre para el alumno y obligatoria para el centro, esa es la ley; a pesar de lo cual, los padres que quieran enseñanza escolar católica deben introducir en otro sobre la elección de esa asignatura por no sé qué limpieza democrática. Curioso, ¿verdad?

Me dice un sacerdote, conocido mío, que en Salamanca apareció la semana pasada en la prensa local la noticia de una campaña: “Por una sociedad laica. La religión fuera de la escuela”. ¡Vaya! No sólo somos los católicos los que protestamos contra reales decretos que imponen como obligatoria una asignatura que, por lesionar el derecho de los padres a decidir qué tipo de moral quieren para sus hijos, resulta inaceptable como obligatoria. La campaña “recaudó” en la ciudad del Tormes 1040 firmas.

Esa cuestión de expulsar a la religión fuera de la escuela habría, sin duda, que debatirla buscando la verdad con toda clase de argumentos pacíficos. Todos estaríamos de acuerdo en que, en todo caso, habría que consultar al pueblo; también en que lo que opine la mayoría nos podría servir como uno de los criterios de la verdad, al menos provisional, pues la verdad no es más verdadera porque se apoye en el poder que los ciudadanos otorgamos a nuestros representantes políticos.

Pues me dice ese sacerdote salmantino «que hace menos de tres años se hizo otra campaña para recabar firmas pidiendo que la asignatura de Religión se mantuviese dentro de la escuela. En Salamanca recogimos más de 80.000 firmas. De modo que una pequeña parte del pueblo (1040 ciudadanos) firmó una cosa y otra parte (80.000) suscribe la contraria. ¿Dónde está la verdad?».

Deduzco de esta anécdota que, antes de argumentar con tales o cuales cifras en la mano, habría que debatir algo previamente: ¿aporta algo la Religión o el hecho religioso a la educación de buenos ciudadanos y a la construcción de la democracia y de la paz, si éstos quieren elegir esta materia? Mi amigo y yo con él creemos que sí. Otros piensan que no, a mi modo de ver sin dar razones, sólo apoyándose en tópicos y lugares comunes.

En realidad, lo que se busca en la Enseñanza Religiosa Escolar católica es una exposición ilustrada y científica de la fe, adecuada a la edad del alumno. Es una exposición crítica, no es una catequesis, cuyo lugar es otro. Y si todo lo que se atenga a las reglas de la razón y de la ciencia tiene su sitio en la escuela, ésta es el lugar de la asignatura de Religión y Moral Católica, libre para el alumno. Me parece que esto es objetivo; otra cosa es tener el poder y decidir sin tener en cuenta todo el conjunto de un tema. Pero eso es otro asunto.