Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

San Pablo, el que conoció a Jesús de corazón

25 de enero de 2009


Publicado: BOA 2009, 8.


La fiesta de la conversión de san Pablo, el 25 de enero, la Iglesia de Valladolid quiere celebrarla de un modo especial en este año jubilar paulino, con una preparación sencilla, pero intensa. Comenzaremos la fiesta del domingo con una celebración del sacramento de la Reconciliación en la iglesia de san Pablo el viernes 23, precedida de una predicación sobre el Apóstol de los gentiles; oraremos en la parroquia del Salvador con otros cristianos dentro de la Semana por la Unidad el sábado. Todo culminará en la Catedral, con la celebración jubilar de la Eucaristía a las seis de la tarde, en la que espero sea significativa vuestra presencia, incluso aunque hayáis celebrado la Misa en la mañana en vuestras parroquias. La de la Catedral será Misa estacional, es decir, celebración de «toda la Iglesia», siguiendo lo que decía san Ignacio de Antioquia a los cristianos de Éfeso: «Si tanta fuerza tiene la oración de cada uno en particular, ¡cuánto más la que se hace presidida por el obispo y en unión de toda la Iglesia!».

San Pablo: ¡cuántas gracias hay que dar a Dios por este judío insigne que conoció a Jesús de corazón, después de haber perseguido a sus seguidores, creyendo que eran farsantes, que caminaban por una senda equivocada! ¿Qué pasó en el corazón de este hombre para cambiar profundamente su vida? Lo que sucede en cada uno de nosotros cuando nos encontramos con Cristo resucitado, vivo: una sensación de plenitud, de acogida de nuestra persona por Jesús resucitado, un entrar en una nueva vida, con nuevos perfiles, un sentimiento cierto de haber encontrado el amor de nuestra vida, el “tesoro escondido”. De esa experiencia de san Pablo en el camino de Damasco podemos participar todos. La desgracia más grande es encontrar cristianos que parece que nada les ha sucedido en su vida y que su fe vale dos perras.

En la Segunda Carta a los Corintios escribe: «Así que en adelante ya no conocemos a nadie según la carne. Y si conocimos a Cristo según la carne, ya no le conocemos así» (2Co 5,16). Como afirma Benedicto XVI, «conocer según la carne» quiere decir sólo exteriormente, con criterios externos: es haber visto a una persona muchas veces, conocer más o menos sus rasgos y diversos detalles de su comportamiento, como tantos escribas y fariseos conocieron a Jesús. Y sin embargo, aun conociendo a alguien de esta forma, no se le conoce realmente, no se reconoce el núcleo de la persona. Sólo con el corazón se conoce verdaderamente a una persona. Hay personas doctas que conocen a Jesús en muchos detalles históricos y personas sencillas que, tal vez, no conozcan esos detalles doctos, pero que lo conocen de verdad: «El corazón habla al corazón».

La fiesta de la conversión de san Pablo es ocasión para preguntarnos: «Yo, ¿cómo conozco a Jesús?». Quien diga que el Apóstol no conoció nada de la vida de Jesús, de los rasgos principales de su misión salvífica, de su muerte y resurrección, de su enseñanza, y que tampoco le interesaba, no dice verdad y, además, muestra saber poco de historia, tradición y transmisión de una verdad religiosa. Eso sí, san Pablo no pensaba en Jesús en calidad de mero historiador, como una persona del pasado. Ciertamente, conoce la gran tradición sobre la vida, las palabras, la muerte y la resurrección de Jesús, pero no trata todo ello como algo del pasado. Eso es relativamente fácil.

Lo propone como realidad del Jesús vivo. Y eso es lo importante para ti y para mí ahora. Para él, las palabras y las acciones de Jesús no pertenecen al tiempo histórico, al pasado. Jesús vive ahora y habla ahora con nosotros y vive para nosotros. Esa es la verdadera forma de conocer a Jesús y de acoger la tradición sobre Él. Y tú puedes hacerlo también, si no lo has hecho y eres un cristiano desmotivado.