{\sc Arzobispo} \\ Arzobispo
Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Despedida

7 de junio de 2009


Publicado: BOA 2009, 181.


\documentclass[a5paper, landscape, 12pt]{article} \usepackage{larva} \usepackage{charter} \usepackage{titlesec} \usepackage{amssymb} % Para \blacksquare \titleformat{\section}{\centering \Large \color{blue} \bf}{}{0mm}{} %\setlength{\parindent}{0mm} \setlength{\parskip}{2mm} %\hyperbaseurl{http://www.archivalladolid.org/} % agenda.php?DI= . date ('Y-m-d') . \&Evento=} % \includegraphics[width=0.15\textwidth]{../arzobispado.jpg} \begin{document}

Mis queridos hermanos y amigos: ¿Cómo despedirse de los que durante más de seis años han sido el centro de mi vida, de mi preocupación y quehacer pastoral? ¿Podría hacerlo sin más, fríamente, sin alteración de mis sentimientos? He llegado a la conclusión de que no sé despedirme de los que he sido obispo, y no creo que aprenda. Así que hablaré con el corazón, sin preocuparme demasiado de la forma, como se habla a los amigos, a los hijos, a los hermanos, a los que conmigo habéis vivido estos años intensos de vida de la Iglesia de Valladolid.

Quiero teneros a todos en mi corazón: desde D. José Delicado Baeza, arzobispo emérito, con méritos suficientes como para agradecerle de corazón su presencia densa que tantos hermanos mayores tienen; a los jóvenes y a los niños, con muchos de los cuales he compartido el querer rejuvenecer el rostro de la Madre Iglesia y el deseo de seguir a Jesucristo; a los matrimonios, que lleváis el peso de la familia y la crianza de los hijos en una vocación de amor preciosa que os hace grandes, y, si sois mayores, el ejemplo de la fidelidad y la presencia callada que tanto bien hace a los hijos ya mayores e independientes; a las religiosas, de vida contemplativa o en la vida apostólica más directa, viviendo vuestro carisma. Sabéis que he respetado esa consagración bautismal que os da una manera de ser propia en la Iglesia; a los religiosos, tantos de vosotros sacerdotes, que trabajáis en tan gran número en esta Iglesia de Valladolid; a vosotros, sacerdotes y diáconos, sin los cuales no es posible la vida de nuestras comunidades, sacerdotes de Jesucristo, tan necesarios para la vocación de los demás cristianos. No sé cómo agradeceros tantas cosas; tal vez sólo diciéndoos que os respeto y pido por vosotros. No será fácil que me olvide de vosotros y os reconoceré cuando os vea.

Habéis tenido un arzobispo concreto, que no se ha escapado de los encasillamientos al uso, que tanto nos despistan. Un obispo, sin embargo, de carne y hueso y, por tanto, con sus debilidades, sus limitaciones, pero con deseo grande de mostrar el amor de Jesucristo a la humanidad, de anunciar la vida nueva que surge del misterio pascual. Una vida que nos hace coherentes, seres nuevos, que se posicionan en la vida desde el Señor en la Iglesia, y que nos proporciona la felicidad y la alegría de confiar en el Padre de los cielos, y el empeño de acercarnos a los demás con respeto y amor, sobre todo a los más necesitados. Una vida que bulle en nosotros, y por eso queremos transmitirla a las nuevas generaciones y cuidarla en los que empiezan, seres humanos desde la concepción, y en los que terminan la aventura de los humanos al morir. Una vida que, recibida gratis en el Bautismo y la Confirmación, crece en nosotros por la Eucaristía, sobre todo la dominical; y, cuando pecamos, se sana por el abrazo del Padre en el sacramento de la Penitencia.

Sabemos cuantos formamos la Iglesia que somos débiles, que no somos una elite, ni los puros, pero queremos ser la Esposa de Cristo, su Cuerpo, su Pueblo santo, donde somos amados por lo que somos, no por lo que tenemos, donde todos tenemos un papel que realizar, donde nadie es más que nadie, donde lo particular no se opone a lo universal, estas comunidades a aquellas. Somos el Pueblo de la comunión; en la que puede haber discrepancias, pero no rupturas; donde Cristo con su Espíritu supera contrarios, presididos por el obispo y por la Iglesia que tiene la primacía de la caridad; en la que hoy vive Pedro, el papa Benedicto. En esta hora de despedida como vuestro obispo os doy sencillamente las gracias y os pido que oréis por vuestro futuro arzobispo, y que la espera no sea larga.

† Braulio Rodríguez Plaza, Administrador diocesano de Valladolid