Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Una decisión que dura cincuenta años

8 de febrero de 2009


Publicado: BOA 2009, 11.


El día 2-7-1955, la Junta de la Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC) publicó la siguiente declaración en nombre de los treinta y seis millones de mujeres agrupadas en esta Unión Mundial:

«Nosotras, mujeres del mundo entero, llamadas por la naturaleza a dar la vida, protegerla y alimentarla, no podemos aceptar por más tiempo que las fronteras del hambre se inscriban en nuestro globo con trazos de muerte. Mujeres católicas, llamadas por Jesucristo para dar testimonio de un amor universal y efectivo por la familia humana, no podemos resignarnos al hecho de que la mitad de la humanidad sufra hambre. No queremos que se den soluciones perezosas y criminales a este trágico problema: la guerra, la limitación de la natalidad, son soluciones falsas, soluciones ineficaces, soluciones de muerte (...). Sólo un obstáculo en la lucha contra el hambre sería insuperable: creer la victoria imposible (...). Declaramos la guerra al hambre».

Suena a actual, ¿verdad? Sin duda es actual semejante manifiesto, aunque tenga ya casi 54 años. Este manifiesto es el que hace suyo la Organización Católica “Manos Unidas. Campaña contra el Hambre”, la que hace el número cincuenta en este año 2009. Pero antes, en el pasado, el movimiento apostólico llamado entonces “Mujeres de Acción Católica” había tomado en serio el Manifiesto de la UMOFC y comenzó a actuar en España, creando una manera original de lucha contra el hambre y el subdesarrollo que la sostiene. Nació Manos Unidas, que cada año hace frente a un sinfín de proyectos de desarrollo que palíen el hambre in situ.

Durante cincuenta años, fundamentalmente mujeres —los hombres siempre somos menos perspicaces para la caridad con imaginación— han trabajado denodadamente para concienciar a nuestra sociedad del primer mundo y conseguir dinero para esos pozos de agua potable, proyectos de agricultura, desarrollo comunitario, cooperativas, ayudas a educación, sobre todo de madres, dispensarios, etc.

Todos conocéis en las parroquias la manera de trabajar de Manos Unidas. El crecimiento de las ONG no gubernamentales ha sido grande en estos últimos años, también las católicas, sin duda apoyadas por el camino abierto por Manos Unidas. Pero “Manos Unidas. Campaña contra el Hambre” se ha convertido en un organismo de la Iglesia para esta lucha sin fin contra el hambre y el subdesarrollo y, en este año, cincuentenario de las Campañas, bien merece nuestro agradecimiento y trabajar en ellas cuantos se sientan afectados por amor a los más abandonados. Tenemos muchos problemas también aquí, entre cuantos en nuestra Diócesis sufren las consecuencias de la situación económica y la crisis financiera. Cáritas Diocesana está desbordada y pide nuestra ayuda para ayudar.

Sin embargo, la Campaña L “Combatir el hambre, proyecto de todos” sigue teniendo toda su vigencia y os pido que, como en años anteriores, atendáis esta preocupación, no sólo en la Jornada Nacional (8-2-2009), con su colecta imperada en todas las parroquias y templos de la Diócesis y el ayuno voluntario que le precede, sino en toda la campaña anual. Seguro que son muchos los proyectos que ya se están estudiando con la ilusión de no defraudar a los que más sufren. Aquella decisión de mujeres católicas valientes encendió una luz: sigue siendo necesaria para alumbrar la insensibilidad de los estados y los países ante el cáncer del hambre y el subdesarrollo.