Arzobispo
Ricardo Blázquez Pérez

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Carta

Navidad 2011

¡Feliz Navidad!

16 de diciembre de 2011


Temas: Navidad.

Publicado: BOA 2011, 499.


Unos a otros nos deseamos que sean felices las fiestas de Navidad, y al mismo tiempo queremos que el gozo de estos días se extienda a la vida. Al felicitarnos mutuamente no solo nos miramos con alegría, sino que también brotan del corazón buenos sentimientos. En el cruce de saludos nos hermanamos con un espíritu renacido. ¡Que el saludo de feliz Navidad no sea una fórmula hueca ni de mera cortesía! Mis palabras de felicitación quieren ser un eco del anuncio del ángel a los pastores en la noche de Belén.

Deseo que mi cordial felicitación llegue a los niños, jóvenes, adultos y ancianos. Recordando la Jornada Mundial de la Juventud, queremos recibir su impulso rejuvenecedor y nos comprometemos a colaborar en la realización de sus esperanzas. Sepan todos los jóvenes que la Iglesia es una casa abierta. Mi felicitación, junto con la solidaridad humana y cristiana, abraza particularmente a los enfermos y ancianos, a los que viven en soledad y desamparo. Mi saludo fraternal se extiende a las personas que más sufren la inclemencia del tiempo presente, a los inmigrantes, a las personas sin techo ni familia.

¿Por qué nos felicitamos unos a otros, familiares, amigos, conocidos y hasta desconocidos estas fiestas? ¿Por qué en esta ocasión nos deseamos el gozo y la paz, la dicha y la felicidad, también entre personas que han olvidado o nunca han conocido el motivo de estas expresiones entrañables y humanizadoras? ¿Por qué en estos días del calendario de la humanidad nos sentimos más cercanos y más humanos unos con otros?

La Sagrada Escritura, la liturgia, los comentarios de los Padres de la Iglesia y autores cristianos, y los mensajes del Papa desgranan la riqueza inmensa contenida en el nacimiento de Jesús, cuyo nombre significa ‘Salvador’ (cf. Mt 1,21). Esta riqueza nace del misterio que celebramos y derrama su luz sobre la vida entera de las personas, las familias y la sociedad. En medio de la noche de la historia, ha nacido el Hijo de Dios como Luz del mundo.

En estas fiestas nos felicitamos mutuamente porque celebramos el nacimiento de Jesús en Belén. Es un Niño singular y su influjo se extiende de generación en generación hasta nuestros días. También viene a nosotros en este tiempo cargado de inquietudes, en este año 2011 plagado de incertidumbres. La Navidad de Jesús significa el nacimiento de la Paz, del Amor, de la Vida, de la Alegría, de la Esperanza.

El nacimiento de Jesús es la fuente del Evangelio, del mensaje de alegría traído por el ángel del Señor: «Os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todos: Hoy os ha nacido el Salvador» (cf. Lc 2,11-12). Por el nacimiento de Jesús de forma única está Dios con nosotros (cf. Mt 1,23) y nos acompaña a lo largo de la vida. Por su nacimiento, Jesucristo se hizo pobre por nosotros (cf. 2Co 8,9) para que compartamos bienes y necesidades. «El nacimiento de Jesús es el nacimiento de la paz» (san León Magno), ya que Jesús es nuestra paz (cf. Ef 2,14), que nos llama a ser pacificadores en las luchas y discordias, y proclama dichosos a los que trabajan por la paz. El nacimiento de Jesús es el nacimiento de la Palabra eterna, del Hijo encarnado (cf. Jn 1,14), que rompe el silencio de Dios y nos habla como a amigos. El nacimiento de Jesús es la manifestación de la gracia salvadora de Dios, de su bondad y amor a los hombres (cf. Tt 2,11; 3,4). La fiesta de Navidad es el nacimiento de la esperanza (cf. 1Tm 1,1), ya que en Jesús nos ha visitado el sol que nace de lo alto para iluminar nuestros pasos y guiarnos por el camino de la paz (cf. Lc 1,78-79). El nacimiento de Jesús es la manifestación de la Vida (cf. 1Jn 1,2), que dignifica nuestra existencia y nos enseña a apreciar toda vida humana, desde la vida en gestación en el seno materno y la vida sumamente frágil del niño que solo se expresa con la sonrisa y el llanto, hasta la vida vigorosa de los adultos y decrépita en los últimos compases de la existencia. El Hijo de Dios ha santificado nuestro nacer, nuestro vivir y nuestro morir. Con la vida de Jesucristo podemos ser inmortales.

El sentido tan entrañable y humanizador de las fiestas de Navidad se fundamenta en el mismo acontecimiento que celebramos. El Hijo de Dios fue concebido virginalmente por María, fue gestado con inefable amor de madre, fue esperado con inmensa ilusión, fue dado a luz y acunado en sus brazos con gozo incontenible, fue mostrado a los pastores del entorno y a los magos venidos de Oriente con la satisfacción de quien comparte un tesoro. El Niño de Belén es una invitación a que vivamos como niños, sin falsedad ni malicia, sin desconfianza ni temor. El nacimiento de Jesús nos ofrece la oportunidad de renacer a una vida más filial en relación con Dios y más fraternal entre nosotros. El Hijo de Dios hecho hombre hace de toda la humanidad una sola familia. Hacemos memoria con gratitud del nacimiento de Jesús y asumimos el empeño de trabajar por un mundo nuevo, donde reinen la justicia, el amor y la paz.

Queridos amigos, profundicemos en el misterio de la Navidad; a todos expreso mi cercanía y afecto. ¡Feliz Navidad!