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Programación
Programación y Calendario
Pastoral Diocesano:
Arraigados y edificados en Cristo,
firmes en la fe (cf. Col 2,7)
2010/2011
Publicado: BOA 2010, 239.
Los creyentes de la Carta a los Colosenses han recibido el mensaje de la salvación, que no es otro que «Cristo, Jesús, el Señor» (Col 2,6), en el que hay que permanecer arraigados y solidamente «cimentados en la fe, firmes e inconmovibles en la esperanza del Evangelio que oísteis, que ha sido proclamado a toda criatura bajo el cielo» (Col 1,23). Es «La Palabra de la Verdad, el Evangelio que llegó hasta vosotros» (Col 1,5); «misterio escondido desde siglos» (Col 1,26) y ahora manifestado.
Este anuncio no se refiere a unas doctrinas transmitidas, sino que es el plan del Padre mismo que «nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención, el perdón de los pecados» (Col 1,13.20). En este Hijo, en Jesús, el Padre ha puesto todo su amor: «pues Dios tuvo a bien que residiera en Él toda la plenitud» (Col 1,19; Cf. 2, 9). Y en la Cruz todo nos lo dio en Él. Así el Padre reconcilió «por Él y para Él todas las cosas, haciendo la paz por la sangre de su cruz, en lo que hay en la tierra y en los cielos» (Col 1,20). Por ello ha sido constituido «primogénito de entre los muertos» (Col 1,18), siendo ahora la Cabeza de la Iglesia y del universo.
Se trata, pues, de vivir en Él y según Él, bajo su soberanía, bajo su amor incondicional, que nos lo ha ganado al precio de «su sangre en la Cruz» (Col 1,20). Es una llamada a toda la iglesia, especialmente a los jóvenes, a vivir enraizados y arraigados en Él, que nos ha vivificado «sepultándonos con Él en el bautismo..., y vivificándonos juntamente con Él» (Col 2,9-13) en la resurrección por la fe y por la acción de Dios.
En esta hora, los jóvenes, y todos en la Iglesia, estamos llamados a “echar raíces” en el Señor, a cimentar nuestra vida en «la piedra angular que es Cristo mismo» (Ef 2,20). No se trata solamente de “aprender una doctrina”, sino de vivir de Aquel que ya vino a nosotros por la Palabra de salvación, y vivir conforme a su voluntad, «dando con alegría gracias al Padre» (Col 1,11-12) y «rebosando en acción de gracias» (Col 2,7) por hacernos participar, en su Iglesia, «de la herencia de los santos en la luz» (Col 1,12).
El curso pastoral 2010-2011 vendrá marcado por ser el primero desde que D. Ricardo tomó posesión como arzobispo y por la celebración de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud en Madrid del 16 al 21-8-2011. Por ello, en el presente curso se quieren destacar tres objetivos prioritarios:
I. Preparar la Jornada Mundial de la Juventud 2011 e impulsar la pastoral de juventud.
«Os invito a este evento tan importante para la Iglesia en Europa y para la Iglesia universal. Además, quisiera que todos los jóvenes, tanto los que comparten nuestra fe como los que vacilan, dudan o no creen, puedan vivir esta experiencia, que puede ser decisiva para la vida: la experiencia del Señor Jesús resucitado y vivo, y de su amor por cada uno de nosotros».
II. Elaborar un Plan de ordenación pastoral de la actividad de nuestra Diócesis.
III. Promover la caridad en la vida y misión de nuestra Iglesia diocesana.
«Cuántos cristianos han sido y son un testimonio vivo de la fuerza de la fe que se expresa en la caridad. Han sido artífices de paz, promotores de justicia, animadores de un mundo más humano, un mundo según Dios; se han comprometido en diferentes ámbitos de la vida social, con competencia y profesionalidad, contribuyendo eficazmente al bien de todos. La caridad que brota de la fe les ha llevado a dar un testimonio muy concreto, con la palabra y las obras. Cristo no es un bien sólo para nosotros mismos, sino que es el bien más precioso que tenemos que compartir con los demás».
(Los textos que acompañan a estos objetivos prioritarios, así como a las líneas de acción y los objetivos siguientes, pertenecen al Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011) .
I. Conocer, celebrar y vivir la Palabra de Dios para ser discípulos
«La fe cristiana no es sólo creer en la verdad, sino sobre todo una relación personal con Jesucristo. El encuentro con el Hijo de Dios proporciona un dinamismo nuevo a toda la existencia. Cuando comenzamos a tener una relación personal con Él, Cristo nos revela nuestra identidad y, con su amistad, la vida crece y se realiza en plenitud».
A. Conocer y dar a conocer la Palabra
«Queridos amigos, construid vuestra casa sobre roca, como el hombre que “cavó y ahondó”. Intentad también vosotros acoger cada día la Palabra de Cristo. Escuchadle como al verdadero Amigo con quien compartir el camino de vuestra vida. Con Él a vuestro lado seréis capaces de afrontar con valentía y esperanza las dificultades, los problemas, también las desilusiones y los fracasos».
Objetivo 1. Potenciar la formación bíblica de todo el Pueblo de Dios
«Muchas de las imágenes que circulan de Jesús, y que se hacen pasar por científicas, le quitan su grandeza y la singularidad de su persona. Por ello, a lo largo de mis años de estudio y meditación, fui madurando la idea de transmitir en un libro algo de mi encuentro personal con Jesús, para ayudar de alguna forma a ver, escuchar y tocar al Señor, en quien Dios nos ha salido al encuentro para darse a conocer».
Objetivo 2. Impulsar la Iniciación cristiana
«La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado” (Catecismo de la Iglesia Católica, 150) . Así podréis adquirir una fe madura, sólida, que no se funde únicamente en un sentimiento religioso o en un vago recuerdo del catecismo de vuestra infancia».
B. Celebrar y orar la Palabra
«Entablad y cultivad un diálogo personal con Jesucristo, en la fe. Conocedle mediante la lectura de los Evangelios y del Catecismo de la Iglesia Católica; hablad con Él en la oración, confiad en Él. Nunca os traicionará».
Objetivo 3. Iniciar en la oración y en la lectura espiritual de la Palabra (lectio divina)
Objetivo 4. Cuidar la Liturgia de la Palabra en la celebración de los sacramentos
«Queridos jóvenes, aprended a “ver”, a “encontrar” a Jesús en la Eucaristía, donde está presente y cercano hasta entregarse como alimento para nuestro camino; en el Sacramento de la Penitencia, donde el Señor manifiesta su misericordia ofreciéndonos siempre su perdón».
C. Vivir y encarnar la Palabra
Objetivo 5. Impulsar la propuesta y el discernimiento vocacional («Hágase en mí según tu palabra»)
«Existe un momento en la juventud en que cada uno se pregunta: ¿qué sentido tiene mi vida, qué finalidad, qué rumbo debo darle? (...) Tuve que preguntarme: ¿es éste de verdad mi camino? ¿Es de verdad la voluntad del Señor para mí? ¿Seré capaz de permanecerle fiel y estar totalmente a disposición de Él, a su servicio? Una decisión así también causa sufrimiento. No puede ser de otro modo. Pero después tuve la certeza: ¡así está bien! Sí, el Señor me quiere, por ello me dará también la fuerza. Escuchándole, estando con Él, llego a ser yo mismo. No cuenta la realización de mis propios deseos, sino su voluntad».
Objetivo 6. Promover una espiritualidad de comunión para acoger y ofrecer el Evangelio hoy en nuestra Diócesis
«No somos creyentes aislados, sino que, mediante el Bautismo, somos miembros de esta gran familia, y es la fe profesada por la Iglesia la que asegura nuestra fe personal. El Credo que proclamamos cada domingo en la Eucaristía nos protege precisamente del peligro de creer en un Dios que no es el que Jesús nos ha revelado: “Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros” (Catecismo de la Iglesia Católica, 166). Agradezcamos siempre al Señor el don de la Iglesia; ella nos hace progresar con seguridad en la fe, que nos da la verdadera vida (cf. Jn 20,31)».
II. Conocer, celebrar y vivir la Palabra de Dios para ser misioneros
«También vosotros, si creéis, si sabéis vivir y dar cada día testimonio de vuestra fe, seréis un instrumento que ayudará a otros jóvenes como vosotros a encontrar el sentido y la alegría de la vida, que nace del encuentro con Cristo».
A. Anunciar la Palabra
Objetivo 7. Dar una dimensión misionera y de anuncio del Evangelio a toda nuestra acción pastoral
«Os invito (jóvenes) a intensificar vuestro camino de fe en Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Vosotros sois el futuro de la sociedad y de la Iglesia. (...) A lo largo de este año, preparaos intensamente para la cita de Madrid con vuestros obispos, sacerdotes y responsables de la pastoral juvenil en las diócesis, en las comunidades parroquiales, en las asociaciones y en los movimientos. La calidad de nuestro encuentro dependerá, sobre todo, de la preparación espiritual, de la oración, de la escucha en común de la Palabra de Dios y del apoyo mutuo. Queridos jóvenes, la Iglesia cuenta con vosotros. Necesita vuestra fe viva, vuestra caridad creativa y el dinamismo de vuestra esperanza. Vuestra presencia renueva la Iglesia, la rejuvenece y le da un nuevo impulso. Por ello, las Jornadas Mundiales de la Juventud son una gracia no sólo para vosotros, sino para todo el Pueblo de Dios.»
Objetivo 8. Ofrecer en el diálogo fe-cultura la propuesta cristiana sobre temas de actualidad
«La cultura actual, en algunas partes del mundo, sobre todo en Occidente, tiende a excluir a Dios, o a considerar la fe como un hecho privado, sin ninguna relevancia en la vida social. Aunque el conjunto de los valores, que son el fundamento de la sociedad, provenga del Evangelio —como el sentido de la dignidad de la persona, de la solidaridad, del trabajo y de la familia—, se constata una especie de “eclipse de Dios”, una cierta amnesia, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo y una negación del tesoro de la fe recibida, con el riesgo de perder aquello que más profundamente nos caracteriza».
B. Celebrar y orar la Palabra
Objetivo 9. Subrayar de forma especial la dimensión misionera de nuestras celebraciones
«Muchos manifiestan la aspiración de construir relaciones auténticas de amistad, de conocer el verdadero amor, de fundar una familia unida, de adquirir una estabilidad personal y una seguridad real, que puedan garantizar un futuro sereno y feliz».
Objetivo 10. Anunciar la esperanza cristiana en el sacramento de la Unción de Enfermos y en la celebración de las exequias
y la dimensión misionera de la celebración de las exequias y en el acompañamiento de las familias al cementerio.
«Sed testigos de la esperanza cristiana en el mundo entero: son muchos los que desean recibir esta esperanza. Ante la tumba del amigo Lázaro, muerto desde hacía cuatro días, Jesús, antes de volver a llamarlo a la vida, le dice a su hermana Marta: “Si crees, verás la gloria de Dios” (Jn 11,40)».
C. Vivir y encarnar la Palabra
«Estar arraigados en Cristo significa responder concretamente a la llamada de Dios, fiándose de Él y poniendo en práctica su Palabra. Jesús mismo reprende a sus discípulos: “¿Por qué me llamáis: ‘¡Señor, Señor!’, y no hacéis lo que digo?” (Lc 6,46)».
Objetivo 11. Ofrecer una voz profética (personal, comunitaria e institucional) ante las diversas situaciones de injusticia y de ataque a la dignidad humana, iluminados por la Doctrina Social de la Iglesia
«Hay una fuerte corriente de pensamiento laicista que quiere apartar a Dios de la vida de las personas y la sociedad, planteando e intentando crear un “paraíso” sin Él. Pero la experiencia enseña que el mundo sin Dios se convierte en un “infierno”, donde prevalece el egoísmo, las divisiones en las familias, el odio entre las personas y los pueblos, la falta de amor, alegría y esperanza. En cambio, cuando las personas y los pueblos acogen la presencia de Dios, le adoran en verdad y escuchan su voz, se construye concretamente la civilización del amor, donde cada uno es respetado en su dignidad y crece la comunión, con los frutos que esto conlleva».
Objetivo 12. Encarnar la Palabra de salvación en el mundo a través de la acción social y la promoción de la justicia
«Reconoced y servid a Jesús también en los pobres y enfermos, en los hermanos que están en dificultad y necesitan ayuda».
«Que la Virgen María acompañe este camino de preparación. Ella, ante el anuncio del Ángel, acogió con fe la Palabra de Dios; con fe consintió que la obra de Dios se cumpliera en ella. Pronunciando su “fiat”, su “sí”, recibió el don de una caridad inmensa, que la impulsó a entregarse enteramente a Dios. Que Ella interceda por todos vosotros, para que en la próxima Jornada Mundial podáis crecer en la fe y en el amor».
III. Calendario
Septiembre:
Octubre:
Noviembre:
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Enero:
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Julio:
Agosto: