Arzobispo
Ricardo Blázquez Pérez

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Homilía

Solemnidad de San Pedro Regalado 2011

13 de mayo de 2011


Temas: san Pedro Regalado y nueva evangelización.

Publicado: BOA 2011, 180.


El Martirologio Romano, el día 30 de marzo, entre otros santos recuerda a san Pedro Regalado en estos términos: «En Aguilera, en el Reino de Castilla, san Pedro Regalado, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que, insigne por su humildad y el rigor de su penitencia, construyó dos cenobios (La Aguilera y El Abrojo), en los que sólo debían vivir doce hermanos en total soledad» (Martirologio Romano, p. 229). Aunque murió el día 30 de marzo celebramos su fiesta el día de hoy, en tiempo pascual.

Con estos datos escuetos se señala lo fundamental de nuestro paisano y patrono de la ciudad de Valladolid y de la Diócesis vallisoletana. Fue llamado el “Francisco de Asís de Castilla”. Su vida y su predicación iban dejando una estela de Dios. Cuando Benedicto XIV lo canonizó el 29-6-1746, hacía ya casi tres siglos que el pueblo cristiano, impresionado por su luminoso testimonio evangélico, lo aclamaba como santo y se acogía a su protección. El instinto de la fe de los fieles se adelanta con frecuencia a la declaración definitiva de la Iglesia. A raíz de su muerte el 30-3-1456, su sepulcro fue constantemente visitado para venerar sus restos, meditar su ejemplo e implorar su intercesión. Hasta La Aguilera peregrinaron gentes del pueblo cristiano e incluso Isabel La Católica. Todo santo es un impulso de los hombres hacia lo alto, hacia Dios, para orientar su vida en la tierra con mayor fidelidad al Señor y al Evangelio. Los santos son como mojones que nos señalan el camino que conduce a la vida verdadera.

Los rasgos de la vida de san Francisco de Asís caracterizaron también a nuestro santo: la humildad; la pobreza evangélica, que es una forma excelente de libertad; la transparencia del corazón; la austeridad, que une particularmente con Jesús paciente y crucificado; la disponibilidad para servir a los demás; la evangelica testificatio, que es una llamada viviente a seguir a Jesucristo sin “glosas”, sin que las interpretaciones excesivas oculten el resplandor de la verdad. ¿No es signo de fidelidad particular al Evangelio el que san Pedro Regalado determinara que en sus conventos no vivieran más de doce hermanos en recuerdo de los doce apóstoles de Jesús? Quería mirarse en el espejo del grupo apostólico y en su estilo de vida. Fue un fraile “menor” con todo el contenido de la expresión “minoridad”, que es pequeñez evangélica y humildad adulta, sencillez de corazón y madurez humana forjada en el seguimiento de Jesús pobre.

San Pedro Regalado fue ante todo un reformador en la línea de Pedro de Villacreces. Al sur de Castilla, en Arenas de San Pedro, se conserva el sepulcro de san Pedro de Alcántara, otro gran reformador franciscano que aconsejó eficazmente a santa Teresa de Jesús para que fundara en pobreza. Durante el noviciado, la meditación sobre la vida y la regla de san Francisco fue convenciendo al joven Pedro Regalado de que la vida de sus hermanos franciscanos de cerca y de lejos no era conforme con la forma que les había transmitido el Poverello de Asís, san Francisco. Por eso, seducido por la forma original del Evangelio actualizada por Francisco, sintió la llamada a una reforma que superase las deformaciones introducidas por la debilidad y el pecado de los hombres.

En la Iglesia acontecen sin cesar movimientos de reforma, porque la presencia del Señor los despierta y anima para vencer la mediocridad que nunca sacia las aspiraciones hondas del corazón del hombre. El Evangelio ejerce un reclamo del Espíritu Santo que no deja de oírse en todas las generaciones. Por unas vías u otras brotan estos movimientos de retorno a la fidelidad primera, que impiden la consolidación de las deformaciones.

También hoy el Papa nos está invitando a promover una “nueva evangelización” para que la Iglesia recobre nuevo vigor a través de los caminos de renovación que el Espíritu de Dios abrirá y va abriendo. De hecho ha sido convocada una Asamblea General del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar en el mes de octubre del año próximo y cuya preparación remota ya está en marcha. Nueva evangelización es «sinónimo de renovación espiritual de la fe de las Iglesias locales, de puesta en marcha de caminos de discernimiento de los cambios que están afectando a la vida cristiana en varios contextos culturales y sociales, de relectura de la memoria de la fe, de asunción de nuevas responsabilidades y energías en vista de una proclamación gozosa y contagiosa del Evangelio de Jesucristo» (Lineamenta del Sínodo sobre “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”, 5) . La Iglesia debe entrar en una nueva etapa de su dinamismo misionero, para estar a la altura de los desafíos que el contexto sociocultural de hoy presenta a la fe cristiana, a su vida y a su misión.

En su Viaje apostólico a la República Checa, Benedicto XVI retomó la expresión “atrio de los gentiles”, que era un patio del complejo del antiguo templo de Jerusalén, para referirse a la apertura del Evangelio a los que se han distanciado de la fe cristiana o no estuvieron cerca nunca, pero buscan a Dios. «La imagen del “atrio de los gentiles” se nos ofrece como un elemento en la reflexión sobre la “nueva evangelización” que pone de manifiesto la audacia de los cristianos de no renunciar jamás a buscar positivamente todos los caminos para delinear formas de diálogo que corresponden a las esperanzas más profundas y a la sed de Dios de los hombres. Tal audacia permite colocar dentro de este contexto la pregunta sobre Dios, compartiendo la propia experiencia en la búsqueda y comunicando como un don el encuentro con el Evangelio de Jesucristo» (ibíd, 5). Es improbable que el hombre deje de preguntarse por Dios en su vida; más pronto o más tarde se plantea la cuestión de Dios. El corazón del hombre tiene una inquietud que sólo el reconocimiento de Dios puede colmar.

Aunque haya en ocasiones manifestaciones agresivas contra la religión que aparecen como fuera de tiempo, la secularización asume de ordinario un tono modesto que invade la vida cotidiana de las personas y desarrolla una mentalidad en la cual Dios está prácticamente ausente. Esta situación induce con frecuencia una especie de atrofia espiritual, de vacío del corazón, de actitud consumista y superficial. Parece que se prefiere no esperar mucho para que la decepción no sea grande. Un cierto malestar difuso, que no genera proyectos sugerentes de futuro y no suscita empresas con riesgos sacrificados, se extiende, debilitándonos en la misma raíz. «En un escenario de este tipo, la nueva evangelización se presenta como estímulo del cual tienen necesidad las comunidades cansadas y débiles, para descubrir nuevamente la alegría de la experiencia cristiana, para encontrar de nuevo “el amor de antes” que se ha perdido (Ap 2,4), para reafirmar una vez más la naturaleza de la libertad en la búsqueda de la Verdad» (ibíd., 6).

En una situación marcada por el cansancio y la debilidad, «hay que reconocer como don del Espíritu la frescura y las energías que la presencia de grupos y movimientos eclesiales ha logrado infundir en esta misión de transmitir la fe» (ibíd., 15). Son formas alentadoras de la acción de Dios; un signo de la presencia del Señor en la Iglesia.

Parece coherente con la nueva evangelización el nuevo resurgir de la iniciación cristiana, y la renovada atención prestada a los niños, adolescentes y jóvenes. «Necesitan testigos y maestros que caminen con ellos y los lleven a amar y comunicar a su vez el Evangelio, especialmente a sus coetáneos, convirtiéndose ellos mismos en auténticos y creíbles anunciadores» (ibíd., 13). Confiamos en que la próxima Jornada Mundial de la Juventud sea preciosa oportunidad para encontrarnos con Jesucristo. Si el encuentro con Jesús renueva nuestro espíritu, si arraigamos en Él y en Él construimos el edificio de la vida, se convertirá en fuente de sentido, de gozo, de generosidad, de esperanza y de capacidad de sacrificio. Será el punto firme y la palanca para mover la vida, para vencer la mediocridad y el desencanto, para adoptar confiadamente las decisiones necesarias a pesar de los riesgos y los obstáculos. Jesús es el Camino, la Luz y la Vida verdadera.

La fe en Dios es como la brújula que orienta a descubrir la meta y también el origen y la significación profunda de la vida humana. La fe en Dios invita y empuja a ir al encuentro de las personas, particularmente de los necesitados de pan, de empleo que los dignifique, de familia, de amistad, de confianza en la vida. Recordamos a las personas a quienes en la situación actual la desposesión del trabajo o su larga privación les dificulta proyectar su vida confiadamente y los humilla. Al hombre le viene bien, muy bien, creer en Dios, tanto para su vida personal, como familiar y social. La fe crea una forma de vivir que afecta a la totalidad. «Debe abrazar el pensamiento y la acción, los comportamientos personales y el testimonio público, la vida interna de nuestras comunidades y su impulso misionero, la atención educativa y la entrega cuidadosa a los pobres, la capacidad de cada cristiano de tomar la palabra en los contextos en los cuales vive y trabaja para comunicar el don cristiano de la esperanza» (ibíd., 16).

Nos unimos desde aquí a los habitantes de Lorca, en Murcia, para pedir a Dios el descanso eterno de los fallecidos y la pronta curación de los heridos. Queremos compartir con los damnificados el sufrimiento y la esperanza en las pruebas tan duras que padecen actualmente. Suplicamos al Señor que fortalezca nuestra generosidad para ayudarles.

San Pedro Regalado fue un reformador en su tiempo, volviendo a los orígenes de la vida franciscana y del seguimiento apostólico de Jesús. La Iglesia se renueva, entonces y ahora, volviendo a las fuentes y a los fundamentos de su existencia. Como dice el lema de la inminente Jornada Mundial de la Juventud: “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe” (cf. Col 2,7). De nuestro patrono san Pedro Regalado debemos aprender a orientar la vida con la luz y la fuerza de Jesucristo, que él supo introducir en la situación concreta que le tocó vivir.

Hoy celebramos la memoria de la Virgen de Fátima, que en la localidad portuguesa de Aljustrel se apareció a unos pastorcillos con un mensaje destinado a la humanidad: La necesidad de un retorno a Dios a través de una profunda conversión de los corazones. Benedicto XVI, en la visita a Fátima en mayo del año pasado , utilizó unas palabras que suscitan nuestra reflexión. La aparición de la Virgen a los tres niños de Aljustrel es «como una ventana de esperanza que Dios abre cuando el hombre le cierra la puerta». La Virgen, Madre del Señor y nuestra Madre, bajó del cielo para recordarnos verdades básicas del Evangelio; María nos muestra a Jesús, fruto bendito de su vientre, quien nos revela al Padre de Dios. Frente al racionalismo que se cierra a la fe, la humildad de María en las apariciones a los niños nos invita a la fe, la esperanza, el amor y la penitencia. También hoy necesitamos esta cura de humildad que a través de María y de los sencillos de corazón nos orienta al reconocimiento de Dios.

A todos, queridos amigos y amigas, deseo felices fiestas de san Pedro Regalado.