Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

El cuidado de la fe

20 de julio de 2008


Publicado: BOA 2008, 334.


La vida y la salud se pueden cuidar de dos modos: o curando la enfermedad o la herida traumática, o previniendo con una serie de medidas que garanticen la salud. ¿Pasará algo parecido con la vida cristiana, la fe que Dios nos da como regalo justificándonos en Cristo? Sin duda, pero no del mismo modo, pues en esto de ser cristiano la primacía la tiene Cristo y es Él quien no sólo proporciona la capacidad de ser discípulo por su llamada y su gracia del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, sino que, además, nada podemos hacer sin estar adheridos a Él, como el sarmiento a la vid.

Curar nuestras heridas y las enfermedades que nos sobrevienen por nuestra debilidad y la mala utilización de nuestra libertad, esto es, por el pecado, es siempre posible, pues la Reconciliación por el perdón de nuestros pecados al confesarlos está a nuestro alcance. Cuidar la fe, robusteciéndola, se consigue por múltiples caminos. Ante todo, la fe se fortalece dándola al ofrecer en verano nuestras personas en campos de trabajo, en atención a los más pobres como voluntarios, en proyectos de solidaridad aquí o en otros muchos lugares. Uno siente que la llamada de Cristo no es sólo para estar con Él, sino para ser enviado y mostrar la vida de Cristo que debe llegar a todos.

Pero el verano es propicio para muchos otros quehaceres que sirven para cuidar y fortalecer nuestra vida cristiana: puede ser tiempo de oración en días de retiro; puedo participar en días de más estudio y lectura en formar mi fe para que deje de ser “fe del carbonero” o de sempiterno adolescente. Hay muchas cosas programadas para ello; es cuestión de buscar y empeñarse. Los meses de julio, agosto y parte de septiembre tienen un componente no pequeño de ocio sano, de deporte que no podemos hacer en otros momentos del año, pero también puede ser tiempo de celebrar mejor la Eucaristía, de hacer oración con la Sagrada Escritura, sobre todo con los Evangelios, de leer las cartas de san Pablo para gustar la preciosa experiencia de este Apóstol, del que estamos celebrando el jubileo de los dos mil años de su nacimiento.

Pero, además, en julio y agosto celebramos la Jornada Mundial de la Juventud en Sídney . Si eres católico joven, seguro que en las palabras del Papa encontrarás alimento para renovarte y dejar esa vida cristiana lánguida entre la nada y lo mínimo. Muchos que no pueden ir a Sídney acuden a tres o cuatro puntos de España (El Rocío, Santiago, Javier, Madrid) par vivir con más intensidad la Jornada en peregrinación con otros, en oración y en convivencia en la que se comparte la fe.

También se puede hacer una de esas típicas peregrinaciones marianas. Os quiero recordar la que realiza la Hospitalidad de Lourdes del 19 al 22 de julio con enfermos, en la que participan otros muchos peregrinos y hospitalarios. Son días hermosos de atención a los enfermos, de mayor oración y convivencia con otros cristianos, de acercamiento a la Virgen, que guía nuestra peregrinación de la fe. Les prometo orar por cuantos nos oyen o leen en esa gruta silenciosa y siempre con tanta gente; así devolveré cuantas oraciones hacen por su Obispo y esta hermosa Iglesia de Valladolid.