Arzobispo
Ricardo Blázquez Pérez

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Carta

¡Que el gozo de Navidad ilumine nuestras vidas!

10 de diciembre de 2010


Publicado: BOA 2010, 432.


Dos grandes fiestas cristianas, o quizá mejor dos núcleos festivos, salen de los templos, donde son celebradas litúrgicamente, a las calles y plazas, casas y otros muchos lugares. Me refiero a la Semana Santa y a la Navidad. En el marco de estas fiestas se ha desarrollado amplia y bellamente la piedad popular, inspirada en la fe; en un caso con las procesiones y en otro con los nacimientos. Son expresiones legítimas que nos pueden ayudar a vivir con mayor intensidad y con una irradiación más extensa el Misterio de la fe: el Hijo de Dios nacido en Belén; y Jesucristo crucificado para salvarnos y resucitado como vencedor del pecado y de la muerte, de todo lo que oprime la vida humana y encadena su auténtica libertad.

Todo nacimiento tiene un foco de luz, que es el Niño recién nacido, recostado en un pesebre y cuidado amorosamente por María y José. La mirada tiende inmediatamente a este centro que atrae a todos los personajes. También quien contempla el nacimiento es invitado a acercarse al portal de Belén, para recibir las sublimes lecciones de amor, de sencillez y de ternura que brotan del Niño, y que necesitamos aprender para vivirlas en las relaciones familiares y sociales. Un Niño frágil como todos, cuyo único lenguaje durante algún tiempo son el llanto y la sonrisa, es nuestro Redentor. Belén es fuente de humanidad y de paz.

Los nacimientos incorporan frecuentemente características de cada pueblo y detalles de cada rincón, referencias al pasado y alusiones al presente. Actualizan a su modo el mensaje de Navidad: el Salvador del mundo ha venido por ti; entra en nuestras relaciones humanas; también nuestra tierra y nuestro tiempo son cuna para nacer el Niño Dios. Podemos decir: Jesús nace hoy, nace aquí, nace por ti y en ti, nace para todos los hombres y mujeres de cualquier raza, lengua, pueblo y nación. Los nacimientos nos acercan al misterio de Belén.

Saludo cordialmente a la Asociación Belenista de Valladolid; les agradezco su actividad, que aparece en torno a las fiestas de Navidad, pero que en realidad se extiende a todo el año. Con su dedicación y entusiasmo nos estimulan a mantener viva una bella y elocuente tradición. A través de estas líneas deseo felicitar a los vallisoletanos las fiestas de Navidad.