Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

El trabajo, fundamento
sobre el que se forma la vida familiar

3 de mayo de 2009


Publicado: BOA 2009, 175.


La Iglesia de Valladolid quiere estar muy activa en un proceso que lleve a acciones concretas en todo este complejo mundo de «la crisis». La Delegación de Apostolado Seglar, el Consejo de Laicos y el Secretariado diocesano de Pastoral obrera, después de un encuentro de reflexión el pasado 7-3-2009, convocan ahora a los cristianos de la Diócesis a tres actos concretos para profundizar, orar y abrir pistas de compromiso los días 28, 29 y 30-4-2009, previos al 1 de mayo, en el templo de la Parroquia de Santa Teresa y sus locales. Ahí están también la Delegación diocesana de Migraciones y la HOAC.

Nos duelen las personas, las que se quedan sin trabajo y aturdidas y no saben qué hacer, porque en tiempos de crisis aparecen de modo casi automático mecanismos financieros y sociales que hacen más rígidas las situaciones de riqueza de unos y de pobreza de otros (cf. Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, 16). El trabajo duro, en condiciones no humanas, esclaviza; pero sin trabajo en una familia, el fundamento sobre el que se apoya la vida familiar, aparecen toda una serie de catástrofes. Y son muchas las familias donde ninguno de sus miembros trabaja y en las que faltan los subsidios para lo más elemental. Es momento, además, en el que las organizaciones sindicales y de todo tipo deben unir fuerzas y dejar las ideologías a un lado.

Está claro que el peso de la crisis no debe cargar sobre los trabajadores. El sistema económico mundial ha fracasado, tal vez por injusto e insolidario, por no tener en cuenta ante todo la dignidad de las personas. Es verdad que lo más urgente es atender las necesidades perentorias de los que lo pasan mal; pero no dejemos pasar la ocasión para ver qué ha pasado para semejante crisis, y cómo ha de organizarse la economía mundial. Todo menos quedarnos insensibles ante esa terrible cifra de cuatro millones de parados, muchísimos de los cuales se ven empujados hacia la pobreza y la exclusión. Eso no lo quiere el Señor. Sí quiere que trabajemos por un nuevo modelo de sociedad, más justa, más humana.

Y mientras tanto, tener prioridades concretas: compartir nuestro dinero con los que no lo tienen; llevar una vida austera y respetuosa con el medio ambiente y, por tanto, no consumista; no aceptar situaciones injustas y de derroche. Esto apenas se ve todavía y seguimos siendo la sociedad del espectáculo. Ciertamente la situación es compleja y entre todos debemos buscar soluciones. Pero necesitamos líderes que en la política económica coloquen en el centro la vida de las personas. No se trata de acusar de modo fácil, pero no veo a esas personas en el panorama de nuestra vida política y social.

Comprendo la complejidad de la situación, pero ¿no deberíamos pedir de nuestros políticos menos retórica y acusaciones mutuas y unir fuerzas para que, por encima de ideología o partidismos, sea el bien de la gente, el bien común, lo que nos mueva? Pido también con toda sencillez a los católicos que puedan influir en la solución de estos problemas que estén en primera fila de los que trabajan por buscar salidas. También que se profundice en las comunidades cristianas en estos problemas. La oración y nuestra disponibilidad para ayudar sin duda que nos pondrán en la pista de solución y, sobre todo, de vivir la caridad, que es solidaridad.

† Braulio Rodríguez Plaza, Administrador diocesano de Valladolid