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Crónica

Braulio Rodríguez Plaza, nuevo arzobispo de Toledo

Despedida y Toma de posesión

21 de junio de 2009


Publicado: BOA 2009, 194.


  • Despedida de sacerdotes y diáconos
  • Despedida de todo el pueblo de Dios
  • Toma de posesión

    Despedida de sacerdotes y diáconos

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    El día 26-5-2009, Fiesta de San Felipe Neri, a las 12 horas, en el templo de la Congregación, numerosos sacerdotes y diáconos se unieron a la celebración de la eucaristía, presidida por D. Braulio, en la que dieron gracias a Dios por la misión compartida a lo largo de más de seis años desde su toma de posesión el día 13-10-2002 en el servicio a nuestra Iglesia diocesana.

    Al finalizar la celebración, el Vicario General, Félix López Zarzuelo, pronunció las siguientes palabras:

    «Querido D. Braulio, queridos sacerdotes y diáconos:

    El 13-10-2002 iniciaba su ministerio episcopal entre nosotros, en esta Iglesia particular que peregrina en Valladolid.

    En la homilía de su primera Eucaristía como Arzobispo de Valladolid, decía: “Para cumplir con mi tarea de obispo, he de contar y vivir con los presbíteros y diáconos. Recuerdo que en el aula del Sínodo de los Obispos, uno dijo algo importante: ‘Sólo es verdadero sembrador de esperanza el obispo que dedica una atención especial a sus curas, estableciendo con cada sacerdote una relación cordial, directa, sencilla, de confianza y confidencia. (...) Para ser un testigo especial de esperanza el obispo debe suscitar colaboración a su alrededor’. Es precioso el texto, y es difícil, supongo, llevarlo a cabo, pero yo quiero hacerlo”.

    Y más adelante también nos decía: “Tampoco olvido yo que obispo y presbíteros estamos unidos en fraternidad sacramental y comunión jerárquica, ya que vosotros y yo participamos en el mismo sacerdocio de Jesucristo (...). La unión que tengamos vosotros y yo repercutirá positivamente en la tarea evangelizadora y nos otorgará ánimos para llevar gozosamente el peso de los trabajos, ya que la amistad ensancha y conforta a los amigos”.

    Han pasado casi siete años. A lo largo de estos siete años hemos tenido la suerte y alegría de ser sus presbíteros y hemos trabajado apostólicamente y participado en el mismo sacerdocio de Jesucristo. Algunos compañeros y hermanos sacerdotes han fallecido, a los que Ud. visitó, atendió y presidió sus exequias. El clero joven fue especialmente cultivado por Ud. Por todo ello, nuestro agradecimiento.

    Ha sido patente su inquietud y desvelo por todos los campos de la pastoral: la universitaria, la vocacional, y como decía al final de su homilía el día de su entrada en Valladolid: “los jóvenes, los enfermos, los parados, los alejados y no creyentes, la nueva evangelización, la familia, la situación de nuestros pueblos. Los más solitarios, los de menos posibilidades. Todos esos grupos de personas, todos esos problemas me preocupan. ¿Cómo no?”.

    Una de sus obsesiones, D. Braulio, es la familia y a Ud. se debe la creación del Centro de Orientación Familiar, COF Diocesano, que, desde el reconocimiento de la dignidad de la persona, la identidad de la familia y el respeto a la vida, ofrece orientación y apoyo que ayuda a vivir en plenitud la vocación al matrimonio y a la familia, abierta al don de la vida.

    No ha olvidado nunca recomendarnos el amor a la Eucaristía. Por eso Ud. inauguraba hace poco en nuestra ciudad la Adoración perpetua que nos recordaba: “(...) Ser adorador significa vivir ante Jesús, y pedir por los hermanos y encontrar en la adoración fuerza para influir en ellos, llegando a su corazón. Eso es también fraternidad y solidaridad, esto es, caridad de Cristo”.

    Nos solicitaba, querido D. Braulio, colaboración, relación cordial, directa, sencilla, de confianza y de confidencia. No sé si Ud. estará contento con nuestra colaboración y si le hemos tratado con la cordialidad, confianza y confidencia con que los hijos tratan a su padre; nosotros, al menos, lo hemos intentado. Y le decimos en esta solemne ocasión, celebrando la Eucaristía, que no le olvidaremos nunca. Y le reiteramos una vez más nuestra enhorabuena por su nombramiento como Arzobispo Primado de Toledo.

    Por último, acéptenos, D. Braulio, como obsequio de agradecimiento y recuerdo de este presbiterio de Valladolid, un báculo y una mitra, que le haremos entrega, junto a todo el pueblo de Dios, en la Eucaristía de despedida del próximo día 7-6-2009 (...) .

    Que nuestra Señora del San Lorenzo, san Pedro Regalado y san Felipe Neri le protejan siempre».

    Seguidamente se celebró una comida fraterna en nuestro Seminario Diocesano.

    Despedida de todo el pueblo de Dios

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    Próxima ya su partida a Toledo, el domingo 7-6-2009, Solemnidad de la Santísima Trinidad, a las 18 horas, se celebró en la S. I. Catedral de Valladolid una Eucaristía de despedida de toda la Archidiócesis a D. Braulio como arzobispo de Valladolid. A la celebración acudieron las autoridades religiosas y civiles, y numerosos sacerdotes, religiosos y fieles, que llenaron el templo y pudieron escuchar las palabras de recuerdo y aliento del arzobispo electo de Toledo.

    Al finalizar la Eucaristía, D. Braulio recibió tres regalos simbólicos de la Archidiócesis de Valladolid: una mitra dorada, confeccionada en los talleres de D. Stefano Zanelli en el norte de Italia; un báculo diseñado en madera y plata, fabricado en los talleres Mayer de Santiago de Compostela; y un relieve en plata de la fachada de la Catedral, realizado por el orfebre vallisoletano Zúñiga, tomando como modelo un dibujo del pintor también vallisoletano Miguel Ángel Soria, que le fueron entregados después de que el Vicario General, Félix López Zarzuelo, pronunciara la siguiente alocución:

    «Queridos D. Braulio y D. José:

    El 13-10-2002 iniciaba su ministerio episcopal en esta nuestra Iglesia particular que peregrina en Valladolid.

    En la homilía de su primera Eucaristía como arzobispo de Valladolid, nos decía: “... el Papa me ha enviado para que pueda ser Pastor de esta Iglesia de Valladolid; he de ser predicador de las verdades evangélicas, animando a que los hijos de esta Iglesia contemplen con atención el misterio de la misericordia divina y explicando la doctrina cristiana. Me invita también el Papa a gobernar, según Cristo el Buen Pastor, esta comunidad eclesial que para mí es bellísima por ser la Iglesia del Señor. E insiste en que promueva la santidad de mis sacerdotes, religiosos y fieles laicos, dando yo ejemplo de santidad en caridad, humildad y simplicidad de vida”.

    Han pasado casi siete años. A lo largo de estos años hemos tenido la suerte de tenerle como Padre y Pastor, ejerciendo entre nosotros el oficio de enseñar, santificar y gobernar. Por todo ello nuestro profundo agradecimiento.

    Ha sido patente su inquietud por todos los campos de la pastoral: la universitaria, la vocacional, y, como decía al final de esa homilía, “me preocupan los jóvenes, los enfermos, los parados, los alejados y no creyentes, la nueva evangelización, la familia, la situación de nuestros pueblos. Los más solitarios, los de menos posibilidades (...). A todos os llevo en el corazón”.

    Hoy, cuando se despide de Valladolid, nos vuelve a decir: “Quiero teneros a todos en mi corazón: desde D. José Delicado Baeza, a los jóvenes y a los niños, a los matrimonios, a las religiosas, a los religiosos, a vosotros sacerdotes y diáconos, a todos...”. ¡D. Braulio, también estará Ud. siempre en nuestro corazón!

    ¡Gracias, en nombre de nuestra Archidiócesis y de toda la sociedad vallisoletana, representada hoy por nuestras autoridades! ¡Nuestro más profundo agradecimiento! Y le reiteramos nuestra enhorabuena por su nombramiento como arzobispo primado de Toledo.

    Acéptenos, D. Braulio, como obsequio de agradecimiento y recuerdo de esta Archidiócesis de Valladolid, una mitra, un báculo y un relieve de la fachada de nuestra Catedral.

    Una mitra para que no olvide que significa preeminencia en la santidad, y para que recuerde lo que se dijo en su ordenación episcopal: “Brille en ti el resplandor de la santidad, para que, cuando aparezca el Príncipe de los Pastores, merezcas recibir la corona de gloria que no se marchita”.

    Un báculo como recuerdo de haber apacentado la Iglesia que peregrina en Valladolid, con actitud de servicio y distinguiéndose por su espíritu de amor y de preocupación por todos. Y para que, con esa misma actitud de servicio, apaciente a su nueva Iglesia de Toledo.

    Un relieve de la fachada de nuestra Catedral, pues ésta es la cátedra del Obispo y lugar de su misión episcopal: evangelización, enseñanza, gobierno y culto, en comunión con la Iglesia y en continuidad con la sucesión apostólica.

    Que la Santísima Trinidad, un solo Dios en tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, fundamento de nuestra fe y esperanza, por intercesión de la Virgen de San Lorenzo y san Pedro Regalado, le configure con Cristo, Buen Pastor, en el ministerio que el Señor le encomienda al servicio de la Iglesia que peregrina en Toledo».

    Toma de posesión

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    El acto de toma de posesión de D. Braulio Rodríguez Plaza como nuevo arzobispo de Toledo y primado de España, el 120.º en la sucesión apostólica de la Archidiócesis Primada, tuvo lugar el 21-6-2009, a las 18 horas, en la Catedral de Toledo . Para facilitar la asistencia de los numerosos fieles de nuestra Archidiócesis de Valladolid que estuvieron presentes, se organizó un viaje con la colaboración de la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes, con salida a las 7:30 h de la mañana del domingo y regreso a las 21 h.

    La Eucaristía contó con cerca de cuatro mil asistentes, incluyendo diversas autoridades civiles, y fue concelebrada por el cardenal prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, D. Antonio Cañizares Llovera, hasta ese día administrador apostólico de la Archidiócesis de Toledo y anterior arzobispo de la misma; el Nuncio Apostólico en España, D. Manuel Monteiro de Castro; D. Carmelo Borobia, obispo auxiliar; seis cardenales, once arzobispos, treinta y seis obispos y varios centenares de sacerdotes de las Archidiócesis de Toledo y Valladolid.

    El acto incluyó el tradicional juramento de compromiso por parte del nuevo Arzobispo a respetar las costumbres de la Iglesia primada, el beso y procesionado del "Lignum Crucis", la lectura de las Letras Apostólicas del nombramiento efectuado por Benedicto XVI, la entrega del báculo, y el saludo respetuoso al nuevo Arzobispo, una vez ocupada su sede.