Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

El Sínodo sobre la Palabra de Dios

5 de octubre de 2008


Publicado: BOA 2008, 400.


“Conoce, celebra y vive la Palabra de Dios, para ser discípulos y misioneros”, reza nuestro Plan Pastoral Diocesano para los próximos cuatro años , que ya hemos presentado en las cuatro Vicarías de nuestra Iglesia, pero del que muchos apenas se han enterado, porque otros intereses lo han impedido hasta ahora. Espero que pueda ir cambiando la situación poco a poco. Vamos a intentarlo, ahora que empieza un Sínodo de Obispos sobre la Palabra de Dios, en la vida y en la misión de la Iglesia . Nos puede animar lo que dice san Jerónimo en su comentario al Eclesiastés: «La carne del Señor es verdadero alimento y su sangre verdadera comida; es éste el verdadero bien que nos es reservado en la vida presente: nutrirse de su carne y beber su sangre, no sólo en la Eucaristía, sino también en la lectura de la Sagrada Escritura. En efecto, la palabra de Dios, que se alcanza con el conocimiento de las Escrituras, es verdadero alimento y verdadera bebida».

Tenemos los católicos un problema de inapetencia; nos falta hambre de la Palabra de Dios. Un déficit preocupante en una verdad de nuestra vida que, en realidad, debería hacernos estremecer de gozo: que Dios ha hablado al hombre. «¿Me estás diciendo que el Dios que ha creado el cielo y la tierra con una sola palabra salida de su boca me está hablando a mí? ¿Me está dirigiendo la palabra ese Dios inimaginable, infinito y poderoso?». Sí, eso es lo que te estoy diciendo. Ni más ni menos, aunque también te digo que has de tomar una actitud ante su Palabra. En ese Sínodo de Obispos en Roma, del 5 al 26-10-2008, mucha gente trabajará: el Papa, los obispos elegidos, los estudiosos de la Biblia, otros fieles cristianos, seglares o sacerdotes, hombres y mujeres; también están invitados otros cristianos no católicos e incluso un rabino judío. ¿Qué haremos tú y yo, que no estaremos en Roma en ese tiempo?

Miremos primero que corresponde a los fieles laicos, para desarrollar su misión en el mundo, proclamar la Buena Noticia a los hombres y mujeres en sus diversas situaciones de vida, «como una abertura a sus problemas, una contestación a sus preguntas, una ampliación de sus valores, al mismo tiempo que la satisfacción aportada a sus aspiraciones más profundas», en opinión de Pablo VI. ¡Qué bella descripción de la tarea del cristiano! Y es que el seglar en el camino de la Palabra, dice el Instrumento de Trabajo del Sínodo, no debe ser solamente un oyente pasivo, sino que debe participar activamente en todos los campos donde entra la Biblia: en el estudio científico, en el servicio de la Palabra en la Liturgia, la catequesis o la animación bíblica. ¡No podemos continuar con esa ignorancia de la Revelación de Dios, que nos llega en la Tradición y en la Sagrada Escritura!

Aprovechad, queridos seglares, ese medio privilegiado de encuentro con Dios que nos habla que es la catequesis dentro de las familias con la profundización de la lectura y la preparación de la Misa dominical. Iniciad a vuestros hijos en la Sagrada Escritura con la narración de las grandes historias bíblicas, especialmente la vida de Jesús, y con la oración inspirada en los Salmos u otros libros revelados. También los movimientos, grupos, asociaciones, cofradías o nuevas comunidades debéis redescubrir la Palabra de Dios, para tener vida según el Espíritu. Hay caminos formativos eficaces centrados en la asimilación existencial de la Palabra de Dios. Enseñan a vivir la Liturgia y la oración personal prestando gran atención a la Palabra, tanto en la Eucaristía como en la oración del Oficio Divino y en la lectio divina. Conoce, celebra y vive la Palabra de Dios. El asombro continúa: Dios habla, tanto que su Hijo se ha hecho carne, ha muerto por nosotros, ha resucitado para nuestra vida, y su Presencia es tan elocuente que nada ni nadie le hace callar.