Arzobispo
Ricardo Blázquez Pérez

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Entrevista

Noticias Medianoche en Radio Televisión Castilla y León

11 de noviembre de 2010


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Publicado: BOA 2010, 447.


¿Qué ha supuesto la segunda visita del papa Benedicto XVI en este momento?

Yo creo que la visita del Papa, de quien nos preside con amor en la fe y además quiere bien a nuestro pueblo y es una persona que contribuye de una forma cualificada a la marcha ética de nuestro mundo, ha sido importante, ha sido una visita muy eficaz, aunque la eficacia de este tipo de acontecimientos se ve a largo plazo. La forma como fue preparada, como ha sido recibido, con un gran afecto y muchísima participación de gente, son alentadoras. En las intervenciones digamos centrales de Santiago de Compostela y de Barcelona , hay unos cuantos párrafos importantísimos que merecen ser leídos, releídos y meditados. Y ese es el mensaje que nos ha querido dejar y que gira en torno a Dios.

Pero ya sabe cómo somos al final los medios y hay un mensaje con el que nos hemos quedado. El mensaje que se escuchó en el avión antes de aterrizar en Santiago de Compostela donde Benedicto XVI venía a denunciar el auge del laicismo en nuestro país y comparaba la España actual con la España de los años 30. ¿Usted comparte este criterio?

Yo creo que eso sería descentrar la atención y el centro de las inquietudes, las preocupaciones y el deseo del Papa al visitar nuestro país. Es verdad que entre nosotros hay signos que nos molestan en relación con lo religioso, hay manifestaciones agresivas, como todos podemos ver diariamente a través de los medios de comunicación social y de otras formas. Por ejemplo, lo que terminamos de ver en relación con la retirada de crucifijos de un centro escolar; también otras expresiones en algunos medios de comunicación social. Yo creo que eso no es sano para nuestra sociedad; así no se favorece la convivencia pacífica.

¿Pero sí que es reflejo de ese laicismo que denunciaba el Papa?

Yo creo que son manifestaciones que hieren los sentimientos religiosos. Creo que tenemos que distinguir bien lo que es la aconfesionalidad del Estado; el Estado como tal no tiene ninguna religión, para que todas las religiones y todos los que profesamos una religión o no profesen ninguna podamos sentirnos a gusto, con plenos derechos, con iguales derechos. Es muy distinta la aconfesionalidad del Estado, con la cual todos estamos de acuerdo tal y como figura en nuestra Constitución, de la laicidad y el laicismo. El laicismo siempre es algo negativo y la laicidad consiste en que cada realidad tiene su propia autonomía y debe ocupar su lugar, viviendo todos de una manera respetuosa al servicio del bien común. El laicismo incluye beligerancia y negatividad.

En este sentido, ¿cómo valora la decisión del Gobierno central, anunciada en el Congreso por José Luis Rodríguez Zapatero, de que aparca de momento esa Ley de Libertad Religiosa que anunció en su momento el Partido Socialista?

Yo esto lo veo en el sentido siguiente: A mí me parece que todos necesitamos volver al espíritu de la Transición política y ese espíritu, por los motivos que sean, yo creo que se ha quebrado y necesitamos hacer todos un esfuerzo de convergencia renovada. Y en ese sentido quiero interpretar también la práctica retirada del proyecto de Ley de la Libertad Religiosa; quiero ver ahí un intento de distensión, de volver al consenso de la transición, de la cual estuvimos todos los españoles muy orgullosos y por la que fuimos entonces motivo de envidia, de la mejor envidia, por parte de otros países.

Usted sabe perfectamente cómo pueden ser las relaciones con el Gobierno porque durante tres años, entre 2005 y 2008, fue presidente de la Conferencia Episcopal y tuvo que establecer muchas negociaciones en aquel momento, me imagino, con la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, ¿eran difíciles las relaciones con el Gobierno?

Tengo que reconocer que las relaciones globalmente son correctas; ha habido y hay la posibilidad de un diálogo más o menos fluido. Es evidente que no todas las leyes que se han aprobado en el Parlamento nos merecen el mismo juicio a nosotros los obispos concretamente y a los cristianos en general. Por ejemplo, nosotros agradecimos y nos mostramos razonablemente satisfechos cuando fue aprobado el nuevo coeficiente de la asignación tributaria; y lo dijimos públicamente.

En relación con la enseñanza ha habido un poco de todo. Ha habido varias leyes que se han aprobado que nos han creado, y no sólo a la Iglesia ya que es una cuestión de sociedad también, serias dificultades. Y por ejemplo lo que se llama el matrimonio entre dos personas del mismo sexo, que en ninguna cultura y nunca a eso se ha llamado matrimonio; forma parte de lo fundamental del matrimonio la heterosexualidad.

Nos creó también dificultades la facilidad enorme para poder romper el matrimonio y proceder al divorcio; porque este divorcio llamado “exprés” es un ataque en profundidad a la estabilidad matrimonial, y no estamos de acuerdo con la aprobación de la renovación de la ley del aborto. Nadie tiene derecho a suprimir la vida de un ser humano.

¿Pero usted cree que, por ejemplo, en el hipotético caso de que Mariano Rajoy llegue a la Moncloa dentro de un par de años, procederá a hacer determinados cambios, como anunció no hace demasiados días en una entrevista en El País?

Ciertamente sé que recurrieron la ley del matrimonio, llamado así, entre dos personas del mismo sexo. Yo no sé lo que podrán hacer y lo que desearían hacer.

Antes hablábamos de la retirada de los crucifijos en las escuelas; usted en su diócesis tiene un caso muy cercano, el del Colegio Macías Picavea, donde la Asociación Escuela Laica había presentado un recurso que al final no ha sido admitido a trámite por el Constitucional por presentarse fuera de plazo, pero sin embargo, acabamos de conocer un caso en Extremadura donde sí se han retirado algunos crucifijos... ¿se deben, no se deben retirar los crucifijos de las escuelas públicas? ¿Cree que ese debate es artificial?

Creo que es un debate que introduce dificultades donde no las había, introduce división donde no la había, porque también se puede pensar: ¿por qué sí a la petición de un padre y no a la actitud de otros treinta padres?

El crucifijo no es sólo un signo para quienes creemos en nuestro Señor Jesucristo; es también un signo de paz para todos y es un signo de nuestra cultura. Porque crucifijos en el momento en que paseamos por una ciudad de tradición cristiana inmediatamente los vemos, ya que el crucifijo forma parte de nuestra cultura y nuestra sociedad. También vemos la media luna cuando llegamos a un país musulmán; esta peculiaridad no tiene que convertirse en beligerancia contra nadie: convivamos dentro de la pluralidad de signos. Una sociedad sin signos es como una sociedad plana y despojada.

La verdad es que la entrevista con usted podría darnos mucho de sí porque su trayectoria es muy larga, ha estado 14 años como obispo de Bilbao, unos años duros, difíciles...

A mí me parece que a la hora de insertarse una persona, yo como obispo en este caso, en Bilbao o en Valladolid, es muy importante que funcione la escucha recíproca, el aprecio mutuo y el respeto de todos; hagamos camino juntos.

Desde su perspectiva conociendo o de lo que ha podido conocer de la sociedad vasca, ¿cuál es el papel que cree que debe jugar la Iglesia de Euskadi ante el conflicto que se vive en esa zona de España?

La Iglesia siempre ha condenado el terrorismo, los asesinatos terroristas. Creo que la Iglesia es un factor, un fermento de pacificación importante, no sólo por los escritos que los obispos puedan hacer públicos, sino también porque diariamente en la predicación de la Iglesia y en la celebración de la liturgia estamos cultivando valores que nos conducen a la fraternidad y a la paz.

Nosotros hemos recibido de nuestro Señor el Evangelio de la paz y queremos contribuir a desarmar las conciencias, desarmar los corazones y desarmar los sentimientos, porque si no se desarman interiormente las personas, difícilmente caen las metralletas y las pistolas de las manos.

¿Cree que está cerca la paz en el País Vasco?

Yo lo deseo, lo espero y tengo la impresión de que sí; por lo menos que se deje de matar, que ETA como organización terrorista desaparezca.

Usted ha sido nombrado comisario del Papa para la rama laica de los Legionarios de Cristo; cuénteme, ¿qué papel le va a tocar desempeñar en esta nueva misión?

El encargo que yo he recibido es de visitador apostólico para el Movimiento que se llama Regnum Christi; en el movimiento hay tres grados de participación, y concretamente yo he sido designado directamente para visitar a los consagrados y consagradas, el tercer grado de implicación en el Movimiento Regnum Christi. La visita apostólica tiene como finalidad conocer de cerca la realidad del Regnum Christi, concretamente de estas ramas y elaborar un informe en conciencia que yo pasaría al Delegado Pontificio, dentro de cuya responsabilidad se desarrolla el trabajo que se me ha confiado.

¿Le han hecho mucho daño a la Iglesia católica los casos de pederastia?

Creo que sí.

¿Se ha sabido reaccionar a tiempo?

Yo tengo la convicción de que el problema de la pederastia es un problema de la sociedad y también de casos en la Iglesia. Estoy convencido de que la Iglesia ha reaccionado a impulsos del Papa con mayor decisión y con mayor consecuencia que otras instituciones. Los entendidos dicen que el problema fundamental de la pederastia, los abusos, esa humillación tan grave de niños, acontece dentro de las familias. Tener presentes los datos estadísticos, los casos de pederastia dentro de la Iglesia y fuera de ella, es también un acercamiento al fenómeno de la pederastia.

Ahora que se ha acercado más a su pueblo, ¿tiene más tiempo de visitar a sus paisanos?

En principio debería tener más tiempo, quiero hacerlo, pero hasta ahora no ha sido mucho más.